XXXIII

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Estaban en el Gard, vestidos todos de rojo o granate dando vueltas por la sala. Jem y Tessa se habían llevado a Scott, para prepararlo, mientras los demás se mareaban haciendo círculos en la estancia. Dean y Will se habían situado detrás de Serena, junto a Kat y a Danielle, las cuales intentaban calmar a su mejor amiga, pero les era imposible. Finalmente las puertas se abrieron, el Inquisidor Robert Lightwood, y abuelo de Dean, estaba en la puerta con una capa marrón tapándole, y la Cónsul Penhallow a su lado, ambos mirando a la multitud con intimidación. Jace y Clary se colocaron al lado de su hija y entraron los primeros a la gran sala de eventos. Allí, Serena echó una última mirada a sus amigos, los cuales intentaban no parecer ni muy asustados ni muy histéricos, estaban derechos, con una sonrisa en sus labios mandándole toda su fuerza a Serena. La chica Herondale avanzó, con su paso lento hasta la gran tarima, y se colocó en el sitio que la Cónsul le había señalado. Vio, a lo lejos, como sus padres se sentaban en las primeras filas, uno al lado del otro, con las manos dadas, luego Isabelle y Simon, y finalmente Magnus y Alec. Detrás de ellos estaban Jocelyn y Luke, con Maryse Lightwood, y con Dean y Will a su lado. Kat, Dylan, Danielle y Cody se habían sentado en las filas contrarias a ellos, en el lado izquierdo de la sala, junto a Cole, David, Dana, Dalton, Gabriel y las chicas, Cassidy, Sam, Sabrina y Alex. Todos parecían estar nerviosos, pero el que parecía más nervioso, en si, era Scott que acababa de aparecer por la puerta junto a Tessa y Jem. Serena tuvo la sensación de que algo iba a pasar, de que algo iba a salir mal, pero no quería tener esos pensamientos en ese momento,  necesitaba estar alegre, alegre por Scott el cual no podía dejar de temblar. Scott tragó saliva, miró a su chica, a su derecha, temblando, con los ojos brillantes y con las manos restregándolas entre si. Tessa estaba a su lado, acariciándole el pelo, intentándolo calmar, mientras Jem hablaba con la Cónsul y con el Inquisidor. Ambos se miraron entre ellos y dejaron de mirar a Jem, el cual se apartó de ellos y se dirigió al lado de Scott y de Tessa.

- Bienvenidos a todos, nefilims. - Dijo el Inquisidor. - Hoy estamos aquí para dar la bienvenida a un nuevo miembro a nuestra sociedad.

- Por amor, por el sentimiento que nos diferencia de los humanos, este mundano quiere ascender a nuestro bando. Y nosotros, los nefilims, te damos la bienvenida ofreciéndote poder, el máximo que podemos darte como bendecidos del ángel que somos. - Continuó la Cónsul. - Y ahora, que empiece la ceremonia.

Hicieron que Scott avanzara unos pasos hacia ellos, que se sentara en una de las sillas que había traído, mientras que a Serena le daban, con cuidado la Copa Mortal. Era fría y rugosa al tacto, pensó Serena, pero a la vez la sensación era agradable, la invadía de esperanza. La Cónsul empezó a recitar algo en latín, algo que ella no entendía, mientras volcaba sangre en la Copa Mortal para que Scott pudiera beber. Serena, con la copa, se acercó a Scott con la Cónsul y con el Inquisidor a su lado, enganchados a ella, y se colocaron enfrente del chico. Serena cerró los ojos y bufó mirando a Scott, y el flequillo del chico se alzó por el aire que había soplado la chica. La Cónsul le entregó el libro Gris, e hizo que el muchacho colocara su mano derecha encima del libro a la vez que se levantaba y se arrodillaba en el suelo.

- Por la presente juro: Seré la Espada de Raziel, extendiendo los brazos para derribar al malvado. Seré la Copa de Raziel, ofreciendo mi sangre en nuestra misión. Seré el espejo de Raziel; cuando mis enemigos me observen, mostraré sus rostros en el mío. Por la presente prometo: Serviré con el coraje de los ángeles. Serviré la justicia de los ángeles. Y serviré con toda la misericordia de los ángeles. Hasta el momento en el que deba morir, seré Nefilim. Me comprometo en Acuerdos como Nefilim, y comprometo mi vida y mi familia a la Clave de Idris. - Recitó Scott de memoria.

- Entonces, bebe de la Copa Mortal. - Anunció el Inquisidor.

Serena, temblando, le dio de beber de la Copa Mortal, y algunas de las gotas de sangre cayeron por la comisura de los labios de Scott. Este sonreía, pero el beber sangre le estaba dando un asco terrible, y le estaban entrado ganas de vomitar, pero lo hacía por ellos, por todos aquellos que les estaban observando. Tragó con mala gana, y notó el fuego de su interior extenderse por todo su cuerpo. Serena le quitó la Copa Mortal de la boca, y él, sin fuerzas se desmayó en el suelo con convulsiones. Solo podía oír los pasos de Serena hacia él, y los pasos de Jem y Tessa, y la manos de ella en su cabello, acariciándolo.

* * *

Sebastian estaba mirando por la ventana. Tanto él como su padre había podido entrar en Idris a través de un portal el cual había creado un brujo para ellos, al cual había amenazado con matarlo, e incluso a matar a su familia. Finalmente, Lilith, la madre de los brujos, lo había matado, únicamente para divertirse. A ellos les daba igual, al menos habían conseguido a Idris, y ahora solo tenían que esconderse hasta el momento indicado. Caminaban por las afueras de la ciudad, en dirección al bosque, donde habían pensado que sería un buen lugar donde esconderse. Caminaron y caminaron, a hurtadillas, en silencio, y evitando a todos aquellos que aparecían en su camino, pero hubo un momento en el que ya no podían evitar a más gente, de repente apareció una gran oleada de personas que caminaban en dirección al Gard, todos gritando y comentando cosas en voz alta.

- ¿Qué ha pasado? - Se gritaban los unos a los otros.

- El chico ha muerto, el chico ha muerto. - Contestaban otros.

A Sebastian se le paró el corazón. No se esperaba que el chico no aguantara, se le veía fuerte, alguien capaz de aguantar el poder de la sangre de ángel. Pero parecía que se habían equivocado, que Scott no era un buen partido, ahora debería buscar otro cuerpo el cual ocupar. Miró a su padre, al cual no quería como un padre, pero este también le miró, ambos estaban de acuerdo. Se pusieron las capas y se subieron la capucha, para que nadie supiera quienes fueran, y caminaron en la misma dirección que la oleada de nefilims. Se dirigieron al Gard, y entraron por las grandes puertas, donde estaba toda la multitud, y lo vieron todo. Scott en el suelo, Serena a su lado llorando, con Dean a su lado intentando apartarla para que Jace y Simon lo cogieran para llevárselo. Tessa estaba acurrucada en Jem, llorando como si hubiera perdido a otro hijo, aunque este no fuera biológico. Finalmente entre Dean, Clary e Izzy consiguieron sacar a Serena de encima del chico, y Alec, Simon y Jace pudieron cogerlo entre los tres y sacarlo de la sala. Valentine y Sebastian perdieron la vista del chico, pero sabían que habían perdido la oportunidad de volver a la vida como seres humanos normales.

* * *

Jace tumbó a Scott, después de empujar a su parabatai y a su amigo, en una de las camillas que había en la enfermería del Gard. Estaban los tres mirando el chico, el cual se había inmóvil en la camilla. Detrás de los chicos salió Serena, con las mejillas en los ojos, y con el maquillaje corrido por toda la cara. Se acercó al chico, y se sentó junto a él, mientras los demás iban entrando lentamente.

- Podrías ser una gran actriz, si fueras una simple mundana. - Dijo Dean sonriendo.

- Y que lo digas, lo ha clavado. - Dijo Magnus al entrar.

- ¿Se lo habrán creído? - Preguntó Jocelyn sentándose en otra de las camillas.

- Más bien, ¿estarán aquí? - Preguntó Isabelle.

- Seguro. - Contestó Jace.

- Y estamos seguros de que se lo han creído. - Añadió Alec.

Scott abrió los ojos, miró a Serena y esta sonrió. Se dieron la mano, y apretaron con fuerza, finalmente estaba hecho.

- Bienvenido al mundo de las sombras, Scott Carstairs. - Dijeron Tessa y Jem a la vez.



Cazadores de Sombras: Ciudad del Infierno InfinitoWhere stories live. Discover now