**Capítulo 9**

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    Regresaron a Edimburgo dos días después, para integrarse nuevamente a la temporada en la ciudad. Eugenia saludó al mayordomo en la casa de Cecilia y le entregó los guantes y el sombrero a un lacayo cercano. Todas estaban cansadas después de su viaje y el par de días agitados que tuvieron en el campo, pero Eugenia no pudo evitar sentirse llena de energía y emoción por lo que deparaban las próximas semanas.

    Había visto a Lord Wellingham salir de la finca muy temprano, el día después del baile de máscaras. Solo unas horas después de su beso en los jardines. Él había mirado hacia atrás la propiedad antes de subir al carruaje. Y ella no pudo evitar preguntarse, si acaso la estaba buscando. Viendo hacia atrás para ver si ella le observaba al irse como lo haría una heroína en los libros de romance que tanto le gustaban leer.

   Por supuesto que ella estaba mirando. No había dejado de pensar en él desde el momento en que la besó. Oh, y qué beso tan glorioso había sido. Pero, tampoco iba a parecer desesperada por él.

  Él ya estaría de regreso en Edimburgo, y esperaba que estuviera en el baile al que iban a asistir en unas pocas horas.

   Entrando en el salón delantero, se acercó a la bandeja de plata para ver a qué otros eventos habían sido invitadas. Aunque siempre había pensado que ir de baile en baile era aburrido y cansador, por primera vez en su vida quería ir a todo lo que la temporada ofreciera. Y, si casualmente se encontraba con un marqués de ojos azules para hacer más amenas las veladas. Mucho que mejor. Revisó todas las invitaciones, escuchando distraídamente a Cecilia y Megan discutir sobre sus vestidos de viaje arrugados. En ese momento Cecilia pidió té y refrescos para tener una pequeña merienda, antes de  subir a descansar un poco.

  —Oh, estoy tan feliz de estar de regreso en la ciudad, pero qué maravilloso baile de máscaras lanzaste, Cecilia. Estoy segura de que todos están hablando de eso, —dijo Megan, dejándose caer en una silla cercana.

  —Por supuesto que lo están, pero acabo de recibir noticias, —dijo Eugenia, con aprensión, sosteniendo una misiva y agitando la mano, Lady Evelyn Ogilvie estará ofreciendo una fiesta al aire libre. Ella dice aquí en su carta que será una reproducción exacta de una noche en Covent Garden, de Londres .

   Cecilia resopló molesta. —Ella hace esto para convertir su evento en el evento de la temporada. ¿Cómo se atreve a competir de esa manera y tan pronto, después de mi propio entretenimiento? ¿Es porque me aseguré el afecto de Lord McDonald en el pasado, y ella no? No es que me haya durado mucho la dicha. Él murió solamente seis meses después de nuestro matrimonio. Ella es lo suficientemente afortunada de que su esposo todavía esté vivo .

   Megan se rio entre dientes y dio unas palmaditas en el asiento a su lado para que Cecilia se sentara. —Esa es una declaración bastante insensible, querida. Sería mejor que no le dijeras esas palabras a nadie más que a nosotras. Ellos pensarán que eres insensible.

  —Soy insensible. —Aseveró Cecilia, con total naturalidad sin molestarse en fingir indignación ante las palabras de Megan.

   Eugenia se unió a ellas justo cuando les trajeron sus refrigerios y sándwiches. —¿Crees que verás a Lord Brice en el baile esta noche, Megan? Creo que te atrae y parece bastante cautivado por ti también, o eso me pareció en el baile de Cecilia.

   Megan sonrió. —Puedo verlo esta noche, pero lo que realmente me gustaría tener es una  respuesta tuya sobre ¿dónde desapareciste la noche de la mascarada? Te dejé charlando con Fergus y lord Wellingham en la glorieta del jardín  y luego vi solamente a Fergus platicando con Lord Baxter, y a ti  desaparecer en los jardines, así que dime querida; ¿que sucedió entre ustedes dos? ¿Ya te pidió el poder cortejarte? Dime qué no le permitiste tomarse libertades sin asegurar algo.

Las Mentiras del MarquésWhere stories live. Discover now