**capítulo 5**

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Pasó el resto del día ayudando a Cecilia a terminar los últimos detalles de la fiesta, quien terminó rendida tomando una siesta antes de la cena. Eugenia no sé percató de que se le hizo tarde para bajar a cenar y se arregló lo mejor que pudo, pidió a su doncella que le arreglara el cabello de una manera hermosa, pero que no tomara mucho tiempo, claro está.

No sabía el tipo de brujería usó Jane para dejar su cabellera de rizos rebeldes impecable en tan poco tiempo, pero estaba bastante satisfecha con el resultado.

Andrew se durmió un rato, y fue sólo cuando Giovanni, su ayuda de cámara, lo despertó para la cena que se dio cuenta de lo tarde que era. Se vistió velozmente y escuchó el sonido del gong de la cena en las profundidades de la casa.

Una vez listo abandonó la habitación y caminó rápidamente por el pasillo, esperando la noche que se avecinaba.
  Jugueteó con su chaleco y no escuchó la puerta de otra habitación abrirse ni vio a la mujer que se abalanzó sobre él con una fuerza que lo hizo tambalearse. Instintivamente, extendió los brazos para evitar que ella cayera. No funcionó, ella lo empujó hacia atrás, y ambos terminaron en el piso, el delicioso y flexible cuerpo de lady Eugenia encontró su hogar encima del suyo.

  —¿Tiene prisa por cenar, mi señora?
Ella se apartó de él con los ojos muy abiertos por el horror.

  —Me disculpo, milord. 
Eugenia se puso de pie, ajustándose el vestido, que él acababa de notar y el color trepó por sus mejillas.

Esa noche Eugenia optó por vestirse de un rojo satinado y profundo, sus labios brillaban con un toque de colorete y comprendía que para un marqués su aspecto podría ser demasiado… inapropiado; no obstante, eso a ella le importaba poco, porque su intención era justamente llamar su atención e impedir que sus ojos quisieran desprenderse de su cuerpo.

Andrew sintió como el aliento en sus pulmones se detuvo y por un momento simplemente la miró fijamente. Sabía que tenía mechones rojos, pero esta noche, enrollados en lo alto, sus feroces ojos verdes y su vestido la hacían parecer la chica escocesa más deliciosa que jamás había visto.
  «Maldita sea, ella definitivamente es hermosa».

  —Debería haber estado observando por dónde iba. Normalmente soy bastante puntual y cuando escuché el gong de la cena, y no estaba ya abajo, me apresuré. Lamento no sólo tropezarme con usted, sino…

  Andrew hizo a un lado sus preocupaciones mientras se limpiaba el polvo de la ropa.

—Fue mi culpa, debería haber estado prestando atención a mis pasos en lugar de ajustar mi chaleco.

Ella se sonrojó graciosamente, pero asintió.

—Por supuesto, ¿entonces bajamos las escaleras juntos?

  —Sera un placer.
Su corta caminata hasta el comedor no fue lo suficientemente larga. Ahora que estaba con ella, no quería separse ni compartir su tiempo con otras personas. Su cortejo requería que él estuviera con ella, preferiblemente a solas, o al menos separados de los demás invitados. ¿De qué otra manera podría hacer que se enamora de él?

  Para cuando entraron al comedor, los otros invitados estaban tomando asiento. Andrew llevó a la señorita Eugenia a su silla, dedicándole una pequeña sonrisa antes de pasar al lugar donde la anfitriona lo había colocado, que afortunadamente estaba directamente a su lado.

  —Qué suerte para nosotros que seamos compañeros de cena. Andrew se sentó, colocando una servilleta sobre su rodilla.

  Eugenia sonrió de acuerdo.
—¿Cómo se sienten usted y su amigo en Edimburgo, milord? ¿Están disfrutando de nuestra temporada aquí en Escocia?

Las Mentiras del MarquésHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin