018. El corderito más lindo de la granja.

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     En circunstancias normales, los afamados de la preparatoria Keiō echarían el destino de Bakugōu Katsuki en mano de las autoridades nada más escucharan sobre un desafortunado secuestro a kilómetros de Ciudad Musutafu y se dirigirían al desmesurado centro comercial para conseguir los artículos de gala que Takahashi, el presidente del consejo estudiantil, pidió al terminar el mes de mayo para echar las campanas al vuelo durante la ceremonia de graduación. Pasarían por una bebida caliente —o fría, dependiendo del clima— a la cafetería favorita de Koemi antes de tomarse una fotografía y postearla en instagram, como si todos los contactos que tienen agregados estuvieran inmersos en cada uno de sus movimientos. Entrarían a las secciones departamentales con mayor reconocimiento dentro del mercado para probarse maquillaje, trajes, corbatas, joyas espléndidas y vestimenta que no sería ostensible¹ a primera mano... Porque sí, negándose a utilizar un tedioso uniforme durante su épica victoria contra el sistema de educación japonés —obteniendo la nota mínima aprobatoria en el setenta y cinco por ciento de los casos—, organizarían una fiesta en la residencia de Shindō lo suficientemente memorable para ser cerrar este capítulo de sus vidas. Sin embargo, cuando su tablero de notificaciones mostró un llamado de auxilio desmoronándose por la cólera y exasperación al no recibir actualizaciones positivas, entendieron que todo lo que puede salir mal, saldría mal sin importar las súplicas.

—Dinos algo que recuerdes sobre los villanos —pide la mente maestra que lidera el plan Buscar al Niño Bonito del colegio para héroes sin perder la vida, estilo o mis zapatos edición limitada mientras desliza sus dedos a través del teclado inalámbrico en golpes constantes. Escribía demasiado rápido para comprender el mensaje codifica en números, letras, guiones y símbolos que ningún otro adolescente dentro de la pieza puede asimilar.

—Quieren matarme de la manera más lenta y dolorosa que tengan en mente. Como atar mis extremidades a las patas traseras de un caballo y correr en direcciones opuestas.

—Sobre su vestimenta, idiota —espetó Suzuki sin volverse al heredero ilegítimo, concentrado en derribar los virus informáticos—. Si son villanos de la nueva generación, significa que no han sido atrapados por los héroes profesionales y sus datos no están registrados en ninguna parte del padrón público de agresores, donde la información personal de todos los delincuentes en Japón ha sido colocada desde mil novecientos ochenta. Por lo tanto, rastrearemos a tu némesis como la vieja escuela.

—¿Cuándo te hiciste experto en el sistema penal de nuestro país?

—Hace dos horas.

—Maldición. Es como una versión moderna de Iroman. Recuérdenme tenerlo de mi lado cuando calcule mis impuestos —recitó el menor sorprendido por la capacidad de Shinjū para leer, analizar y memorizar exorbitantes cantidades de información en menos de una semana. Aunque tuviera un año para cumplir la misión, él jamás podría. Es una de esas habilidades que no pueden adquirirse practicando durante meses o realizando competencias, simplemente naces con ellos.

—No tuve la oportunidad de pelear con todos. De ser un combate limpio, los hubiera matado uno a uno... Pero recuerdo a una chica rubia en uniforme de preparatoria. No parecía ser de Ciudad Musutafu —recapituló Midoriya tratando de reproducir imágenes que mostraran la extraña solicitud del especialista en sistemas informáticos, fallando en cada intento.

—¡Eso es bueno! Los adultos pueden ser invisibles dentro del sistema, pero los menores de edad no. Localizar su preparatoria es un gran paso.

—Esa chica no puede pasar desapercibida. Una vez que tengamos su información en la palma de la mano, podemos pisar el hilo y atraparlos uno por uno —alienta Koemi. E Izuku trata de seguir las indicaciones.

𝐈𝐋𝐄𝐆𝐈́𝐓𝐈𝐌𝐎 𝐇𝐄𝐑𝐄𝐃𝐄𝐑𝐎 ───── DEKUKATSUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora