Princesa (Renjun)

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Sus manos recorrían su liso cabello trenzándolo con unos hermosos listones azules que resaltaban sus negras hebras, el cepillo de suaves cerdas  masajeaba su cabeza cada que pasaba por la melena de la chica. El chico se aferraba a su deber con convicción asegurándose de resaltar toda la belleza de esa joven de pálida piel y rasgos finos. 

Las horas pasaban y él seguía tocando su cabello con devoción sin importar las quejas de la chica por la infinidad de veces que destrenzaba su cabello y lo volvía a peinar. 

- Se nos va a hacer tarde para la cena - la suave voz de la chica sacó al sirviente de su ensoñación 

- Lo siento, princesa, peinar su cabello siempre me trae paz - la chica sonrió por lo tierno que se veía ese bajito hombre de cabellos castaños claros. La belleza de él podría pasar por la de un príncipe incluso opacar a algunos pero su suerte no le había sonreído, naciendo como el primogenito de una familia de sirvientes.  

Princesa y sirviente se habían conocido desde pequeños pues se llevaban unos meses de diferencia, ella se había criado en compañía de la cariñosa familia de servidores de la realeza haciendo que la presencia del chico se convirtiera en parte esencial de su día a día. Ahora con veinte años ella se preparaba para ser la sucesora del trono mientras él le servía con la convicción de un completo enamorado. 

- ¿Cuál crees que sea la noticia importante que me dirá mi padre? - el cabello de la joven princesa había sido por fin peinado con una hermosa trenza que caía en los otros cabellos sueltos  

- Seguro mi rey hablará con usted sobre su próxima coronación - la chica se levantó del tocador mirando de frente a su hermoso criado y posando la mano en su mejilla

- Renjun, ¿seguirás conmigo incluso siendo tu reina? - el castaño apoyó su cabeza en el suave toque de la princesa 

- Siempre estaré con usted, mi lady 

La pelinegra acercó sus labios a los de su fiel criado uniendolos en un suave y fugaz beso, haciendo que el corazón de ambos se acelerara y sus estomagos sintieran ese lindo revoloteo del primer amor. Lo de ambos era un lindo romance que traspasaba las barreras del poder, los roles y la realeza; con el tiempo la compañía del otro se había vuelto tan necesaria que los sentimientos por el otro no se hicieron esperar, eran sinceros con lo que sentían por el otro aunque tenían claro que nadie apoyaría lo que tenían y debían mantener el secreto para siempre lo harían si querían seguir juntos. 

Con la gracia que solo una joven educada puede caminar se dirigieron al gran salón donde los esperaba el rey y la reina junto a otro hombre que la chica no reconocía pero demostraba ser importante. Ella se sentó con delicadeza haciendo una pequeña venia a los invitados, mientras Renjun se quedaba detrás de la silla esperando cualquier cosa que su princesa pudiera necesitar. 

- Hija mía, me alegra que estés con nosotros. Queremos presentarte al Duque Tomas quien desea tomar tu mano en matrimonio - La princesa y el sirviente se tensaron quedandose casi sin aliento, sin palabras, sin respuestas. ¿Casarse? ¿Cómo podría ella casarse con alguien que no ama? ¿Qué pasaría con su amado? Era su deber y sus padres siempre la habían preparado para su deber como reina pero ahora que su corazón le pertenecía a alguien sus deberes como soberana pasaban a segundo plano.

- Pero... - la chica carrespeó - ¿es necesario? pensé que podría ser reina sin contraer matrimonio 

- Ya di mi aprobación y se casaran a final de mes  - las palabras de su padre eran firmes no dejando espacio a ningun reclamo. 

La cena se convirtió en una conversación entre el duque y el rey pues la joven princesa se había desconectado del lugar desde que escuchó la palabra casarse, sus pensamientos iban y venían en Renjun ¿Qué deberían hacer? casarse con quién pudiera darle un mejor futuro a su pueblo era su labor como princesa pero la tristeza consumía su corazón.

Al culminar la comida los reyes dejaron al duque y la princesa para que pudieran conocerse un poco antes de su matrimonio, los sirvientes debían retirarse pero no quería estar sola con ese desconocido además la mirada triste del pequeño criado hacía que el corazón de la chica se apretujara. Cuando el cuerpo de Renjun estaba dejando el comedor la chica lo detuvo con una voz temblorosa.

- ¿Podría mi sirviente guiarnos por el castillo, mi señor? - hizo una reverencia en busca de aprobación y aunque el viejo duque quería privacidad decidió complacer a su futura esposa solo una vez.

- Será lo que quiera mi futura esposa. Criado, muéstranos el palacio - dicho esto la futura pareja de esposos fue acompañada por el joven castaño que no podía evitar sentir celos por no poder ser él el de tan prospera fortuna. 

El recorrido se hizo eterno para la joven pareja que trataba de no actuar extraña frente a la inquisidora mirada del duque, puesto que el viejo aprovechaba cualquier oportunidad para acercarse peligrosamente a la chica y darle una que otra caricia, cosa que descolocaba de sobremanera al joven sirviente que terminaba interrumpiendo el momento aunque esto le costara una reprimenda. 

Al terminar la turtosa visita del futuro rey, el susodicho se despidió con unas palabras que calaron la mente de la joven e hicieron que se encerrada en su habitación sumida en un mar de lágrimas. A pesar de la preocupación de las demás sirvientas, el único que pudo entrar fue Renjun quién al verla llorando en el lecho de su cama no demoró en correr para estrecharla en sus brazos. 

- ¿Qué pasa, pequeña? - la joven se encontraba recostada en las piernas de él mientras este sobaba su cabello despeinando la hermosa trenza que le había hecho horas antes. 

- No quiero casarme con él, no quiero, no quiero que sea mi esposo. No lo amo, yo te amo a ti - decía entre sollozos que se calaban en el corazón del sirviente

- Princesa pero es su deber con su pueblo, no debe sentir amor por un simple criado como yo - sus palabras lo desgarraban por dentro 

- ¿Cómo puedes decirme eso? Ese hombre me dijo antes de irse que ya quería verme en la noche de bodas, solo quiere profanar mi cuerpo y llenarlo con su descendencia - la princesa se había levantado mirando a los ojos a su criado - No quiero, no quiero que sea él quién tome mi pureza.

Dicho esto junto sus labios en un beso lleno de dolor y pasión, al chico le costó responder al principio pero se dejó llevar cuando ella acercó su pecho al de él para sentir su calor. A medida que el beso se intensificaba las ropas estorbaban desapareciendo rapidamente y cuando Renjun se detuvo a apreciar el cuerpo de su princesa su corazón saltó de emoción por lo hermosa que era el amor de su vida, sin embargo sabía que no era lo correcto. 

- Lo siento, princesa, yo no debo verla así. Será mejor que me vaya - el chico trató de tomar sus cosas para marcharse pero ella lo detuvo con sus ojos aguados 

- ¿Acaso no me amas, Renjun? ¿No soy bonita? ¿No te agrado? Por favor no me dejes - su voz sonaba desesperada partiendo por completo el corazón del chico.

Sin responder volvió al cuerpo de la chica besándola con todo el amor que sentía, fue delicado al entrar en ella, sin presionar mucho y tratando de tranquilizar los sollozos que soltaba esta. Lo hacían con verdadero amor, moviéndose a un ritmo tranquilo y adictivo que les causaba un placer nunca antes vivido.

La habitación de la princesa ahora era un mar de jadeos, de algunas quejas de dolor por la inexperiencia de ambos pero de palabras de amor que se profesaban el uno al otro. Un amor que no puede ser, que no habrá forma de que vuelva a consumarse y que ambos tendrán que vivir con el vacío de perder a su único y verdadero amor.

NCT  [One shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora