Cap. 51

5.3K 400 673
                                    

Le agradezco con toda mi alma a la persona que edito esa imagen, semerenda obra de arte. Bueno perdón es que soy muy simp de Harry, besties.

###

-Te dejó ir solo unos días con Potter y vuelves con el brazo todo fileteado ¿no puedes irte de travesía y regresar intacta por una vez?

-Era parte del plan para cuidarlo, no lo iba a abandonar así.

-Enana, tantos chicos en el mundo ¿y tenias que enamorarte precisamente del que tiene problemas paternales, buscado por Voldemort, maltratado psicológicamente, depresivo, miope y menso?

-Si, yo también me pregunto porque tengo gustos tan complicados.

Después de la desaparición de Harry me fui a Hogwarts junto a Blaise, él ya no soportaba a su familia así que decidió venirse conmigo de vuelta a la academia.

Con Snape como director hasta el momento solo se notaban pocos cambios, las pocas personas que habíamos ahí éramos muy calladas o al menos eso parecía cuando estábamos cerca de él.

En ese instante estaba con Zabini en mi habitación, sentados en la cama. Él como el chismoso que es quería ver la cicatriz de la herida que me había hecho.

-A decir verdad con la suerte tan del culo que tienes si te hubieras ido con Potter al volver solo me traerían tu cadaver todo tieso y no lo puedo permitir, mis futuros hijos no se pueden quedar sin tía.

Bufé ante su comentario y le respondí.

-Blaise, de verdad estoy preocupada. ¿Y si le pasa algo a Harry, Ron o Hermione?

-Se les hace un bonito velorio. La profesora Sprout tiene una siembra de rosas de todos los colores en la sala común de Hufflepuff, lo sé porque entre ahí hace unos días para darle una a Luna.

Le di un golpe con la palma de mi mano en la cabeza empujándolo hacia delante, detestaba cuando hacía esos chistes.

-¡Ay!- exclamó sobándose -yo no tengo culpa de que Potter no te regale flores, enana.

-¡No te pegue por las flores!

-Escúchame bien, t/n. Potter siempre resuelve todo, desde pequeño lo ha hecho, así que, relájate porque él estará bien- rebatió -y bájale a tu estrés que luego te me arrugas y mis hijos van a pensar que eres su abuela, no su tía.

Le di una carcajada sin nada de gracia, más bien cargada de sarcasmo.

Era de noche y él hambre ya me estaba atacando, le propuse al moreno a mi lado ir a comer algo y él acepto sin rechistar, si algo teníamos el y yo en común era la necesidad de vivir comiendo.

Bajamos sin mucha complicación, escondiéndonos y yendo a paso lento para que nadie nos viera. Al llegar a la puerta de la cocina la abrimos y lo primero que vi fue a un joven de aproximadamente quince años. Al parecer estaba intentando prepararse algo para comer pero tenía el lugar hecho un cochinero, masa por todos lados, harina en la mesa, las manos llenas de esa mezcla extraña y platos, sartenes y ollas tiradas a su alrededor.

-¿Cómo te llamas?- inquirió Zaza a mi lado de golpe, tomando al chico por sorpresa.

-Soy... Colin Creevey.- respondió vacilante, un poco dudoso y atemorizado. El moreno le dio una mirada que trasmitió un claro y preciso "Sigo sin saber quién eres." A lo que el chico continuó:

-Soy de Gryffindor, hijo de muggles y voy en sexto año.

Recordé su cara, él era parte del ejército de Dumbledore, era un chico muy inteligente, siempre nos ayudaba a que Umbridge no nos pillará saliendo de la sala de menesteres. En todo momento fue muy tierno.

-No sé si lo sabías pero este año ya no se aceptarán sangres suci- le di un codazo con todas mis fuerzas en el abdomen para que no soltara ese comentario tan clasista y repugnante -hijos de muggles- corrigió con una hipócrita sonrisa -, ya que Snape dio ese nuevo decreto.

-Lo sé, pero tengo la esperanza de que el profesor Snape cambie de opinión. Tal vez note que no tenemos culpa de nuestro estatus sanguíneo.- lo dijo de una manera tan vulnerable que hasta sentí cierta pena por él.

Evidentemente eso no pasaría, yo a pesar de ser sangre sucia podía seguir estudiando ahí por la mera razón de ser nieta de Dumbledore. Además, Snape era un ser despiadado y sin corazón, acabó con la vida de mi abuelo sin remordimiento alguno, dudaba mucho que pudiera llegar a tener empatía por un hijo de muggles y para rematar: Gryffindor.

-Ja! Es el mejor chiste que me han hecho en la vida.- rebatió Blaise de manera arisca.

-¿Qué mierda te pasa hoy?- le reclamé -¿No te hiciste bien la paja o qué?

Esta vez fui yo la que le hablo al joven cabizbajo frente a nosotros:

-¿De verdad deseas estudiar aquí?- inquirí afablemente.

-No se imaginan cuanto.

Di unos pasos más quedando justo frente a él, la mesa que era lo único que nos separaba.

-Yo te ayudaré a que te quedes.

Ni yo misma tenía idea de cómo haría eso, tal vez hablaría con Snape para que le permitiera quedarse. Hablar con Snape... ahí estaba lo complicado, no había nada que me causara más repudio que ese greñas grasosas asesino. Estos días que llevaba ahí lo había visto solo de lejos, pero enfrentarlo era lo complicado. Estar a metros de él me hacía recordar que él fue quien le quitó la luz de sus acogedores ojos a mi abuelo y le arrebató la vida. Colin era un buen muchacho que le hacía ilusión ser mago, con una linda familia que lo quería y deseaba verlo feliz. Mi abuelo no habría permitido que lo expulsaran por algo que no era su culpa, así que yo tampoco.

Al decir eso me sentí como una justiciera por la forma en que Colin me sonrió, yo era una versión mediocre de justiciera pero era lo que había. Además, el desastre que tenía en la cocina me hizo recordar a Harry haciéndome panqueques en la casa de los Weasley y eso me puso de buen humor al instante.

-¿Que estás preparando? Puedo ayudarte si quieres, nosotros también tenemos hambre.

-Quería hacer un pastel para mi pero la masa no toma la contextura que debería, está muy aguada.

-Déjame ver.

La señora Weasley me había enseñado a hornear una de las veces que estuve en su casa porque para cocinar siempre fui muy mala, solo sabía hacer bien un platillo.

Lo ayude a agregarle más ingredientes a la mixtura, pero a ambos ya nos dolían los brazos de tanto revolver y mire a Blaise en busca de ayuda.

Estaba recostado de la puerta observándonos a lo lejos, sin hablar, un acto histórico a decir verdad.

-¿Vas a ayudarnos o prefieres pasar hambre?

-Mejor iré a comerme a Luna.- no literalmente, por la mirada que me dio supe que se refería al otro sentido.

-¿Es caníbal?- inquirió Colin con genuina inocencia.

-No, Creevey. Me refiero a- lo interrumpí porque los ojos centelleantes de maldad del moreno me dieron a entender que si terminaba su oración ensuciaría los pensamientos del pobre chico.

-¡Se refiere a que Luna tiene comida en su habitación!- dije de golpe.

-Ah claro, entiendo. Yo la conozco, tal vez si le hubiéramos dicho ella nos hubiera compartido un poco.- me dedicó una sonrisa y siguió batiendo la mezcla.

-Por supuesto que si, mi novia es un sol.- exclamó Blaise arrogante.

-Pero se llama Luna, que irónico.- respondió Colin de manera hostil.

-Me dañas la metáfora, niño.- rebatió acercándose a nosotros -Ahora denme esa mezcla, simples mortales, papi Blaise se encargará de batirla.

Mariposas negras +18 (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora