CAPÍTULO 30

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HIBRIDA

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JESSICA FAVRE

Amarré su cabello dorado en una coleta alta, como me lo pidió, y cuando termino, me fijo en los detalles de su cuello, preguntandome porque nunca lo habia hecho.

En su piel blanca se lucían tres lunares, uno en el centro de su cuello, otro cerca de la clavicula y el ultimo de bajo de su mandíbula. Tomo entre mis dedos la cadena de oro que le dí hace pocos meses para su cumpleaños, antes de conocer a Diana, de hecho, semanas antes de que Liayh la marcara en el bosque.

Ella gira su cabeza con timidez para mirarme, sus ojos verdes toman un brillo inteso cuando se conecta con mi mirada.

Giselle era hermosa, sin duda.

—¿Lista? —le pregunté, soltando la cadena y posicionandome a su lado

Sonríe.

—Siempre y cuando este a mi lado, alfa—Susurra.

Estiró su cuerpo como pudo, emitiendo un pequeño quejido de dolor por sus muñecas atadas. Me mira de reojo con un leve sonrojo en la punta de su nariz, para luego observar el denso bosque. Una corriente de aire cálido nos atrapó desprevenidas, pero la disfrutó los escasos segundos que duró.

Le hice la señal a Atlas y ém un paso dentro del claro entre los árboles, metros lejos. Alzó una bolsa de sangre licántropa. Sus cadenas chocaron, desesperada por soltarse.

Ese instinto hibrido la dominó y un hambre feroz se instala en su estomago.

¿Qué lo llena?

Solo la muerte de la presa puede saciarte. Pero antes, debemos saber qué clase de hibrido es Giselle, para contenerla.

Miré a Zept, dándole la ordené, él conjura la barrera que nos encierra en un rectángulo a Giselle y a mí. Entonces, Atlas lanza la bolsa al aire, yo rompo sus cadenas. En segundos, atrape la bolsa en el aire y la rompo en mi pecho. Su nariz se dilató sintiendo el olor de mate en mi pecho.

Remoja su boca, antes de atacar. Va a mi direccion, y yo al lado contrario. Su cuerpo estaba en perfecto orden, claro que la mirada hibrida estaba latente en sus ojos, las venas marcadas y negras recorrían sus mejillas.

Ya podía tener el alivio de saber que no había perdido a otro de mi manada. La tuve enfrente, dando pasos capciosos para distraerme, poco a poco comenzamos a dar vueltas lentas.

—No respires—le ordené, ella apretó los puños acatando mi orden — Al no sentir el olor de la sangre tus instintos bajan.—Explique. —Usa esos segundos para opacarlos, piensa en algo de importancia.

—Tengo hambre— murmuró deseperada.

—No, no la tienes. —Ordené.

Intenta atraparme.

—Deberás volver al calabozo, si no lo logras. No me obligues a hacer eso— La advertí.

Baje la guardia, para que pudiera atacarme. Ella no escuchó la advertencia, y empujó mi cuerpo bruscamente. Al estar al suelo, se sube encima de mí, comienza a oler mi camisa en la mancha de sangre.

Podía oír como se forzaba a no morderme, sus jadeos quejumbrosos tratando de despegarse de mí.

—Obedece a tu Alfa, Giselle—Dije al tenerla frente a frente, sus ojos no demoraron en volver a su celeste normal.

Black Onyx [1]Where stories live. Discover now