028. Guarda un rifle bajo la cama.

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Escenas para mayores de edad. Leer bajo su consentimiento.

      Cuando no tenían suficientes ganas para preparar un almuerzo decente, los integrantes del colegio para héroes invadían la cafetería sin preámbulos. Inconscientemente, se declaran la guerra de los cien minutos. No existían hermandades, lazos de sangre o vínculos señoriales cuando la cocinera en jefe anunciaba miércoles de pizza a través del micrófono interior del pasillo principal, obligándolos a defender sus respectivas rebanadas con uñas y dientes, como si fueran leones protegiendo las gacelas que cazaron recientemente. Todos buscaban la mejor parte del menú para disfrutarla en compañía de sus mejores amigos tras una larga tortura física y psicológica que no deseaban repetir mañana por la mañana, y Bakugōu Katsuki no sería la excepción. Eso nos remonta al porqué sostiene dos bandejas de comida mientras analiza los especiales del día con extrema precaución. Elegir la opción equivocada puede costarle una noche de besos y caricias con su atractivo novio rizado.

—¿Estás listo para pedir, Bakugōu –kun? —cuestiona Yaoyorozu un poco desesperada. Una extensa fila de adolescentes exigiendo su porción de pizza lanza indirectas e insultos por la tardanza, ignorando el mar de posibilidades que las cocineras pusieron frente al rubio.

—Pediré tres rebanadas de pizza, una ensalada simple y un plato de yakisoba. Para beber, un calpis y un frappé de chocolate con mucha crema batida, chispas y sirope dulce, por favor —ordena, deslizando la tarjeta de la cafetería sobre un mostrador antes de seguir caminando con las bandejas vacías—. ¿Tiene algún postre?

—Por el momento, solo hay pastel de zanahoria, donas de vainilla, cheescake y tarta de chocolate.

—Agregue dos rebanadas de tarta. Mi estúpido novio tiene paladar de niño —para ser sinceros, Katsuki prefiere comida picante que no rompa su dieta, pero no puede ignorar la humilde petición de su novio. Recibe la membresía que sus padres se molestan en pagar los primeros días del mes y camina horizontalmente mientras arrastra las bandejas de plástico sobre la barra.

      Al ver los platos de comida amontonarse, Momo le brinda una mano. 

—¿Compraste esto para Senpai?

—Lamentablemente, sí. Descubrí que la única manera de tenerlo callado es dándole de comer. Entre más dulce, mejor —responde sin ocultar su ego. Sostienen las tablas grises con alimentos antes de caminar entre las mesas del comedor principal en busca de su grupo, esquivando sillas metálicas, botes de basura, macetas decorando el área y alumnos compartiendo oxígeno.

—Siempre está la opción de usar tu boca.

—¿Has tenido una relación seria, vicepresidenta? Si fuera por él, no saldríamos de la maldita habitación.

—Fingir que no estás orgulloso de tenerlo completamente enamorado solo incrementa mis celos —contesta con burla, dándole un pequeño empujón que no derriba los alimentos en cadena o impide su trayecto. En algún punto del comedor, escuchan los gritos eufóricos de Kirishima y Tenya anunciándoles que consiguieron una mesa disponible para la fusión de los grupos.

     Los últimos días del noveno mes se transformaron en una terapia de rehabilitación para Momo Yaoyorozu, quien aceptó su legítima derrota frente a Bakugōu Katsuki y decidió desprender los sentimientos románticos que rasgaban desesperadamente su corazón. Ahora son amigos, excelentes amigos. Bastaba con asomar la cabeza por los diferentes accesos del salón 2 – A para verlos dialogar como personas decentes, intercambiando apuntes, preocupándose por la estabilidad emocional del próximo Símbolo de la Paz y realizando sesiones de estudio para sobrevivir a los exámenes parciales, sin pasar por alto las conversaciones espontáneas que surgían cuando sus caminos colisionan dentro del dormitorio estudiantil. El destino hace maravillas cuando nadie mira. Los unió de una manera insólita, pero no cambiarían el resultado.

𝐈𝐋𝐄𝐆𝐈́𝐓𝐈𝐌𝐎 𝐇𝐄𝐑𝐄𝐃𝐄𝐑𝐎 ───── DEKUKATSUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora