Capítulo 36

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No sé en qué momento ocurrió. Pero hace unos días, Willow cumplió ocho meses.

Es increíble lo mucho que ha crecido.

Estos meses han sido una completa locura, y cuando Peeta y yo creímos que ya tendríamos un poco de paz, a Willow le comenzó a salir su primer diente, y volvieron las noches sin dormir. Por fortuna, mi madre estuvo al pendiente de ella, y nos dió varios consejos para calmarla.

Y hace tan sólo unas semanas, volvió la tranquilidad, y nuestra bebé comenzó a dormir más horas seguidas, con lo que hemos podido descansar mucho mejor.

Bueno, sólo por las noches, porque ella ya ha comenzado a gatear y nada la para.

Desde que Willow cumplió tres meses, Peeta retomó su rutina y va a la panadería todas las mañanas. Pero ha reducido considerablemente su horario y pasa casi todo el tiempo en casa. Se va toda la mañana, y cuando llega a casa para comer, se queda con nosotras.

Ahora que Willow ha crecido, por supuesto que quiere que la llevemos afuera. Casi siempre la llevo a la pradera, incluso al bosque. Y también ya me animo a llevarla a la ciudad cuando tengo que ir por las compras, incluso hemos ido a la panadería.

Al principio me incomodaban las miradas indiscretas que le dirigían, pero eso parece ser cosa del pasado, y la gente ya no tiene interés en ella. En cambio, cuando la ven, siempre me dicen lo linda que es.

Ella parece haber sacado eso de su padre, gustarle a la gente. Y me agrada.

Lo que no sacó, fue su paciencia. En ese aspecto se parece bastante a mí.

Me tapo la boca para no reír al ver que Effie se levanta con trabajo del suelo, y toma el pequeño zapato blanco que Willow acaba de aventar.

A mi hija le encanta hacer ese tipo de cosas, aventar cualquier cosa que esté a su alcance y esperar a que la recojamos y se la demos. Al menos conmigo y con su padre sabe que no funcionará, pero Effie siempre es la que cae en su juego, y a Willow parece divertirle que lo haga.

Effie regresa junto a mi bebé, quien está sentada sobre la manta, y le da el zapato.

Willow lo toma, lo mira, y después vuelve a aventarlo.

Mira a Effie, y se echa a reír.

—¿Por qué detestas tanto los zapatos? —se queja.

—Es incorregible —dice Haymitch, mientras se acomoda en el sillón—. Igual que la madre.

Lo miro de mala manera, y Peeta se ríe.

—No digas eso —toma a Willow, y la pone sobre su regazo—. Dile que no es verdad al tío Haymitch. Que es sólo que tú adoras estar descalza porque hace calor.

Le besa la mejilla, y ella lo mira con adoración.

Willow parece adorar a su padre tanto como yo. Y reafirmo lo que pensé cuando accedí a quedar embarazada, él es un grandioso padre. Es una dicha verlo con nuestra hija. Me encanta verlos juntos.

—Estás perdido chico —se ríe Haymitch—. Ni siquiera puedes hacer que se deje poner un zapato. Willow es todo una rebelde nata.

—Olvidas que es hija de Katniss —sonríe Effie—. No me extraña para nada que deteste que le diga qué ponerse, es igualita a su mamá.

Willow me mira, se suelta del agarre de su padre, y se acerca gateando a mí. Le extiendo el oso de trapo, ella lo toma, y se lleva la oreja del muñeco a la boca.

Me mira y me sonríe. Me encanta verla feliz, ella parece ser una bebé muy alegre. Y eso me llena el corazón.

La acomodo en mi regazo, y ella se deja.

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