**Capítulo 15**

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Andrew se apoyó contra la pared en el último evento en el cual se encontraba. Solo había pasado un día después de proponerle matrimonio a Eugenia y no pudo evitar que su mirada la siguiera por la habitación mientras bailaba el vals con Lord Bowie. Había algo diferente en ella esta noche. Su sonrisa era más brillante, sus ojos más vivos, y en cuanto a su vestido, bueno, no creía haber visto a nadie más hermoso en su vida.

Se recordó a sí mismo que su matrimonio era un medio para lograr un fin. Una forma en la que pudo hacerse con el control de su hogar ancestral que perdió su hermano. Para Eugenia, sin embargo, había comenzado a pensar que ella se preocupaba por él más de lo que merecía.

No le gustaba engañarla. No era culpa suya que su hermano hubiera sido un imbécil y hubiera perdido su propiedad en un juego de cartas, pero tampoco el hermano de Eugenia debería haberse apresurado a aprovecharse de la borrachera de Alexander.

Una voz tranquila le dijo que Laird Simpson estaba libre de cualquier mala conducta tanto como su hermana.

Rodó los hombros y entrecerró los ojos cuando el brazo de Lord Bowie se deslizó por debajo de la espalda de Eugenia, y ella se vio obligada a estirar la mano y apartarlo de su trasero.

Su mirada se encontró con la de él por encima del hombro del caballero y le guiñó un ojo. Andrew se atragantó con su whisky, recibiendo un golpe en la espalda de Phineas por su esfuerzo.

-Vaya, Wellingham. No necesitamos que te ahogues antes de tomar ese delicioso bocado escocés que es tu futura esposa. Asumo por tu mirada que la has reclamado y le pediste que sea tu esposa como estaba planeado.

Asintió una vez, aclarándose la garganta. -Lo hice, y ella dijo que sí. En cuanto a Lord Bowie, si su mano se mueve hacia debajo de nuevo sobre su persona, me veré obligado a romperle el brazo antes de que termine el vals.

Phineas se rio entre dientes, con una luz de complicidad en sus ojos. -Hablando de mujeres, debo decir que últimamente Lady Megan me está evadiendo. Desde nuestro regreso a la ciudad, ella me ha rechazado cada vez que le he pedido que baile o un paseo por el salón de baile. Creo que me está poniendo a prueba de alguna manera.

-O está tratando de hacerte saber de la mejor manera posible que no está interesada en ti.

Phineas lo miró como si le hubieran salido dos cabezas. -No seas absurdo, hombre. ¡Cómo podría no hacerlo! Soy el segundo hijo de un duque. Una alianza con mi familia beneficiaría a cualquiera.

-Excepto que es una heredera con su propia propiedad aquí en Escocia. Lady Russell necesita casarse contigo, tanto, como Lady Eugenia necesita casarse conmigo. Yo, sin embargo, dijo, lanzando una sonrisa a su amigo. Me he asegurado de tener el afecto de mi novia. De cualquier manera, no sabía que estabas interesado en pedir la mano de Lady Russell en matrimonio.

-Ella no es tu esposa todavía, le recordó Phineas, y no estoy interesado en casarme con nadie como ya lo sabes. -Dijo señalando a las dos mujeres mientras se reencontraban después del baile de Eugenia. Igualmente me puedes decir ¿Qué vas a hacer si su hermano rechaza tu propuesta?

Andrew había estado pensando en el tema, que era lo más importante en su mente. Si Eugenia se enterara del problema de juego de su hermano que llevó a que su hogar ancestral se perdiera en un juego de cartas y que la casa en cuestión ahora era su dote, se iría corriendo a las Highlands y nunca se casaría con él.

-Estoy pensando en fugarme con ella. Ahora que ha aceptado ser mi esposa, y dado que es mayor de edad, no veo el impedimento. Podríamos regresar al castillo de su hermano en Moy, informar a su familia de su estado de casada y ocuparnos de las consecuencias entonces. Por supuesto me aseguraré de consumar el matrimonio antes de esa fecha.

Andrew tomó una respiración profunda y tranquilizadora cuando la idea de tener a Eugenia a su lado, debajo de él, encima de él, queriéndolo solo a él, envió una lamida de calor a su columna vertebral. No sería ninguna tarea hacer suya a la escocesa pelirroja ardiente. Esperaba apoderarse de todos sus sentidos. De hecho, la idea lo mantuvo despierto la mayoría de las noches desde que la conoció.

Phineas soltó un silbido. - Sabes que Simpson te llamará a duelo o simplemente te asesinará si te casas con su hermana sin que él lo sepa. Por lo que sé del Laird, no es un muchacho pequeño y nadie con quien te puedas meter y salir bien librado.

Andrew tomó un sorbo de whisky, pensando en las palabras de su amigo. -Casado y con la unión consumada, no habrá nada que pueda hacer. Ciertamente no querrá matar al marido de su hermana y dejarla viuda. Ya, con Greelane de vuelta en mis manos, si Eugenia se molesta con la verdad, al menos tendré tiempo para convencerla de que la quiero. Trataré de hacerle ver mi lado de la historia. Ella podrá estar enojada por algún tiempo, pero creo que eso también pasará.

-¿De verdad crees que va a pasar? Ella nunca te perdonará si se entera de que te vas a casar con ella por su propiedad. Si la tierra no estuviera a su nombre, siendo sinceros ¿estarías en Escocia ahora mismo persiguiendo sus faldas? -Dijo Phineas con un tono de reproche en su voz.

No, Andrew sabía no lo habría hecho, pero eso no venía al caso. Tampoco importaba, ya no. Había algo en Eugenia que le gustaba, lo enloquecía. Disfrutaba de su compañía, se alegraba de haberla conocido, de tenerla como esposa. Se adaptaban de una manera casi perfecta, sin importar cuáles fueran las razones para traerlo aquí en primer lugar.

-Tendré que tratar de asegurarme de que la verdad no nos separe. -Contestó Andrew no tan confiado como quería parecer.

-Suenas como un hombre que se enamora y lamenta su elección. Te deseo suerte con eso, Andrew. Yo por mi parte me regreso a Londres mañana mismo, no hay nada aquí que me retenga, o que no pueda encontrar allá. -Dijo Phineas, saliendo a la refriega de invitados y desapareciendo poco después.

Podía hacerle entender a Eugenia, explicarle lo mucho que significaba Greelane para él. Si supiera la verdad, eventualmente lo perdonaría. Después de todo, no era como si ella no le importara. Claro que le importaba, y mucho. Le importaba más que nadie que hubiera conocido antes en su vida.

-Buenas noches Lord Wellingham ¿Puedo tener unas palabras con usted? -Dijo una voz que no esperaba volver a escuchar.




El capítulo anterior era muy chiquito y me pareció que esté lo complementaba bien, así que lo dejó de una vez.
Saludos y no olviden dejar voto y comentarios. Me gusta saber que opinan.

Las Mentiras del MarquésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora