Noona (Lucas)

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El sexo con Lucas es demasiado caliente, obsceno, sexy, provocativo y hasta rozaba el punto de lo perverso; un verdadero amante capaz de llevarte hasta el clímax con solo respirar cerca a tus zonas erógenas. No había forma de resistirse al candente hombre que se pavoneaba con orgullo por toda la habitación consciente y orgulloso de su desnudez; ella lo sabía por eso seguía cayendo de nuevo en el maldito abdomen del hombre como si de la miel se tratara.

Una vez estaba bien, fue lo que se trató de hacer creer durante los días después de haber tenido al pelinegro comiéndose literalmente su vagina. No lo iba a repetir, se dijo, solo fue una situación influenciada por el exceso de copas en la reunión de cumpleaños de su mejor amiga; era más que claro que el hermano menor de su amiga estaba más que vetado.

Había sido una equivocación la primera vez dejándose convencer por el alto que le sujetaba la cintura con posesividad susurrándole obscenidades en el oído tratando de convencerla de que nadie los veía, que su hermana ni siquiera estaba cerca y que si se ausentaban veinte minutos nadie lo notaría. Sexo rápido,  peligroso, lleno de adrenalina, desesperado y tan repentino que agradeció haberse depilado esa tarde porque estaba cediendo muy rápido.

Haberlo hecho en el baño de la casa de su mejor amiga había sido tan ridículamente bueno que la pena que le ocasionaba el tener que enfrentarse a ese lugar días después valía completamente la pena. En definitiva verse a través del espejo siendo empotrada en el mueble del lavamanos por un hombre que le doblaba el tamaño era una imagen que estaba segura no desaparecía tan rápido.

Bien, era obvio que la primera vez había sido un error, estaba borracha y caliente por los meses que había estado en abstinencia, pero cómo justificaba entonces la segunda vez... y la tercera, y la cuarta y la quinta. No, no tenía excusa pues no solo estaba sobria sino que por voluntad propia le escribió al seis años menor que fuera a su casa a pasar la noche con ella.

Al ser consciente de la insaciable necesidad de tener al chico entre sus piernas se decidió por analizar qué la tenía tan embriagada, llegando a la conclusión que el hecho de que a él le gustara hacerlo en el balcón a la vista de sus vecinos era un punto a favor en su interminables lista de increíbles atributos. Tampoco pudo pasar por alto su abdomen marcado, sus prolijas facciones, la afilada mandíbula y esos ojos oscuros que parecían ser el vórtice que la sumergía cada vez más.

Pero no solo era su cuerpo también era como usaba cada parte de este para hacerla tocar el cielo, sus grandes manos recorriendo desde la punta de sus pies hasta llegar a sujetar el más fino de sus cabellos era la imagen que solía recrear en su mente cuando se masturbaba. Después de un mes de haber tenido sexo cada día del fin de semana había llegado a la conclusión que lo que mejor sabía usar Lucas era su lengua enrroscándola en todas las partes sensibles de su piel haciéndola gritar sin siquiera penetrarla.

Habiendo tenido una cantidad de al menos treinta encuentros sexuales, algunas veces hasta tres rondas al día cuando se podía, la profesional de ventisiete años llegó a la conclusión que ya no era solo el sexo lo que la seguía haciéndole llamar cada noche buscando escuchar la voz gruesa del joven. Creía que podría ser una suerte de apego debido a que ahora compartía más tiempo con el apenas legal en todo el mundo, que con su mejor amiga o su familia o incluso su trabajo pues a veces se volvía improductiva por la cantidad de escenas sacadas de una pornografía que pasaban por su cabeza.

Sin embargo había un gran obstáculo que le impedía reflexionar sobre lo que podría sentir o no por el de labios abultados y ese era en definitiva la hermana mayor de Lucas. Porque cómo se le explica a tu mejor amiga de infancia que te la pasas desnuda con el hombre que prácticamente ambas vieron crecer y a quien solían molestar por ser pequeño y llorón.

Correcto, ella era un problema, pero también lo era el hecho de no tener claro que clase de relación había entre ambos y es que o a los dos les aterraba esa clase de conversaciones o eran demasiado hormonales como para sostener un diálogo sin terminar desnudos. No obstante las actitudes poscoito de ambos no facilitaban el esclarecimiento de la situación.

Se había vuelto costumbre que el menor que aún vivía con sus padres y asistía a su tercer año de universidad se quedara en su casa a pasar el fin de semana, de esa forma se ahorraría tiempo pues era claro que al otro día también estaría ahí. Con las rutinarias amanecidas vinieron las actividades de pareja como preparar el desayuno juntos, ayudar con las labores domésticas y pasarse la tarde acostados en el sofá mirando películas  o simplemente disfrutando de la compañía del otro.

Era inevitable que a su edad empezara a sentir la necesidad de establecer una relación a futuro, tal vez casarse, vivir con alguien y si la vida se lo permitía tener hijos, pero sabía que Lucas no era esa persona. Por más cómoda que empezara a sentirse con Wong Yukhei, ella sabía que no era el hombre indicado para su sueño de cuentos de hadas.

No, Yukhei era el fuckboy promedio con el que todos en su adolescencia fantasearon; un hombre alto, que viste de cuero, maneja una moto y en las noches se emborracha con sus amigos. Bueno, tal vez Lucas no pasaba tanto con sus amigos últimamente, pero aún le gustaba conservar esa imagen de chico malo frente a sus conocidos.

Si bien en la privacidad de su apartamento el pelinegro era como un oso de peluche gigante, ella sabía que era demasiado joven para atarlo a su plan de formar familia. Aún no se gradúa de la carrera, no ha experimentado el mundo laboral y todavía está quemando los años con mayor libido sexual; era más que una afirmación que el chico no tendría una relación seria.

- Hay que acabar con esto.

Era domingo al atardecer justo una hora antes de que Lucas se fuera de su casa para retomar su vida normal donde ella no tenía cabida y él tampoco en la suya. Acostados en el sofá compartiendo un té, cerró el libro al que le había perdido el hilo hacia tiempo para mirar con seriedad al hombre acostado en su regazo.

- ¿A qué te refieren, Noona? - el chico se levantó de su posición para quedar de frente a esos ojos que trataban de no dudar.

- Nuestra relación o encuentros sexuales o como quieras llamarlo. Hay que acabarla - su voz se quebraba de a poco.

- ¿Eso es lo que quieres? - el pequeño miedo que había antes en Lucas desapareció mostrándose ahora frío.

- Sí, es lo que quiero - se cruzó de brazos.

- Bien, respóndeme algo - se acercó peligrosamente - Durante estos dos meses, ¿Solo fui sexo para ti?

Tragó en seco, abrumada por la mirada del otro, por su cercanía y la forma en cómo su energía irradiaba ira que parecía empezar a sofocar el ambiente. No se iba a confesar, de eso estaba segura, sus sentimientos y su mente no la iban a traicionar como siempre este vez; no sufriría innecesariamente.

- Es lo que fue ¿No?

La respuesta pareció enfurecer al pelinegro que casi sin gesticular la jaló a con fuerza bruta a su regazo no importándole el gemido de dolor emitido pues de inmediato lo acalló en un beso cargado de desesperación. No entendía lo que ocurría ni por qué el usualmente controlado chico ahora parecía atacarla de forma desordenada como si la molestia le hubiera nublado el juicio.

No había delicadeza en sus acciones, y aunque eso debía asustarla por el contrario estaba disfrutando de ser sujetada con tanta posesividad como si los largos dedos quisieran dejar marcas por si pálida piel. Se negaba a pensar en las razones de las acciones del contrario cuando ya se estaban deshaciendo de la cómoda ropa de dormir.

Sin preocupaciones, sin sentimientos, sin consideraciones tal como la primera vez Lucas no la dejó adaptarse a la oleada de sensaciones penetrándola hasta el fondo produciendo un grito de dolor y placer pues las dos veces que lo habían hecho antes no eran suficiente preparación para recibir el grueso pene. A pesar de ser ella quien lo montaba era más que obvio quién tenía el control casi que cargando todo su cuerpo con esas grandes manos para hacerlo estrellar contra el caliente miembro que alcanzaba ese ángulo donde podía ver estrellas.

Nuevamente eran una caos de fluidos, corporales, gemidos entrecortados, maldiciones y cuerpos que pedían a gritos la liberación. El sexo con Lucas seguía siendo obsceno, sucio, excitante y hasta perverso, pero justo en ese momento a una estocada más de venirse pudo sentir que el cosquilleo no era solo sexo.

- Para mí eres mucho más que solo sexo, Noona.

NCT  [One shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora