Cena de Navidad (Yuta)

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Cena de Navidad o la excusa para que sus suegros lo critiquen sin fin, si algo odiaba más que los duros bastones de caramelo que se pegan en tus muelas, eran las cenas reglamentarias de cada víspera de Navidad. El protocolo de una familia con grandes caudales económicos que trata de convencerse de que son la más unida entre sus amigos millonarios era simplemente absurdo de apreciar.

Aún así debía admitir que no había nada más divertido que ver en primera fila como las quince personas que solían atender esa noche, trataban de no asesinarse escondiendo pequeñas patadas debajo de la mesa cuando alguno hacía un comentario impertinente, soltando algún mordaz comentario cuando se cuestionaba la vida de alguno y sobre todo atiborrando de pastillas a la patrona de la familia para que se fuera a dormir temprano. Sí, debía admitir que no había nada más divertido y tedioso que pasar la Navidad en casa de su prometida, pero luego de cinco años de relación había entendido que si las dagas no iban para él o ella podía tomarse el asunto con algo de gracia.

Ese año en particular sentía que podía ser el más caótico después de aquella cena en la que lo presentaron a la familia; aún recuerda ese día como si hubiera pasado ayer, acababa de conseguir su primer trabajo después de muchos meses aguantando hambre, no tenía ropa de marca, el cabello largo, un piercing en la ceja y algunos tatuajes eran los ingredientes perfectos para casi causarles un paro cardíaco a los padres de la diminuta chica. Además del hecho de ser inferior a la adinerada chica que a sus, en ese entonces, veinticuatro años ya había lanzado una línea de cosméticos y tenía casa propia, la personalidad propia de un nacido bajo el signo Escorpio era más que chocante para esa familia que vivía de las apariencias.

Nakamoto Yuta no estaba interesado en rendir pleitesía a quienes lo veían con desprecio ni mucho menos a guardarse sus comentarios solo para caerle bien a los acartonados padres de su novia, lo que hiciera él en su vida privada nunca sería tema de cotilleo y no estaba dispuesto a negociarlo. Sin embargo, agradece al cielo haber dado con una mujer capaz de entender su mal humor, sus momentos donde no quiere hablar con nadie y sus ataques de melosería tan propios de él; t/n era algo así como su polo a tierra, la diminuta mujer que parecía poder quebrarse con solo tocarla, era en realidad la definición de de un héroe.

Recuerda que la conoció en la universidad, claramente en los festivales de intercambio porque no había forma de que él pagara ni un solo semestre de la prestigiosa universidad donde ella se encontraba, ella promocionaba su marca en un pequeño puesto que dispuso la universidad y fue ahí cuando quedó flechado de esos ojos azules que lo miraban como si fuera un igual. No había maldad en ellos, ni una pizca de orgullo o superioridad, todo en ella era bondad hasta la forma en que hablaba y las pequeñas acciones que hacía para que Yuta nunca se sintiera inferior a ella.

- No me importa si no puedes darme una vida de lujos o si tenemos que vivir debajo de un puente. No necesito eso de ti, solo te pido que seas mi compañero de vida - fue lo que le dijo cuando después de un par de meses de salir ella se le confesó.

Su novia era el regalo que la vida le había dado después de años de ser excluido del resto, después de tener que aguantar rechazos de mujeres que solo lo veían como un pobre que además era demasiado rarito como para querer una relación con él. Ella era quien lo calmaba cuando se alteraba, la única que podía acercársele cuando entraba en su caparazón y la victima de sus excesivas muestras de afecto en los días buenos; sí, por ella valía la pena soportar la horrible cena de Navidad.

De todas formas debía admitir que en esa ocasión la familia se había esforzado bastante por sacarlo de quicio, todavía no conseguían su cometido, pero estaban bastante cerca; sobre todo si el molesto primito de doce años seguía pasándole un imán por su cara para comprobar si sus perforaciones se podían salir de su piel de esa forma. Ya le dolía la cabeza de todas las veces que el mocoso le había enterrado el objeto en la frente y para acabar de ajustar los otros adultos parecían divertirse con la escena; su única salvación estaba siendo retenida por su madre que la había obligado a ayudarle a preparar el postre de la cena.

NCT  [One shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora