Estigmatofilia (Jaemin)

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Na Jaemin era el ser más molesto que había conocido en su corta existencia ¿cómo puede alguien existir con dos neuronas?, solía preguntarse cuando tenía la desgracia de encontrárselo en las innecesarias reuniones de sus padres. El joven de 20 años era una piedra en su zapato que cada que trataba de quitarla esta se aferraba y se hacía mucho más molesta, tener que soportar sus burlas, su personalidad algo arrogante, sus chistes con doble sentido y esa irritable indiferencia que demostraba cuando algo no le agradaba; ese hombre era un verdadero dolor de cabeza. 

Conocerlo no estaba en sus planes, pero si devolvieran el tiempo tampoco podría cambiar algo no asistiendo a la fiesta después de todo en ese momento tenía diez años y sus padres el control de su vida; además del hecho que seguiría encontrándose con él sin importar sus quejas pues era el hijo de los vecinos. Realmente detestaba tener que compartir tiempo con esa familia, pero ni siquiera se alejaba o evitaba esa situación; podía entender que antes no lo hiciera, después de todo era una jovencita a la que sus padres llevaba a todas partes, pero ahora con 21 años sus padres le permitían ausentarse de algunas reunión. 

Ella no lo hacía, sin falta asistía a los asados en el extenso patio de la familia una vez al mes como excusa para que sus padres se emborracharan y atiborraran de comida deliciosa, en el pasado solía disgustarse con ellos por tener ese tipo de comportamiento, pero ahora aprovechaba la situación para tomar cerveza sin ser regañaba. Lo que sí solía evitar en los últimos tres años era asistir a las vacaciones de verano en la cabaña cerca a la playa, las cosas en ese lugar solían ponerse extrañas y pesadas desde que cumplió los dieciséis y misteriosamente sus senos decidieron crecer dándole el aspecto de tener dos enormes mangos que solían atraer miradas innecesarias. 

Agregando el incidente con Jaemin en el verano de su decimo octavo cumpleaños prefería sacar una excusa para aquellas dos semanas en las que sus padres le insistían que fueran a la cabaña con sus amigos, para su suerte siempre lograba excusarse en cursos vacacionales que tomaba para reforzar alguna materia. Solo que esa vez no podría librarse tan fácil, era el cumpleaños 50 de su madre y le había solicitado explícitamente y con una sonrisita agobiante que debía acompañarlos a ese viaje como regalo de cumpleaños; cómo detestaba el amar tanto a su madre en ese momento. 

- Y yo que pensaba que tendría un aburrido verano - el tonito que reconocería donde fuera le alertó a su instinto de pelea que el momento había llegado. 

- Pobre conejito, ¿extrañabas a mami? - los dos voltearon los ojos haciendo un resoplido de molestia. 

Lo empujó con algo de brusquedad para pasar por la entrada principal de la cabaña, el día ya estaba demasiado caliente para sumarle un enojo innecesario solo por un molesto hombre que no era capaz de mantener sus palabras dentro de su experimentada boca; todavía no entendía cómo era que no se habían matado. Agradecía que su habitación estuviera lejos de él y que pudiera ponerle seguro pues si de algo estaba segura era que se quedaría encerrada en ese lugar toda la semana solo saliendo a buscar comida, usar el baño y cantarle el cumpleaños a su madre. 

Ni siquiera tenía planes de ir al mar, usar la piscina o tomar cerveza después de todo el alcohol la volvía algo débil en situaciones donde no podía huir a la comodidad de su segura casa, ella no le tenía miedo a Jaemin o algo por el estilo no huía de él por su molesta personalidad o porque lo odiara por el incidente de hace tres años más bien le tenía miedo a lo que un poco de alcohol le hacía sentir cuando él se acercaba demasiado. Odiaba ir a la cabaña porque eso implicaba ver al rubio semidesnudo pavonearse por toda la playa haciendo alarde de ese torso esculpido por los mismos dioses y sonriéndole a cualquier chica que encantada se acercaba a él para conseguir más que unos húmedos besos. 

No eran ni las tres de la tarde y ese hombre ya tenía a una hermosa morena agarrada de la cintura mientras en su otra mano sostenía una cerveza, la luz del sol destellante iluminando cada pedazo de su piel perlada por el sudor y las gotas de mar que se deslizaban por sus hombros, un angustioso viaje lento que recorría cada uno de sus abdominales ¿por qué estaba tan empecinada en verlo? Muy a su pesar la hermana menor de la familia Na la había convencido de bajar a la playa para que sus pálidas pieles se broncearan un poco, así que ahí estaba, viendo desde lejos (no tanto como le gustaría) al idiota comportándose como todo un conquistador. 

NCT  [One shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora