CAPÍTULO 24, PARTE 2

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HIBRIDOS BUENOS, NO LO CREO

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DIANA AYLEEN

Alexa: Giselle Múller, 90 años, aparenta 20 años. Rubia y ojos verdes para morirse, delgada y curvilinea. Fue amable y se sonrojó al instante cuando le hable.

Rodé mis ojos, al ver la foto de Alexa mordiéndose el labio que me mando.

Alexa: ¿Que mas quieres saber?

Diana: ¿Ella siente algo por Jessica?

Alexa: Oh-oh, a la intensa Ayleen le gusta Jessica, no sabe en lo que se ha metido.

Diana: Vete a la mierda después de decirme.

Alexa: sip, se nota en los ojos y en su fondo de pantalla, una foto comprometedora de la alfa, muy dormida en su pecho.

Cerré el teléfono de golpe, y me volteé a fulminar con la mirada a Jessica. Ella me dedicó una expresión de confusión, y buscó a ambos lados con la mirada, verificando si era a ella a quien miraba.

Al girar nuevamente, me di cuenta de que ya no tenía el teléfono que Atlas me había dado. Octavio lo ojeaba con fascinación, un brillo curioso en sus ojos que destellaba con intensidad en los vidrios de sus lentes.

—¿Qué es este artilugio?

Intente arribárselo, pero él desaparece y aparece un segundo después a tres metros. Cuando descubrió que se abría y la pantalla se encendió, me miro boquiabierto. Lo puso muy cerca de su cara, viendo como en el teclado brillaban los números y letras. Corrí hacia él, y se lo quité en un descuido.

—¿Tienes 8 años? —pregunte, mientras escondía el teléfono en mis manos.

Él sonríe orgulloso.

—212 años, señorita Diana Persuasiva.

De veras, lo había olvidado.

Octavio lleva sus ojos curiosos a mi bolsa, y remojas sus labios con deseo. La protegí con mi mano, y me alejé un par de pasos.

—No te atrevas, Octavio.

Sonríe traviesamente, y se abalanza sobre mí con agilidad. La correa del bolso dio un giro de 180 grados por mi cabeza, dejando todo mi cabello en la cara. Tuve que sacudir la cabeza para poder ver a Octavio saltar de felicidad y reír mientras veía lo que traía con fascinación, ahogando gritos al ver mis audífonos.

—Que metiche—Apreté mis puños.

Aparecen los tres junto a mí.

—Me recuerda a alguien —Dijo Amina con una sonrisa en su rostro, inclinó su cabeza sobre mi hombro, mirando a los híbridos a mi derecha —¿Y a ustedes?

Los volteé a ver con una ceja alzada, esperando que lo negaran.

—Ajá—Respondió Atlas, tratando de no reír.

Vi a Jessica, chasqueó la lengua mirando detenidamente a Octavio.

—Definitivamente —sentenció ella.

Mis mejillas se calentaron de enojo y vergüenza al escuchar sus risas burlescas cuando camine lejos de ellos. Traté de alcanzarlo, pero era inútil, subía y bajaba los árboles con velocidad irreal, mientras tira los objetos que ya no le interesaban. Y no explicaré el berrinche que hizo al ver que las cosas de habían acabado. Cuando logré guardar todo en su lugar, vi qué jugaba con mi encendedor.

Black Onyx [1]Where stories live. Discover now