**capítulo 13**

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  Andrew se quedó quieto, puso a trabajar su mente pues se encontraba dando vueltas para formar una respuesta y recordar todas y cada una de las mentiras que había dicho hasta ahora. Lady Eugenia no era tonta, y un desliz de su lengua, y su habilidad para conquistarla, y recuperar su propiedad, terminarían. Aunque seguía pensando que la propiedad era lo principal, en el fondo una vocecilla le aseguraba que  se estaba convirtiendo en algo secundario.

  Deseó poder tragarse su propia lengua estúpida. ¿Cómo salir de este lío de palabras que había creado? —Mi madre era escocesa y tenía una casa aquí, pero yo era demasiado pequeño para recordar dónde. Cerró los ojos un momento, odiando el hecho de que se había hecho parecer un idiota.

  —Qué lindo que tenga una conexión aquí también. Podría decir que me gusta un poquito más ahora que ayer, hasta me hace ignorar por un momento que es un inglés. —Dijo ella, mientras reía por lo bajo.

  Sus palabras burlonas hicieron que su sangre ardiera. Maldita sea la criada que los siguió unos pasos atrás. Quería a Lady Eugenia a solas para poder besar esa deliciosa y carnosa boca. De alguna manera, en los pocos días que la conocía, ella había comenzado a moverse bajo su piel, y en ocasiones había tenido que recordarse a sí mismo la razón por la que la estaba cortejando en primer lugar.

  Para recuperar Greelane. Convertirse en el señor de la gran propiedad escocesa que el hermano de Lady Eugenia robó en un juego de cartas sin fundamento. No porque ella lo hiciera querer estar cerca de ella, incluso por un momento lo hizo desear despertarse en esta gran tierra cada día.

  —¿Cuándo cree que regresará a Greelane? —Preguntó, necesitando cambiar el tema sobre sí mismo.

  —Al final de la temporada. Mi hermano ha dicho que puedo vivir allí mientras tenga una dama de  compañía aunque lo ideal sería un marido según él. Ella le lanzó una mirada curiosa. Usted también debe estar próximo a volver a Holdstoke Manor. No crea que olvidaré que me prometió una visita.

  La idea de tener a Eugenia a solas con él en su casa casi lo hizo gemir en voz alta. Qué diversión podrían tener si ese fuera el caso. No lo he olvidado. Me gustaría tenerle en mi casa incluso para algo más que una visita si estuviera abierta a la idea.

  Ella dejó de caminar y lo miró fijamente. Un pequeño ceño frunció su frente. —Le pido disculpas, Lord Wellingham, pero puede hacer esa pregunta de nuevo para asegurarme de que lo escuché correctamente, porque no estoy completamente segura de lo que quiere decir.

  Andrew miró a la criada. —Por favor, gire un momento e ignore todo lo que está a punto de escuchar, le dijo a la joven.

  —Si milord. La joven se volvió sin cuestionar su decreto.

  —Lady Eugenia Simpson. ¿Estaría dispuesta a casarse conmigo? Sé que no nos conocemos desde hace mucho tiempo, pero creo que encajamos perfectamente bien.

No había querido preguntárselo tan pronto. Demonios, apenas la conocía, pero ¿qué sentido tenía retrasar su demanda? Le gustaba, y la necesitaba para recuperar su propiedad ancestral. No tenía sentido posponer lo inevitable. Ella diría que sí ahora mismo, si decía que no, él tendría que persuadirla para que lo aceptara.

  Ella lo miró fijamente, con los ojos muy abiertos por la sorpresa. —¿ Realmente, me está pidiendo que me case con usted?

  Él asintió. —Lo hice,  sí—. Se inclinó hacia ella, besando su mejilla, el lóbulo de su oreja, su cuello. Ella se estremeció en sus brazos y él sonrió contra su cuello, respirando profundamente su dulce aroma a lavanda. —Di que sí, cásate conmigo y sácame de esta miseria, para que podamos estar juntos sin una criada.

Las Mentiras del MarquésWhere stories live. Discover now