Cap. 45

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Esa noche como las anteriores me encontraba en la enfermería cumpliendo mi castigo junto a Harry. En lo que iba de la noche habíamos estado leyendo y hablando como un par de amigos, sin insinuaciones, ni propuestas intensas. Solo platicando y no me quejaba.

La voz de Harry era tan tranquila y aterciopelada. Oírlo era como una caricia sutil a mis oídos. Transmitía paz, seguridad, tenía esa gran capacidad de hacer que todo mi mundo se paralizara y girara entorno a él. Su pijama de pequeños leones le daba ese aspecto tan tierno, las velas alrededor iluminando su rostro, con sus preciosos ojitos azules pegados a las hojas de aquel libro que sostenía en sus manos, de piernas cruzadas sentado en la camilla frente a la mia, tan concentrado, serio, ajeno.

Yo en mi lugar estaba sentada de la misma manera, observándolo por encima del encuadernado de mi libro, hasta que su mirada se encontró con la mía.

-¿Pasa algo?- preguntó.

-No, es que tienes un moco.- mentí y volví mi vista al libro.

Supe que se levantó porque su camilla rechinó y escuché sus pasos acercándose a mi. Sentí como delante de mi el peso el colchón se hundió, él se había sentado.

-¿Puedo?- señaló el puesto a mi lado, dando a entender que quería sentarse a mi lado.

-Claro.- me hice a un lado y él se incorporó en el lugar, volteó a mirarme y fijó su vista en mi libro.

-"Me creía rico con una rosa única y resulta que no tengo más que una rosa ordinaria."- leyó él en voz alta para ambos, lo repitió con cierto detenimiento dándome a entender que algo no le agrada en esa frase -Me parece mal, le dijo ordinaria a su rosa.- exclamó claramente disgustado.

-¿No has leído "El principito"?- movió su cabeza en respuesta -Lee un poco más adelante.

-"Fue el tiempo que pasaste con tu rosa lo que la hizo tan especial"- su expresión se tornó en una de iluminación, como si ya lo hubiera entendido -Ah, entonces es el tiempo que pasamos juntos lo que te hizo tan especial para mi. Entonces valió la pena romperme la nariz.

Abrí mis ojos de par en par desapegándolos de las páginas que leía para voltear a mirarlo.

-¿Tú mismo té rompiste la nariz?- soné horrorizada -Harry eso es...- me interrumpió.

-Fue una locura, lo sé, pero no tenía un excusa para hablarte y tampoco había otra manera de que quisieras escucharme.

La imagen de Harry dándose contra una mesa me aturdió y se podría decir que hasta me hizo gracia.

-¿Al menos puedo saber con que te la rompiste?- pregunté tratando de ocultar una carcajada.

-Digamos que las paredes de este lugar son bastante... duras.

No pude evitar reírme y él hizo lo mismo.

-¿Cuantas veces te tuviste que estampar contra los muros?

-Creo que tres... es que mi nariz al parecer está fortalecida de tanto que me la he roto antes.- se encogió de hombros.

Seguí riéndome por la imagen mental pero el ruido de la puerta abriéndose me trajo a la realidad. Era Ron, venía en pijamas y despeinado.

-¿Pasó algo, Ron?- preguntó Harry preocupado.

-Tengo una duda.- el chico llegó con nosotros y se sentó en una silla al lado de la camilla. Cuando detalle su cara note que tenía cierta expresión de terror, como si lo hubieran asustado de una menta horrible.

-Te escuchó.

-Tú has hecho... ya sabes, eso...

El azabache lo miro por un momento confundido hasta que creyó captar la referencia.

Mariposas negras +18 (Editando)Where stories live. Discover now