Capítulo 20

1.1K 87 35
                                    

Echo de menos el bosque, pero sin duda necesitábamos regresar a casa.

Peeta ya ha traído todas sus cosas, y nuevamente vivimos juntos. Es como si nunca nos hubiéramos separado.

Desde hace unos días volvimos, y me resulta extraño que Haymitch aún no haya venido a hablar con nosotros. O más bien, a gritarnos.

Dudo mucho que el enojo de Haymitch haya reducido. En realidad estoy segura de que ha sucedido todo lo contrario.

Tal vez debimos quedarnos más tiempo en el bosque. Pudimos haber venido a casa por suministros y haber regresado.

Salgo de mis pensamientos al ver que Peeta se sienta frente a mí, y que deja sobre la mesa dos tazas humeantes de chocolate caliente.

—Pareces preocupada —me dice, mientras se sienta frente a mí.

Tomo la taza y le doy un sorbo a la bebida.

—Lo estoy —admito—. Sólo estoy esperando el momento en que Haymitch entre furioso por la puerta.

Peeta estira la mano, y toma la mía.

—Todo estará bien.

—Conociendo a Haymitch, no lo creo.

Agarro una de las galletas que están frente a mí, y le doy un mordisco.

Me tenso al escuchar que de repente alguien abre la puerta de la cocina. Peeta y yo volteamos, y vemos a Haymitch.

Él se nos queda viendo, y me percato a la perfección de lo enfadado que se encuentra.

Lo sabía. Jamás va a perdonarnos.

Los tres permanecemos en un interminable silencio, sólo mirándonos entre nosotros. Hasta que decido intervenir:

—¿Qué haces aquí? —le pregunto, sosteniéndole la mirada.

—Creo que es evidente —contesta, apretando la mandíbula—. No puedo creer que me hayan engañado y se hayan salido con la suya.

—Haymitch —comienza Peeta—, yo...

Él niega con la cabeza.

—No quiero oírlo Peeta. Todo esto es su culpa —me señala.

Frunzo el ceño, y abro la boca para responderle. Pero él se adelanta:

—¡Qué estúpido soy por pensar que te habías resignado y que habías dormido toda la noche en tu casa! —mueve bruscamente las manos, completamente encolerizado—. ¡Siempre ves sólo por tu propio beneficio! ¡¿Cuánto te cuesta entender que Peeta necesita ayuda?! ¡¡No todo gira a tu maldito alrededor!

—Haymitch... —interviene Peeta.

Él vuelve a negar con la cabeza, y lo mira.

—No me importan sus excusas, ahora sí voy a asegurarme de que vayas al Capitolio.

—No —respondo con firmeza—, él va a quedarse conmigo.

Haymitch vuelve a mirarme, e intenta acercarse a mí pero Peeta lo detiene.

—¡¡Mejor cierra la boca!! —alza la voz, y se deshace bruscamente del agarre de Peeta—. ¡Entiende que no le haces ningún bien! Sólo vuelves con él cuando se te da la gana. Y eres tan egoísta, que a pesar de que sabes que él necesita ir al Capitolio, lo obligas a que se quede aquí contigo.

—¡Tú no tienes ningún derecho de meterte en nuestra relación! —le grito, mientras me levanto—. ¡Entiende que ya no somos tus marionetas, a quienes manipulabas supuestamente por nuestro bien! ¡Hemos tomado una decisión y ya lo hemos hablado!

Volver a vivirWhere stories live. Discover now