Pecado (Kun)

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A Qián Kūn no le importaba mucho las leyes sociales, los gobiernos, los parámetros a seguir ni mucho menos la profesada moral que la religión impartía. Era más bien escéptico a cualquier clase de imposiciones externas y tras quince años luchando por sobrevivir en el cruel mundo de las inversiones en la bolsa, estaba seguro que las únicas leyes que servían eran las que tu mismo te ponías.

Al contrario de lo que las personas afectadas por sus acciones pudieran pensar, él no era una persona sin ley ni Dios; tenía la creencia de que si no te ponías límites tu vida acabaría en un carrusel sin frenos y eso ya lo había experimentado, no era sano ni productivo para su patrimonio. Además de tener limitaciones con la forma en que disfrutaba y trabajaba también tenía dos normas morales claras que por nada del mundo debía infligir.

Primero, nunca estafar o aprovecharse de familias en necesidad o lastimar a niños pequeños. Su trabajo implicaba tomar cualquier ventaja que se le presentara así eso lo llevará a traicionar un amigo o acabar con un próspero competidor sin piedad alguna; las amenazas y muertes 'accidentales' también contaban, pero las veía como un mal necesario.

Su segunda y más importante regla que le había permitido llegar a los 35 años con un capital por encima de los billones era Jamás por ninguna circunstancia enamorarte. Lo había aprendido a la fuerza en sus primeros años cuando quiso casarse con su novia de la universidad y esta terminó robándole las pocas propiedades que había conseguido.

Con el paso del tiempo su desconfianza frente al amor solo había aumentado exponencialmente, la mayoría de las mujeres que se le acercaban lo habían con los ojos casi que en forma del signo del dinero y las detestaba. Al principio se sentía herido cuando después de darles todo de sí estás se iban sin más, pero luego aprendió a no encariñarse y simplemente saciar sus necesidades con ellas sin darles lo que querían a cambio.

Esa era su juramento inquebrantable, el que lo mantenía en pie en su trabajo, cuerdo a pesar de los afanes de su vida y con el que al ser cumplido se sentía mucho mejor. Sin embargo y como él mismo había dicho, las leyes cambian, la moral se moldea a conveniencia y los límites que con esfuerzo forjamos se empiezan a desdibujar frente a un suceso en particular.

Y ahora tendría que enfrentarse a un suceso con nombre y apellido, de carne y hueso, que hablaba se reía e iluminaba cualquier salón solo con su presencia. Qián Kūn tendrá que evitar caer completamente por la hija de un hombre mucho más rico que él y que con suerte podría convertirse en su aliado más importante si tan solo dejara de mirarle las piernas a la hijita de papá.

La tarea no era precisamente fácil, especialmente por las curvas pronunciadas que parecían casi irreales en una mujer, no eran exageradas pero todo esa tan prolijo que era imposible no alejar sus ojos cuando usaba vestidos ajustados. No podía negar que la piel canela era su debilidad más grande, sin embargo eran los ojos grandes color caramelo que terminaban por desarmarlo completamente.

La primera vez que la conoció fue en una visita a la oficina del señor Park el cual lo esperaba en compañía de sus asesores y ahí estaba ella, sentada al lado del hombre que claramente le triplicaba la edad. Desde el momento en que entró junto a sus abogados no pudo despegar la vista de la castaña de traje azul marino que lo miraba como si ella fuera la cazadora.

Aunque no solía desvalorar el trabajo y la capacidad del otro género, no pudo evitar sorprenderse cuando la jovencita empezó a hablar de números con tanta propiedad que se auto preguntó si él realmente sabía algo. Ella era magnífica en cada acción y palabra que salía de su boca, elegante en su andar moviendo las caderas sutilmente y hasta la forma en cómo alargaba las vocales al final de cada oración era simplemente hipnotizante.

Después de ese día le costó casi una semana quitarse la imagen de su sonrisa y si no la hubieran presentado como la hija del señor Park la habría invitado a un vino al término de la reunión. Inocentemente pensó que había sido solo un pequeño capricho a primera vista y que se le quitaría con el tiempo, pero para su mala suerte la joven era el puente entre él y el negocio próspero que tenía en mente; no podía cagarla acostándose con ella.

NCT  [One shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora