CAPÍTULO 32

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HUMANA

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DIANA AYLEEN

Diana: ya arreglamos el problema, no te preocupes.

Futura Esposa: ¿Cómo te sientes?

Diana: Con lagunas en mi memoria, no recuerdo gran parte de que sucedió en ese lugar. Pero lista para caer en coma etílico esta noche.

Futura Esposa: No te salvas de la regla número 3, así debas resucitar me contesta el teléfono.

Diana: Si, sí.

Diana: He creado a un monstruo...

Futura Esposa: un monstruo que tiene listo su avión y unas ganas bestiales de ir por ti.

Futura Esposa: Así que no me tientes, bombón.

Le envió una carita lanzando un beso y cambio de Chat:

Diana: Recuerda comer tus vegetales, tomar agua, y ducharte, puerco.

Diana: ¿Zept?

Diana: Hombre, contesta, no tienes el teléfono solamente para metértelo por el culo.

María Antonieta: Ok.

Eso me hace enojar, y vuelvo a chat de Jessica.

Diana: Golpea a Zept por grosero.

Futura esposa: Dicho y hecho, bombón.

Me llega un mensaje de Zept:

María Antonieta: Okey, mami linda y hermosa. ¿Mejor, o me mandaras matones por cada mensaje que no conteste?

Diana: Ok

Dejé el teléfono a un lado. En el hotel que estamos hospedados es muy lujoso, tiene un pequeño bar en la sala de estar, cinco habitaciones y cinco baños. Servicio al cuarto, una vista bella de Milán.

Todo corría por cuenta de Jessica, y Alexa estaba fascinada con pedir comida. Carlos se queja cuando le quito otro vello de la ceja. Rodé los ojos, y seguí con mi labor monumental de maquillarlo antes de las nueve. Ya han pasado horas, y era el único en no estar listo, lo hace a proposito.

—Qué me dirías si te digo que solo he tocado tres penes en mi vida, no tengo experiencia con los hombres humanos — Suelta.

Suelto una risita.

—¿El tuyo, el de Abel y Vicente?

—Si.

Alce su mentón para pintar sus labios.

—No es una competencia de quien toca más penes, así que está bien. —Me encogí de hombros.

Él ríe.

—Tú ganarías—lo golpeo.

—Grosero. — espeto, se quejó otra vez por su ceja, como un bebe. Al estar listo, le ordeno que se fuera a poner algo decente.

Termino de ponerme las mayas negras en mis piernas, cuando Amina entra. Levante la mirada, me quede boquiabierta, su cabello estaba rizado, y tomado en una cola, traía un vestido de rojo fuego. Literalmente tuve que cerrar mi boca, enderece mi postura y aclare la garganta. Sus ojos se despegan del celular un momento, camina hasta quedar frente a mí, y comienza a leer:

Black Onyx [1]Where stories live. Discover now