Sonata de invierno (Winwin)

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- ¿Te gusta la navidad, t/n?

Esos 31 días donde pareciera que la esperanza se encendiera de nuevo, las familias se reúnen después de meses, se sacan adornos de todos los tamaños, los niños escriben cartas a un ser hipotético, la ciudad se enciende en luces coloridas, los regalos inundan el hogar y se siente esa energía que pareciera curar todos los dolores del año y que está dispuesta a regalarte un nuevo inicio.

- No

Y como si de un estereotipo se tratara ahí estaba la famosa Grich de su familia y amigos, ¿Qué había de especial en ese mes? ¿Cuál era esa exuberante magia que rodeaba a la gente, que los hacía sentir feliz? No lo entendía, después de veinticinco años seguía sin entender qué le veían los demás a la navidad.

- ¡Vamos! Te hará bien salir ese día

Desde que su madre había muerto hace cinco años su rutina para el famoso y esperado día consistía en beber vino mientras lloraba con los especiales de navidad que transmitían en la televisión. No es que le gustara el plan o lo hiciera como protesta, es que esa era su forma de mantener viva a su extrañada progenitora.

- Me gusta mi plan, gracias.

Año tras año desde que se mudó de ciudad e hizo nuevos amigos se ve enfrentada a el montón de propuestas, quejas e insistencias de ellos para que la acompañen a pasar Navidad en alguna fiesta o en compañía incluso de sus familiares. No le gustaba la idea, prefería negarse un millón de veces antes de exponerse a una reunión social donde tendría que aparentar que no se estaba muriendo por dentro.

- ¡Por favor! Podrías ver a Sicheng - la mirada pícara de su amiga la hizo voltear los ojos.

'Sí, como si el amor pudiera arreglar todo en navidad' era lo que se decía cuando se descubría hecha un mar de lágrimas luego de acabar una clásica película con final feliz. No negaría que le gustaba el chico castaño que iba a sus clases de baile contemporáneo los fines de semana, pero ni siquiera eran capaz de entablar una conversación más allá de corregirse algún paso de baile.

Se habían conocido por primera vez hace un año, precisamente en uno de los recitales de clausura que su academia daba por las festividades. El de origen chino estaba un nivel por encima así que para sus ojos era el mismo Dios del baile capaz de estirar tanto su cuerpo y de darle tanta expresividad a sus movimientos que era casi irreal.

Para su sorpresa a inicios de ese año su maestra la había pasado a la clase donde el joven se encontraba y desde entonces no es capaz de quitarle los ojos de encima. Al contrario de lo que sus amigos decían, ella lo veía como un amor platónico, de esos que van más allá de tu alcance y que prefieres tenerlos ahí arriba para evitar dolores innecesarios.

- Ni siquiera nos hablamos, Nini - seguía intentando evitarla concentrándose en estirar correctamente para evitar algún dolor después de tan exigente clase.

- Será con todos los de la clase, habrá comida, juegos y mucho alcohol. Vamos, ¿sí? - se estaba empezando a hartar

- No - sin darle oportunidad de seguir refutando tomó sus cosas y se dirigió a los camerinos.

Ni porque le pagaran iría a esa fiesta con los de su clase de baile, eso implicaría tener que socializar con aquellos que estuvo cuasi ignorando durante todo un año; ser cordial, no beber de más y evitar llorar a todo costa. Claramente en sus planes no estaba hacer el ridículo frente a quienes la consideraban un ser elegante y casi inalcanzable.

El estrés de las festividades la tenía al límite sin ninguna razón más que su odio injustificado, por lo que decidió que iría a tomar un café sola para aclarar su mente. Estaba tan concentrada en buscar una cafetería  desde su celular que casi sale volando al chocar con un reno que había a la entrada de la academia.

NCT  [One shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora