** Capítulo 2 **

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Andrew estaba preocupado por el mal clima, sacó la cabeza por la ventana y le gritó al cochero que se detuviera en el siguiente refugio que encontrara a su paso, ciertamente quería llegar a su destino, pero tampoco quería arriesgar a alguien por su capricho, ya fuera el cochero, los lacayos que le acompañaban o un caballo.


—Cuando dijiste que te aprovecharías de la buena hospitalidad escocesa para entrar a la fiesta de Lady McDonald, no me imaginé que el destino se pondría de tu parte favoreciéndote con una tormenta de esta magnitud —habló Phineas en un tono burlón.


—Es una señal clara del universo que quiere que recupere mis tierras.
—Aunque no me veo perdiendo el cuello con tal de que te salgas con la tuya. A este paso con suerte y llegaremos luego de la cena.


—Eso sería muy bueno para mí plan, aunque le he dicho a Philips que busque refugio, pero se ha negado diciendo que podemos llegar de manera segura. Así que tú y tu cuello pueden estar tranquilos.

—¿Crees que podrás estar cerca de la viuda y camuflar tu desagrado?

—Te confieso que eso me tiene nervioso, al parecer ella y Lady Simpon son muy amigas y no quiero decir algo que me juegue en contra.


—Puede que ella esté muy ocupada con sus invitados y al final ni se preocupe por entablar plática contigo.

—No creo que esté muy interesada en hablar conmigo así que ruego se mantenga alejada, eso en el caso que nos permita quedarnos.


—Es poco probable que quiera quedar como una mala samaritana frente a sus invitados. Por otra parte, ¿estás realmente seguro de querer casarte?


—Al principio no, pero luego de conocer a lady Eugenia creo que podremos llegar a un acuerdo bastante satisfactorio para ambos. Podrá quedarse en Escocia y yo puedo vivir en Inglaterra y volver a Greelane cuando me apetezca.


—Lady Eugenia es hermosa, se lo concedo, pero no la conoces de nada. No creo que yo podría sacrificarme tanto por una propiedad.


—Sabes perfectamente bien que no es sólo una propiedad. Si fuera sólo eso viviría de lo más feliz en Holdstoke Manor y ya.
—¿Cuál es el plan al llegar a McDonald House? —inquirió Phineas, cambiando de tema abruptamente al notar que Andrew empezaba a molestarse.


—Explicar que nos dirigimos a Dalmahoy a casa de los Rutland, pero debido al mal tiempo es imposible transitar por estos caminos y que no queremos arriesgar ni a nuestros empleados ni a nuestros caballos.


—Me estoy congelando aquí encerrado, por esta razón odio los viajes en carruaje. No hay nada mejor que galopar libre en tu propio caballo.

Andrew golpeó la pierna de Phineas, sonrió mientras su amigo, cuyo rostro estaba aplastado contra la ventanilla del carruaje, tartamudeaba despierto y se limpiaba el goteo de la boca.

—Me gusta mucho verte lavar la ventana con tu propia baba. —Se rio cuando Phineas murmuró palabras ininteligibles antes de sentarse e intentar despertar.


  —¿Estamos aquí entonces? Un viaje espantosamente largo, ¿no es así?


—Deja de ser tan quejica, estás peor que mi anciana tía Gertrud y sus achaques.


Cruzaron el puente que los dirigiría a la entrada de la finca de la viuda, aunque por la hora no se podía observar muy bien el paisaje. La mansión era impresionante.
¿Qué tenían estás casas que parecían sacadas de un cuento?
Se veían casi mágicas. Y Andrew esperaba contagiarse de esa magia y que todo le saliera a pedir de boca.


Bajaron del carruaje y los lacayos ya tenían preparados un par de paraguas grandes para que no se mojaran al subir los escalones hacia la puerta. Tocó la aldaba de plata y salió a atenderles un mayordomo acartonado como la mayoría.


Andrew se preguntó si todos iban a una escuela de mayordomos en donde les enseñaban a verse iguales. Saliendo de sus pensamientos absurdos saludó y se presentó.

—Buenas noches, buen hombre. Somos el marqués de Wellingham y lord Phineas Brice y quisiéramos hablar con lady McDonald —dijo Andrew extendiéndole una tarjeta de presentación.

—¿Están invitados a la fiesta de lady McDonald? —preguntó suspicaz el mayordomo.


—Me temo que no, pero estamos en un apuro y necesito de la noble hospitalidad de milady.

—Iré a avisar a lady McDonald de su infortunio, esperen en el saloncito al lado del recibidor, allí podrán calentarse mientras ella envía una respuesta.
Andrew asintió con la cabeza y el mayordomo se retiró, dejándoles en un saloncito que a pesar de ser pequeño era bastante cómodo y acogedor.


***


Cecilia se encontraba en el salón de música acompañando a algunos de sus invitados que disfrutaban de una pequeña velada musical para las personas que no estaban cansados del exhausto viaje hacia McDonald House. En aquel momento se deleitaban de una melodía que tocaba su amiga Eugenia de manera magistral en el pianoforte, era una melodía escocesa muy alegre que le provocaba ganas de bailar. Vio que se abrían las puertas del salón, era un sirviente que detallaba la sala buscándole, y cuando la encontró se encaminó hacia ella. Caminó encontrándose a la mitad del camino con el sirviente de vuelta a la salida de la sala de música y se dirigieron a un lado lejos de oídos indiscreto.


—¿A que debo esta interrupción Morris?  —preguntó al percatarse que estaban solos.
—Milady, disculpe la intromisión, pero en la entrada está lord Wellingham y lord Brice —respondió su mayordomo impertérrito.

—¿Qué hacen aquí? —El nerviosismo resonó en su voz.

—Al parecer no pueden pasar debido a la tormenta.

Caminó rápidamente hacia la entrada de la casa, seguida de su amiga Megan que le vio salir de manera apresurada y pensando que necesitaría su ayuda fue en su auxilio. Nadie podía ayudarle puesto que deliberadamente no envío invitación a ese par de individuos, lo menos que quería era estar cerca de ellos, en especial de Wellingham, los recuerdos aún eran dolorosos.

—¿Qué sucedió, Cecilia? —curioseó Megan al ver el semblante tan serio de su amiga.


—Unos individuos que dicen necesitar ayuda.


—¿Hay alguien en tu puerta pidiendo ayuda? ¿Quién será?

—El marqués de Wellingham y lord Brice.


—¿Llegaron tarde a la fiesta? ¿Qué les pasaría?


—No llegaron tarde, yo no les invité.


—¿Cómo? ¿Porqué hiciste eso? Es lo mejor que podría pasarle a tu fiesta para ser un éxito total. En Edimburgo todos estaban hablando de ellos en el baile de los Bowie hace unos días. Te imaginas la cara de lady Evelyn Ogilvie al saber que los tuviste aquí. Aceptémoslo, no tienes de invitados muy buenos partidos, y siendo ellos dos jóvenes apuestos y gallardos esto se convertirá en el evento de la temporada.


—Sabes que mi padre no es muy agradable con los ingleses.

—Por una vez debes imponerte a tu padre, ya eres una viuda respetable por segunda vez, y eso sin contar que esta casa es tuya. Si quieres que tu fiesta esté en boca de todos, diles que su invitación se perdió, pero que te alegras de que estén aquí, así evitas agravios a sus señorías.


—Primero averiguaré por qué están aquí. Luego veremos qué pasa. —Cecilia dio por terminada la conversación.



¿Que pasará en la fiesta?
¿Se harán los sueños realidad?
¿ Quién atrapará primero un inglés Megan, la decidida o Eugenia, Lucky Gennie?

Nos leemos un par de veces más está semana, aún no se qué día así que estén pendientes,
¡¡ Hasta la vista babies!!

Nos leemos un par de veces más está semana, aún no se qué día así que estén pendientes, ¡¡ Hasta la vista babies!!

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Las Mentiras del MarquésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora