Salvarme (Taeil)

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'Nena nunca voy a ser un superhombre'

Estaba seguro que era la décima vez que cocinaba algo diferente de desayuno pues ella no quería nada de lo que le ofrecía, había preparado huevos, panqueques, salchicha, sandwich, carne, bolas de arroz y hasta sopa pero nada lograba convencerla. Solo respondía con un 'no se me antoja', suspiró cansado pues no sabía qué más podía darle para que estuviera satisfecha y estaba seguro que si se rendía se enojaría todo el día aplicándole la ley del hielo. 

- ¿Por qué no puedes hacer algo rico? - chilló desde el comedor 

- Lo siento, amor, estoy haciendo lo mejor que puedo - contestó mientras cocinaba 

- Sabes qué, mejor no hagas nada. Se me hace tarde para mi cita médica - sin darle tiempo a oponerse tomó sus cosas y se fue. Taeil refunfuñó en la soledad del lugar y casi lanza el sartén con todo el alimento pues se sentía frustrado. 

¿Cuando había empezado todo eso?, ¿por qué ya no podía complacerla en nada?, ¿en qué momento de la relación se convirtió en un sumiso Taeil? Al principio realmente lo hacía porque le gustaba verla feliz, ver como sus ojitos se entrecerraban mientras mostraba todos sus dientes, le encantaba que después de ser mimada le decía que lo amaba y lo llenaba de besos por todo el rostro.

Ya no había ni rastro de lo que algún día fueron, solo quedaban los comentarios hirientes que le hacía cada que no era capaz de complacerla, ya ni el sexo era un escape entre ellos haciendo más frustrante la situación. La amaba, realmente quería convencerse de que era así, pero no sabía porqué el amor dolía tanto, era asfixiante estar juntos pues ella solo sabía maltratarlo haciéndolo sentir inútil. 

Era cierto que su trabajo no era tan bueno como el de ella pero él estaba orgulloso de lo que ganaba y hacía como profesor en una guardería sin embargo para ella eso era demasiado vergonzoso mintiendoles incluso a sus padres y amigos acerca de la profesión de su prometido. Para ella Taeil era como el esposo trofeo que debía servirle en todo y nunca quejarse al respecto, realmente estaba cansado de llevar esa relación pero luego de cuatro años es difícil desapegarse a la rutina y costumbre. 

Llamó a su mejor amigo y compañero de trabajo, Haechan, para que salieran por un café pues necesitaba urgente despejar su mente y en vista de que lo más seguro era que ella no llegaría hasta la noche, pasaría su día libre con su amigo. 

Cuando se encontraron en la cafetería cerca al barrio donde vivía el menor, Heachan pudo notar de inmediato el rostro triste de su amigo y como sus ojos reflejaban el rastro de algunas lágrimas secas. Él más que nadie sabía la razón detrás de la tristeza de su amigo y eso solo le causaba impotencia, ¿cómo podía alguien no valorar el increíble ser humano que era Moon Taeil?, detestaba a esa chica con todas sus fuerzas y más de una vez había intentado convencer al mayor de que la dejara pero era ignorado. 

- ¿Qué hizo esta vez? - su tono era de molestia y cómo no estarlo. 

- No le gustó el desayuno - el chico rodó los ojos pues le parecía la razón más estúpida para que la bruja esa haya hecho sentir así al mayor. 

- Es una idiota, debes dejarla Taeil y lo sabes - suspiró molesto 

- Lo sé, lo sé, pero no es tan fácil 

- Siempre dices eso, pero no haces nada al respecto

- Solo tengamos una linda tarde, ¿podemos?

- Bien - había sido derrotado como siempre - pero tendrás que acompañarme al teatro, una prima hará una presentación de ballet y ha insistido demasiado para que vaya a verla.

Después de tomarse el café y acompañarlo con algunos pasteles, fueron al ballet y a pesar de no estar muy emocionado con la idea prefería eso que estar solo en su espacioso apartamento. Para su sorpresa fue realmente hermoso, la forma sincronizada en la que todos bailaban de puntillas le parecía casi hipnótico, era ver arte y eso logró despejar su mente como solo pocas cosas lograban hacerlo en ese tiempo. 

Después de acabar la presentación, los dos se quedaron afuera del teatro esperando a la prima de Haechan la cual tardó un poco en aparecer pues debía cambiarse y quitarse el pesado maquillaje. Cuando la vio sintió lo que algunos llaman atracción a primera vista, era realmente hermosa, sus facciones delicadas y los labios abultados le parecieron esculpidos por los dioses; tragó en seco tratando de no parecer estúpido cuando se presentó. 

- ¿Qué les pareció? - tenía una sonrisa hermosa que marcaba un hoyuelo en su mejilla derecha.

- Estuviste increíble, enana - el chico le despeinó el cabello 

- Tenemos la misma edad, bobo 

Su personalidad radiante fue lo que atrapó a Taeil desde ese momento, t/n era una persona amorosa, delicada y que se preocupaba en extremos por los demás. Siempre se mostraba alegre a pesar de las dificultades y fue por eso que no pudo dejar de hablarle ni de verla por más que se sintiera culpable. 

Su mejor amigo trataba de convencerlo de que estaba bien si empezaba a sentir algo más por alguien pues en su rota relación ya no había nada más que dolor, entonces él merecía ser feliz, liberarse de lo asfixiante que era y lo mal que lo trataba. Al principio no fue fácil pues Taeil desconfiaba de la chica porque su corazón era resentido y le advertía que ya había caído una vez en esa falsa amabilidad. 

Sin embargo esa castaña seis años menor que él era una fuente inagotable de energía, siempre lo hacía reír con sus ocurrencias, era positiva frente a lo que hacía y con el tiempo logró atraparlo haciendo que se cuestionara si realmente había llegado a amar a la que era su actual novia. No recuerda que su corazón se hubiera sentido así incluso los primeros meses de relación no se comparaban a el torbellino de sentimientos que le provocaba t/n.

Habían pasado tres meses desde su primer encuentro y aunque las cosas en casa seguían igual a él parecía ya no importarle las palabras hirientes de su novia, ya ni siquiera se esforzaba en complacerla. Si no le gustaba el desayuno le decía que se comprara uno, no le rogaba en las noches por sexo ni se preocupaba por evitar discusiones sentía que volvía a tener voz y eso le gustaba muchísimo. 

Esa tarde fue la gota de rebasó el vaso haciendo que Taeil tomara el valor de dar por terminada la relación, no permitiría que le gritaran de nuevo ni que lo hicieran sentir inferior, él también merecía amor y la chica de cabellos castaños se lo había demostrado. Se puede amar bonito sin necesidad de vivir con miedo ni  dependencia y aunque fuera difícil desacostumbrarse, Taeil estaba dispuesto a hacerlo pues ahora tenía un rayito de luz. 

NCT  [One shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora