** Capítulo 25**

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Andrew esperó junto a las amigas de Eugenia hasta que  terminó la contradanza.  Y aunque podía sentir sus miradas de reproche no se movió de allí.

Eugenia se acercó caminando lentamente, demasiado lento para su gusto, llegando con un aire de suficiencia hasta donde él se encontraba, sus hermosos ojos verdes lo veían con ira, dolor y algo que no podría decifrar que le gustaría fuera anhelo, realmente parecía una reina emanaba un aura imponente, una mujer fuerte como una Valkiria del Valhalla, que no se amedrenta ante nada, ni nadie.

—Gracias por el baile Milady. —dijo el idiota de Winchester, con cara de borrego a medio morir. —Le dejo ahora junto a sus amigas hasta nuestro próximo baile, espero no lo olvide, dado que es un vals—.

—¡¿Qué?! Eso sí que no, Andrew no iba a permitir que ese petimetre bailara dos veces con ella y mucho menos un vals, todos los vals que su esposa bailara desde ahora y para siempre, lo haría con él. Así que poniendo su mejor sonrisa contestó por ella.

—Lo siento mucho Winchester, pero mi esposa Lady Eugenia, marquesa de Wellingham, no sabía que llegaría a tiempo y ella me ha prometido todos los vals que bailará en su vida, a mí. —Afirmó con una sonrisa en los labios. El jadeo conjunto de las personas que se encontraban alrededor confirmó que para  nadie pasó desapercibido el tono mordaz en sus palabras hacia el vizconde.

Lo sentía mucho, si estaba haciendo el tonto, causando un escándalo, e incluso haciendo pasar vergüenza a su esposa ante sus amigas, pero necesitaba tomar medidas contundentes.  Volteó su mirada para saber que opinaba Eugenia sobre su actitud posesiva, pero grande fue su sorpresa cuando al no  encontrarle allí y ver que se escapaba  saliendo por las puertas que daban a la terraza. Se despidió rápidamente de las personas a su alrededor y se dirigió al lugar en el cual ella se encontraba.

Ignoró a todas las personas que querían saludarle a su paso, o darle la bienvenida por su vuelta a Londres. Y se dirigió con paso decidido hacia las puertas francesas que daban a los jardines.

—Eugenia espera por favor.

Ella apresuró el paso queriendo esconderse de él, por supuesto él no lo permitiría bajo ningún concepto. Ellos tenían que hablar. Ella debía escucharle. Cuando estaba cerca de ella la tomó del brazo un poco más brusco de lo que le hubiese gustado y la volteó para que lo enfrentara de una vez por todas.

—Buenas noches, esposa.

—Buenas noches, milord.

—Sabes que hace mucho dejamos atrás  las formalidades entre nosotros.

—Eso era cuando usted se estaba burlando de mí. Cuando se acabó la farsa volvimos a las formalidades.

—No ha sido una farsa para mí.

—Por supuesto, usted tenía claro su objetivo desde el primer momento.

—Puedes escuchar mi versión de los hechos, por favor.

—¿Que más tengo que escuchar?

—Hay muchas cosas pero antes dime querida, ¿Cuando llegaste a Londres? Y otra pregunta: ¿Porque no utilizaste la casa que por derecho te pertenece?  y mejor aún quiero saber, ¿porqué nadie sabe sobre tu nueva situación? Que ahora eres una marquesa. Mi marquesa.

Creo haber sido muy clara al decirle que seríamos esposos de papel, así que no creí conveniente ir a su casa de Grosvenore Square. —Escupió Eugenia indignada. Por otra parte no tenía porqué humillarme de esa manera frente a Lord Winchester, mis amigas y parientes.

—Lo siento. Pero cuando se trata de ti me comporto como un idiota.

—No puedo creerle. Ya que usted es un personaje muy frío y calculador, nunca da un paso en falso.

Las Mentiras del MarquésWhere stories live. Discover now