𝐈𝐋𝐄𝐆𝐈́𝐓𝐈𝐌𝐎 𝐇𝐄𝐑𝐄𝐃𝐄𝐑𝐎 ───── DEKUKATSU

004. Pon tu nombre en alto.

     Tras cinco semanas de arduo entrenamiento en la escuela de héroes, Midoriya comenzaba a sentir los efectos secundarios de no descansar correctamente. No solo sus días eran ajetreados, sino también las noches.

De lunes a viernes despertaba a las cuatro de la mañana para dirigirse a la bahía Musutafu y limpiar el basurero que los demás habitantes se habían encargado de crear en los últimos años. Regresaba al complejo de dormitorios en el automóvil de su predecesor, se daba una ducha con agua fría para disminuir la falta de sueño y tomaba sus útiles escolares, para después dirigirse a la cafetería, donde los cocineros le tenían preparado un desayuno especial por órdenes directas del Símbolo de la Paz; Si la suerte jugaba a su favor, dormía quince minutos antes de comenzar la primera clase. Los profesores le reprendían constantemente por ello, imaginando que gastaba sus horas en jugar videojuegos y hablando por teléfono con su antigua pandilla de delincuentes. Él no se molestaba en corregirlos. Sinceramente, estaba harto de gastar energías demostrando que era digno de ocupar un asiento dentro del curso para héroes más famoso del país, como se lo había indicado All Might.

     Al terminar la jornada escolar, Izuku debe correr hasta la habitación de Katsuki para seguir con el adiestramiento durante dos o tres horas más. Posteriormente, agarra camino hasta la cocina común, prepara los alimentos que dicta el American Dreamer Plan y descansaba el resto de la tarde. En raras ocasiones surgía un intervalo de tiempo lo suficientemente útil como para realzar los deberes de la mañana siguiente o corregir los pasados, sin pasar por alto la temporada más estresante del año escolar: Exámenes parciales.

     Todo era demasiado para un solo chico. Aún cuando el One For All modificó su anatomía de forma positiva, es imposible no sufrir las consecuencias del horario inhumano que Midoriya maneja. El cansancio era el primero de una amplia lista de malestares que lo tenían a dos centímetros de la ansiedad, entre los que destacaban el estrés, dolor de cabeza, falta de concentración, cuello y mandíbula rígidos y sueño en exceso. Cuando no estaba ocupado en actividades extra, dormía como si su vida dependiera de ello. Algunas veces ni siquiera se molestaba en llegar a su propia habitación, solo tiraba su mochila sobre la mesa de té ubicada en el centro de la sala común y se recostaba sobre el grandísimo sofá, alfombra o cualquier superficie útil para descansar.

     La rutina estaba matándolo.

     Y su sonrisa se apaga poco a poco.

—¿Hiciste las modificaciones de tu traje solo? —cuestiona Hagakure maravillada por el ingenio de Iida. No solo era respetuoso y aplicado, sino que también inteligente. Definitivamente no se equivocaron al ponerlo como delegado.

—Confío plenamente en las habilidades de nuestros compañeros ingenieros, pero solo yo conozco mis fortalezas y debilidades. Me siento más cómodo al prepararlo por mí mismo —responde. Mientras Tsuyu, Hagakure y Kaminari seguían el hilo de la conversación, alardeando sobre las cortas alteraciones que los jóvenes del Departamento de Apoyo a Héroes les hicieron a sus respectivos trajes, la atención de Tenya se desvió hasta la silueta de cierto rizado.

     Se dirigió a él de forma cautelosa, inspeccionándolo de pies a cabeza como si mirarlo de mala manera fuera suficiente para reemplazar el horrible conjunto por el uniforme oficial de la yuuei, sin mencionar los mechones alborotados y manchas amoratadas por el cansancio debajo de los ojos. Un soldado romano durante la Guerra de los Gladiadores se vería mejor que Midoriya en estos momentos. Lo único que separa al estudiante de la rockstar con la crisis de los veintisiete es años es la onda chic causal que Mina disfruta seguir en redes sociales se pegaba perfectamente a su personalidad altanera, ¡pero va en contra de todo lo que Iida cree! Las reglas fueron hechas para ser seguidas.