XVI

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Serena estaba sentada en su cama mirando hacia el techo, mirando a la nada, sus ojos estaban húmedos, brillantes por las lágrimas que había soltado minutos antes. Estaba dolida, con Dean, con Scott, con todos. Tenía en sus manos su estela, preparada para empezar a ser deslizada por la piel pálida de la chica. Necesitaba arreglar su corazón, curarlo, una iratze no le servía realmente ya que no era una herida superficial, era un daño psicologico, si se le podía denominar así. Serena se levantó de su cama, cogió un cuchillo serafín y su estela. Salió corriendo escaleras abajo, necesitaba cazar algun demonio. Sólo corría y corría pasillos abajo pensando en el lugar donde iría. Los adultos les había mantenido a un lado en el caso de su tio y su abuelo, pero estaba segura que no habían parado y que su plan seguía avanzando mientras ellos seguían con sus ''mundanas'' vidas. Serena se paró en seco y miró a su alrededor. Las calles estaban alumbradas por las farolas de las calles y por la luz de la luna. Había corrido hasta llegar al puente, dejando al Instituto detrás de ella. Miraba su reflejo en el agua, una chica rubia con ojos verdes adornados por surcos morados a su alrededor. Las ojeras rodeaban sus pequeños ojos, mojandose por las lásgrimas saladas que salian de ellos. Una sombra apareció a su lado. Un chico rubio mucho más alto que ella envuelto en runas por todo su cuerpo visible.

- ¿Qué quieres? - Preguntó esta al reconocer la sombra.

- Sólo quiero ver si mi sobrina favorita esta bien, solo eso. - Dijo este.

Serena se giró. Miró a Sebastian. Este parecia agotado, aunque en su piel parecía no percibirlo, eran sus ojos aquello que lo expresaba.

- Si estuviera en un día normal, no dejaría ni un solo hueso tuyo por aquí. - Gruñó la muchacha.

El muchacho rió a carcajadas. Miró a su sobrina y le sonrió.

- Pequeña Herondale... Vengo en son de paz.

- Ja, en son de paz dice... Ya claro, y yo conozco al Ángel Ithuriel.

El rubio volvió a reirse. Se colocó enfrente de Serena, y le acarició la mejilla. Esta se apartó y se colocó detrás de él con un rapido movimiento con el cuchillo serafín en su mano, el cual brillaba con fuerza.

- ¿Crees que podrás conmigo pequeña?

- Me ha entrenado el mejor nefilim de tu generación. - Amenazó la chica.

- Ya, pero es que... Quien entrenó a tu padre, también me entrenó a mi.

Sebastian se deshizo de Serena en menos de cinco segundos, poniendo el cuchillo seranfín de la chica contra ella.

* * *

- ¿¡Cómo que Serena no está en su cuarto?! - Chilló Jace en medio de la sala de entremiento.

Dean estaba delante de él, con los ojos llorosos. Otros cazadores adolescentes estaban a su lado, Cole, Will, David, Dalton, Dana y Gabriel. Todos vestidos con los trajes de lucha.

- Scott tampoco está en su cuarto. - Informó una de las chicas nefilims recién llegadas.

Jace estaba inquieto. ante la desapareción repentina de su hija, y más tras la larga explicación de Dean sobre lo que había pasado entre ellos horas atrás.

- Dean, ve a buscarlos, a los dos.

El chico asintió con la cabeza, y con el séquito de nefilims adolescentes detrás de él, empezó a caminar hasta la puerta, por donde Jace les perdió de vista. El chico estaba apoyado en la mesa de los cuchillos. Mantenía su rostro entre las manos cuando apareció Alec por la puerta.

- Acabo de ver a Dean con su séquito de fans.

- Serena y Scott han desaparecido. No los encuentran por el Instituto.

- ¿Cómo?

- Lo que oyes.

Alec había notado su preocupación incluso antes de verle, era lo que pasaba cuando te convertias en el Parabatai de alguien, aunque más si lo era de Jace. Sus emociones eran tan fuertes que las notaba como si fueran suyas. Nunca se había imaginado a su mejor amigo como padre, pero durante los 17 años de vida de Serena, había visto una faceta en la que nunca se había parado a pensar. Jace era un gran padre, a él le habría gustado tener uno como ese, pero tampoco se quejaba del que tenía, en esos momentos ya no.

- Tranquilo, Dean la conoce mejor que nadie, sabrá donde se ha metido. No te preocupes. - Intentó tranquilizar a su amigo.

Los ojos dorados del chico brillaron al ver a su chica en la puerta. Llevaba las manos llenas de pintura, y manchas por toda su ropa. Llevaba su pelo pelirojo recogido en un moño deshecho, una camiseta gris que dejaba ver uno de sus hombros y unos pantalones azul oscuro, más las manchas circulares que le había dejado el pincel al pintar. Esta negó con la cabeza, preocupada.

- Espera.

Jace se separó de su amigo y se dirigió hasta su novia. Esta le abrazó con todas sus fuerzas manchandole a él la camiseta blanca que llevaba puesta.

- ¿Qué pasa? - Le susurró él al oír los sollozos que salían de Clary.

- Me acaba de llegar esto.

Clary tenía un sobre negro en sus manos, el cual le tendió al padre de su hija. En el sobre había varías manchas húmedas sobre él. Lágrimas, dedujo Jace. Abrió la carta, y cogió el papel rojo que había dentro.

''Adivinad con quien está Serena. Tranquilos, su tio cuidará de ella.''

- ¡Por el Ángel! - Grito él.

Alec se acercó rápido a la pareja. Miró el sobre y las letras blancas en el papel rojo.

- Serena está con Sebastian... entonces... ¿Scott?

* * *

Scott lo estaba viendo todo. Había seguido a Serena desde que esta había empezado a correr, desde que había salido de su habitación. Él había ido a la habitación de la chica a verla, para saber como estaba después de haberla visto llorar de aquella manera. Jamás la había visto tan... tan.. débil. Ahora estaba entre los arbustos mientras veía a la chica hablando con uno de los individuos que le habían llevado al sueño profundo. ¿Qué querrían de ella? Aunque no lo quería ni pensar, se lo podía imaginar. Ella era una Herondale, la hija de Jace y de Clary... su sobrina. Entonces vio como la chica rubia se colocaba agilmente detrás del chico. Scott sonrió al verla en acción, pero en ese mismo instante la situación cambió y la persona que sujetaba el cuchillo era él y estaba en el cuello de Serena. Se asustó... Estaba petrificado detrás de los matorrales. El cuerpo no le reaccionaba, al igual que el de la chica rubia. Vio como el joven se separaba de la chica, apuntandole aun con el cuchillo, y se ponía enfrente de ella. Este sonreía con la situación. Serena estaba retrocediendo hasta que se topó con un banco el cual no le dejaba huir más. Sebastian estaba a pocos centímetros de ella, el cuchillo ya tocaba la garganta de ella. Scott se irguió y salió corriendo en dirección al muchacho rubio, con el cual chocó. Puso todas sus fuerzas para dirigir a Sebastian hasta los barrotes de la orilla del rio. Scott se lanzó con tal fuerza que tió al muchaho al agua. Este soltó el cuchilló al vuelo y chilló. Se oyó el planchazo en al caer en la superficie. Scott se le quedó mirando, entonces se giró y vio a la muchacha con los ojos húmedos y asustada. Estaba inmóvil, Scott le había salvado la vida y ahora se dirigía a ella.

- ¿Estás bien? - Preguntó este sujetando el rostro de la chica entre sus manos.

- Bien...

Scott se echó a llorar. Atrajó a la chica hasta él, y la abrazó con todas sus fuerzas. Sus labios se colocaron en la frente de la muchacha.

- Scott... - Susurró esta.

- Dime.

Serena tragó saliva. Miró directamente al chico a los ojos.

- Dean... Dean... - Intentó decir. - Dean cortó conmigo.

Cazadores de Sombras: Ciudad del Infierno InfinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora