**Capítulo 17**

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  Eugenia hizo lo que Andrew le pidió, encontrándose con él en las caballerizas detrás de la casa de Cecilia. Él la subió a su carruaje rápidamente, justo cuando éste se detuvo, gritando la dirección mientras cerraba la puerta de golpe. Se estaba comportando como un un ladrón que roba una joya preciosa. Apenas y le dio tiempo a gritarle a un lacayo y escribir una escueta nota de despedida para sus amigas.

  —¿Por qué vamos a Dalmahoy? —preguntó, mientras el carruaje se movía hacia adelante. Eso es una hora de distancia, al menos.

  —Necesito discutir algo contigo, y no necesito que respondas la pregunta hasta que al menos la consideres un momento en tu mente.

  —Muy bien, —concedió, recostándose en los cojines de cuero y juntando sus manos en su regazo. Estoy escuchando.

  Tomó una respiración profunda. —No deseo esperar a que hablemos con tu hermano, ni un compromiso largo. Quiero casarme contigo ahora mismo, en este preciso momento si fuera posible. Quiero que seas mía y de nadie más. A partir de esta noche.

  Por un momento, Eugenia luchó por controlar su corazón acelerado. La idea de ser suya y él de ella, de que él quisiera casarse con ella ahora y no en varias semanas, calmó la pequeña cantidad de ansiedad que había tenido por su solicitud de esperar.

  Parecía que su señoría había cambiado de opinión. —¿Por qué quieres casarte conmigo ahora? Ni siquiera le he dicho a mi hermano que me lo preguntaste. ¿Tienes una licencia especial?

  Él miró sus manos entre las suyas, estudiándolas, jugando con sus dedos. —No hago esto para robarte de tu familia, pero ¿por qué esperar, Eugenia? La temporada es joven, y no quiero gastarla teniendo que apartar mis manos de ti. Teniendo cuidado de cómo te toco y de lo que quiero. Digo. Te deseo, más de lo que jamás sabrás. Más de lo que yo mismo pensé que jamás querría a nadie , y esa es la verdad. «Casi completa, susurro una molesta vocecilla dentro de él».

  Sus palabras derritieron su corazón y suspiró. —Todo esto es una prisa, Andrew—. Su estómago se revolvió en un nudo. —No estás tratando de engañarme de ninguna manera, ¿verdad?— Tenía que preguntar. Sería una tonta si no lo hiciera.

  Él tragó, alcanzando su rostro. —No, por supuesto que no—, se las arregló para parecer sereno. —Debes saber esto porque es verdad. Quiero casarme contigo porque te adoro. Quiero que seas mi esposa, mi marquesa. Te deseo porque eres lo mejor que me ha pasado en la vida. La idea de que alguien te toque, tal como Lord Bowie intentó con  sus manos errantes tocarte esta noche, me provocan ganas de estrangular al bastardo. Nunca dudes de esas palabras porque son ciertas .

  Eugenia lo miró a los ojos, tratando de calmar sus nervios por lo que estaba diciendo, esperando que no estuviera haciendo el tonto. —¿Entonces vamos a Dalmahoy? —Preguntó, sonriendo un poco.

  —Si dices que sí a mi propuesta, a mi plan, entonces sí.

  Lo pensó un momento, pero ya sabía cuál sería su elección. —Sí, fuguémonos, y luego podré volver a casa y celebrar con mi familia. Estarán encantados de saber que estoy casada con alguien tan maravilloso. De igual manera siempre podemos volver a tomar nuestros votos en la capilla de Simpson Castle.

  La besó rápidamente, mirándola a los ojos antes de decir: —Me encantaría eso, así como me gusta tanto estar junto a ti—.

  Andrew la tomó en sus brazos y la besó esta vez con fuerza. Ella se abrió para él de inmediato, sin miedo, sin vacilación, y su cuerpo rugió de necesidad. Debería estar besándola con caricias dulces y seductoras, pero no podía. Su cuerpo, su mente tenía otras ideas. Esta noche, cuando la vio bailar con lord Bowie, tuvo que esforzarse para permanecer donde estaba. Sería imposible para él hacerse a un lado, verla ser cortejada por otros hombres esta temporada, y al mismo tiempo estar comprometida secretamente con él.

Las Mentiras del MarquésWhere stories live. Discover now