Capítulo 21

1.1K 93 30
                                    

Muevo el pie con nerviosismo bajo la mesa, mientras intento pinchar con el tenedor el pedazo de lechuga que está sobre el plato.

Estoy haciendo mi mejor esfuerzo por aparentar que estoy tranquila, pero creo que con mi comportamiento sólo estoy demostrando todo lo contrario.

Me tiembla aún más la mano cuando veo de reojo que Peeta se me queda viendo.

—¿Todo bien? —me pregunta, y no puedo evitar que mi nerviosismo aumente aún más ante su pregunta.

Asiento con la cabeza, evitando a toda costa mirarlo. Solamente sigo comiendo, e intento fingir que no está ocurriendo nada conmigo.

Suelto un suspiro.

No puedo creer que sea tan cobarde.

He estado preparándome para este momento todos estos meses, y no puedo creer que siga sin poder hacerlo.

Siempre sucede lo mismo. Donde inconscientemente busco cualquier excusa para postergarlo.

Tanto es así, que he tardado casi seis meses en decidir hacerlo. Pero me juré a mí misma que hoy sería el día en el que finalmente le proponga a Peeta que intentemos tener hijos.

Tengo que hacerlo, sin importar qué estúpida excusa se presente para evitarlo....

Hoy lo haré.

Suelto el tenedor para evitar distraerme, y me atrevo a mirar a Peeta.

—¿No tienes hambre? —pregunta confundido.

Niego con la cabeza, y suelto un suspiro.

—No es eso —cruzo los brazos y recargo los codos sobre la mesa—. Tenemos que hablar de algo.

Su ceño se frunce, y deja de comer para prestarme atención.

—¿De qué?

Cierro los ojos por unos segundos, pero me obligo a abrirlos para poder mirar a Peeta.

Suelto un largo suspiro, e intento prepararme para lo que se viene.

Sé que una vez que lo diga, ya no habrá marcha atrás.

—He estado pensando... —comienzo, y me obligo a continuar—. He pensado mucho en realidad... y tal vez ya es tiempo.

Peeta frunce aún más el ceño, pero hay algo en su mirada que me indica que él sospecha a lo que me refiero.

—¿Tiempo? ¿Para qué?

Me miro las manos con nerviosismo, pero me obligo a levantar la mirada para que él sepa que estoy segura de lo que quiero proponerle. O que al menos intento estarlo.

—Tú quieres hijos —digo con toda la serenidad de la que soy capaz.

—Y yo te he dicho que esperaré hasta que estés lista.

—¿Y si nunca me siento lista para ello? —pregunto con seriedad—, ¿me dejarías?

Me doy cuenta de que la duda cruza por su rostro, pero se esfuma casi tan pronto como ha aparecido.

—Por supuesto que no.

—¿O qué pasa si no puedo tenerlos? —lo cuestiono—. Mi cuerpo ha sufrido mucho por los juegos, la guerra y por muchos años que sufrí de una desnutrición severa. Estoy segura de que eso es un factor importante para poder tener hijos.

Me aseguro de no perder de vista ninguno de sus movimientos.

—¿A pesar de eso quisieras seguir conmigo? —insisto.

—Katniss, creo que eso te lo he dejado claro en el pasado —responde con seguridad—. Yo quiero estar contigo, y no me importa si no tenemos hijos. Contigo es suficiente, y siempre va a ser así.

Volver a vivirWhere stories live. Discover now