Capítulo 10.

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Bajamos de la limusina y conmigo llevaba la charola de fresas con chocolate.

—Ven acá, ángel.

Lo seguí y me senté sobre la arena luego de que él tendió una sábana.

Dejé la charola al frente de nosotros, tome una fresa y comencé a comerla.

—¿Sabe bien?— rió.

—Ujum— asentí.

—Dame— hizo puchero.

Tomé otra fresa y la llevé hasta su boca.

—Sabe bien— dijo hablando con la boca abierta.

—Estas cosas me encantan— sonreí —Bueno, en realidad el chocolate me encanta.

—¿Cuál es tu chocolate favorito?

—Me gusta el blanco con trozos de galleta— mordí mi labio inferior —Es delicioso.

—Me gusta también. Todo chocolate es bueno— rió mientras se recostaba y yo hice lo mismo.

—¿Cómo te estás sintiendo?— lo miré.

—¿Por la palabra con "D"?— me miró alzando ambas cejas.

—Ajá— respondí mientras jugaba con mis dedos.

—Me siento con ansiedad, ¿sabes? Siento que lo necesito en ratos y en otros me siento bien, hasta me olvido de ellas.

—Es mejor así, además yo creo que puedes dejarlas.

—No lo se, consumo de todo desde los 17— me miró —Es difícil, me acostumbré.

—Pero es verdaderamente malo y lo sabes.

—Si, y soy un idiota por eso.

—Igual todos tenemos obsesiones— lo miré —y cometemos errores.

—Tu mal hábito es morderte las uñas, Val— rió mientras me miraba.

—Y es repugnante— reí con él.

—Eres perfecta, no trates de hacerme cambiar de opinión.

—¿Te cuento como fue que verdaderamente decidí ser doctora?

Él asintió.

—Bien, cuando tenía entre 9 y 10 años me pesaron en la primaria y yo era delgada, ¿sabes? Sin embargo había chicas más ligeras y delgadas que yo y no se porque comencé a sentirme gorda—  lo mire —inclusive obesa y ahí comencé a hacer esta estupidez de provocarme vómito y no comer— negué con la cabeza —Logré tener 10 kilos menos de mi peso ideal. Pero bueno, mis padres supieron de eso porque mi profesora de Valores se los dijo y fui a rehabilitación.

—¿Tu en rehabilitación?

—Si— asentí —Como sea, decidí que si quería perder peso sería de una buena forma no por la bulimia y anorexia.

—Te hiciste una persona sana.

—Si, me gustaba "estar bien"— hice comillas con mis dedos —Entonces soy algo así como una experta en la salud.

—Tal vez deberías ser pediatra o algo así.

—Me gusta ayudar y creo que brindo más como doctora.

—Es un gran oficio.

—Si, pero el punto no era eso— sonreí —El punto es que si una persona trastornada como yo pudo dejar sus malos hábitos y mejorar su vida, tu también puedes. Yo honestamente creo en ti— lo miré.

—No entiendo porque eres tan buena conmigo— respondió mientras negaba con la cabeza.

—Todos merecen apoyo.

—Eres mi ángel.

—Lo se— sonreí mientras me levantaba.

Me miró desde abajo y luego de unos segundos se levantó.

—¿Qué haces?

Bajé el cierre de mi vestido y sacudiéndome un poco lo dejé caer.

Su mirada me recorrió totalmente. De pies a cabeza.

Reí un tanto nerviosa, me deshice de los tacones y corrí hasta el agua.

Lo vi deshacerse de todo excepto sus boxers entonces entró.

—Ven— sonreí y él se acercó a mi.

—¿Si?— respondió mientras me miraba.

Coloqué mis manos en su abdomen mientras estaba de puntillas.

Se inclinó un poco hacia mi, acercaba sus labios a los míos entonces la idea de arrojarle agua abandonó mi cabeza, realmente iba dejar que besara.

Mi corazón se aceleró un poco al igual que mi respiración al sentir su cálido aliento sobre mis labios.

—Deseo tanto besarte, Val— dijo cuando me atrajo hacia si aferrándose fuerte a mi por la cintura —Deseo más que eso, si te soy sincero— me miró.

Mierda, yo estaba muriendo lentamente.

Muriendo por este chico al cual acaba de conocer hace menos de una semana.

¿En serio me gustaba? La respuesta la sabía, pero estaba en negación.

—Bryce— hablé bajito luego de unos segundos de silencio.

—¿Si, ángel?

—No beso en la primera cita.

—Cierra la boca— me ordenó —Voy a besarte, no cierres los ojos. No quiero saber que lo disfrutas.

Asentí tontamente y él terminó con la distancia que nuestras bocas tenían.

Sus labios se movían suavemente sobre los míos. Era un beso lento pero aun así me hacía sentir este pequeño hormigueo.

Sus ojos se cerraron entonces yo hice lo mismo.

—Tus ojos, ángel— mordió mi labio inferior levemente entonces lo miré.

Me separe luego de unos segundos y apreté los labios.

Él rió levemente mientras acomodaba mi cabello.

—Vamonos— tomó mi muñeca y salimos del agua.

Se colocó los pantalones y yo mi vestido.

—Besas bien, por cierto.

—Tu igual— lo mencionamos como si que los amigos se besaran fuera lo mas común.

—Deberíamos repetirlo— dijo mientras sonreía de lado.

Mordí mi labio inferior mientras negaba.

—Lo pensaré.

—Te gustó, ¿cierto?

—Si, estuvo bien.

Vi como se tensó su mandíbula entonces imaginé dos cosas:

1) Lo ofendí.

2) Lo hice molestar.

Ignoré eso, le di la espalda y acomode mi cabello.

Lo escuché acercarse a mi.

Me dio la vuelta, me tomó de la cintura, me acercó a él con cierta brusquedad y besó mis labios.

Un beso 100% real, de los buenos.

Sus labios se movían sobre los míos y trataba de seguirle el ritmo, separó mis labios con su lengua para así adentrarla.

Gemi levemente cuando sentí sus manos recorrer mis muslos y él acercó sonrió separándose un poco de mi.

—Eso si estuvo más que bien— admiti.

She Saves MeWhere stories live. Discover now