Cap. 41

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Después de terminarse de vestir Harry me acompaño a mi habitación a cambiarme y juntos salimos al gran comedor. Yo me dirigí a la mesa de Slytherin y él se fue a la de los leones.

-¿Qué tal tu mañana, negro querido?- pregunté de muy buen humor a Blaise quien estaba sentado junto a Nott.

-Tan genial como para querer ir a meter un tenedor en un tomacorriente.

-¿Por?

-Porque nadie me ha hablado hasta ahora, ya sabes, las serpientes somos los más clasistas de todo Hogwarts y ahora todos hablan entre ellos de "él pobre chico rechazado".

-Eso es estupido.- solté mientras tomaba un pan y le untaba mermelada.

El desayuno transcurrió normal, asistimos a clases hasta que se acabó la jornada diaria y me tocó ir a la oficina de mi abuelo.

Lo salude afablemente y me guió hasta el pensadero.

-Aquí verás cosas qué tal vez te lastimen, despertaras recuerdos en ti que yo me había encargado de adormecer ¿quieres ver tu pasado aunque te lastime?

Tenía un buen punto, pero ya estaba ahí, no podía renunciar a tal punto. Así que asentí y con su varita salió una luz azul extraída de su frente, la paso al pensadero y sumergí mi cara en el.

Lo primero que vi fue una gran casa, con fachadas antiguas y un poco anticuadas. El interior de el lugar estaba lleno de cuadros, seguramente de otros miembros de la familia, pero lo que más resaltaba era una de las puertas que se encontraba al final de un pasillo, era de madera pura pero había algo que impedía admirar su diseño.

Me acerqué a pasos lentos a ella y cuando logre detallarla era una imagen totalmente extraña ante mis ojos, estaba llena de cruces por cada rincón, como si tuvieran al mismísimo satanas escondido adentro. Lo que más me tomo por sorpresa fue lo que oí, un bebé, lloraba en el interior desconsoladamente.

Cruce la puerta y al entrar vi una cuna, las paredes de ese dormitorio estaban repletas de crucifijos, páginas de la biblia pegadas en la madera de la cama en donde reposaba aquel bebé, o mejor dicho, aquella.

La pequeña criatura ya había dejado de llorar, de repente, me acerqué un poco más y la vi.

Una pequeña niña, vestida de blanco, un vestido de encajes rosa palo adornaba su delicado e indefenso cuerpecito, vi lo que supuse que era lo que logró calmarla, de sus manos ella misma hacía volar unas pequeñas mariposas negras, la niña estaba totalmente embelesada mientras la veía, reía y eso derritió mi corazón.

Yo sonreía junto a ella aunque no pudiera verme, yo solo estaba viviendo el recuerdo, más no siendo parte de él.

Me quede mirándola unos segundos, ella era yo, una pequeña yo y eran tan bonita.

Mi momento conmovedor llegó a su final cuando escuche a un par de personas discutiendo fuertemente detrás de la puerta.

-No podemos permitir que siga aquí, el pueblo la rechazaría, yo la rechazo.

-Lo sé, pero tal vez esa cosa rara de ella llegue a su fin algún día, tal vez sea temporal.

-¡Es magia, Heiner! Esa cosa es una bruja.

-¡Es una bebé!

-No, en la iglesia no la aceptan.

-¿Que pretendes hacer con ella?

-Sacrificarla.

Los gritos retumbaban en el dormitorio donde aquella bebé y yo estábamos, esas palabras fueron dolorosas, ese par no se merecía el título de "padres".

Mariposas negras +18 (Editando)Onde as histórias ganham vida. Descobre agora