CAPÍTULO 36

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DEMON

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JESSICA FAVRE

Ella estaba tan concentrada que daba miedo siquiera respirar. Se mordió la punta de su lengua, buscando donde calzaba la siguiente pieza. Verla de cerca era hermoso, memorice a la perfección el sitio de cada una de sus pecas que pintaban de su nariz y mejillas.

Sus pestañas eran largas y abundantes, rojas como su cabello, que hacían que sus ojos pardos sean alucinantes. La curva gruesa de sus labios, que siempre estaban rojos y brillantes, son una delicia indescriptible.

Esta humana es complicadamente irresistible.

Me le acerqué sigilosamente y le di un corto beso en la boca. Me miró sorprendida un momento antes de sonrojarse, debió distraerse con el rompecabezas para no enrojecer aún más.

—¿Y cómo esta Zept? — Pregunta.

Doy un largo suspiro.

—Bien, en sus entrenamientos.

Ella se detiene y me mira con los ojos entrecerrados, estuvo unos segundos así, tratando de ver si mentía. No pude evitar soltar una risa, eso la hizo sospechar que algo pasaba, jugó con su mirada, recorriendo cada rincón de mi cara. Apoye mi cabeza con mi mano, también observándola.

—Te he dicho lo preciosa que te ves cuando confías en mí— Sonreí.

Rueda los ojos, al encontrar el lugar de la pieza, prosigue con otra a regañadientes.

—Claro—Alarga la "o".

—Nada le pasara al niño, te lo prometí — Deje un mechón detrás de su oreja y me deslice hacia ella, tomando su cintura. Deje un beso en el cuello—Me haces tanta falta, bombón.

Sentí su corazón latir enojado cuando la toque.

—¿Y Giselle? ¿Ya tomó mi puesto como luna suprema?

Resople irritada, me levante del suelo. De repente le daban estos ataques de celos, irracionales a causa del encierro. Como me gustaría que pudiera verme todo el día en mi oficina, trabajando hasta tarde.

—¿Crees que no huelo su perfume en tu chaqueta? — pregunta, esta vez me miró, mostrando lo molesta que estaba.

—¿No crees que es el tuyo? —Obvie.

Alzó una de sus pelirrojas cejas, ofendida por lo que dije.

—Yo tengo buen gusto, Jessica—espeta, intentando calmar sus nervios jugando con sus manos.

No le gusta estar aquí y quiere que yo no lo sepa. Si, me di cuenta de que mi chaqueta olía a Giselle muy tarde, y no pude cambiármela, pero no sabía el porqué, ni siquiera la toco cuando estamos en entrenamiento.

A menos que Giselle...

Fui hacia ella, con intenciones de arreglar las cosas. Evita mi mirada, enojada.

—Mira, no sé porque huele así, pero no peleemos, que nos quedan veinte minutos de visita. Por favor, Bombón— Digo suavemente, ella frunce su sonrisa.

Rocé mi nariz con la suya pidiéndole, solté una sonrisa al escuchar su corazón latir con tranquilidad otra vez.

—Okey—Accede—Ayúdame, por favor, o lo tirare al suelo.

Me entrega un puñado de piezas de rompecabezas. Luego de un rato, ya habíamos armado casi todo el gatito. Solo faltaba una pieza para terminarlo, Diana comenzó a buscarlo debajo de la cama, entre las sabanas, en cada esquina de la habitación.

Black Onyx [1]Where stories live. Discover now