VII

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- Abuela, es un amigo. - Dijo la pequeña. - Lilith le tenía.

Tanto Luke como Jocelyn se quedaron boquiabiertos. Serena estaba cogida de la mano de Dean, el cual estaba al lado de su amigo. Los tres se miraban entre ellos, intentaban buscar una explicación coherente a lo que había pasado, pero Scott no entendia nada de lo que ocurría, y los otros tampoco sabían como explicarle todo aquello sin que les llamará locos a ambos.

- Deberian explicarle de que va todo. - Dijo una voz masculina detrás de ellos.

Simon, Izzie, Jace, Clary, Alec y Magnus estaban en la puerta de la biblioteca, con nuevas runas en su piel. Todas Iratzes.

- Mamá, papá. - Dijeron ambos adolescentes a la vez.

Jace y Clary se acercaron a Serena sigilosamente, con el efecto de la runa del silencio. Clary se colocó delante de su hija, estaba enfadada. Jace estaba detrás de Serena, cogiendola de los hombros.

- ¿Por que lo habeis hecho?

Clary estaba mirando a su hija con sus ojos verdes clavados en ella, como si fueran dos cuchillos serafines que van a por ella.

- Lo siento... queriamos ser de ayuda.

El padre apretó sus manos en los hombros de su hija.

- Si te hubiera pasado algo... nosotros... yo...

Izzie apareció al lado de su ''hermano'' y colocó una mano encima de su hombro y otra en el hombro de su hijo, el cual era ya más alto que ella.

- Dean... Teníamos miedo que os pudiera pasar algo, a cualquiera de los dos.

Scott estaba pasando inadvertido, hasta que Magnus se puso a su lado. Alec estaba en el otro lado del mundano, como si fueran una barrera.

- Tú, mundano, ¿que ha pasado?

Simon, justo al lado de su novia, habló por primera vez. El mundano se le quedó mirando. No recordaba nada.

- No... no.... no recuerdo nada. - Dijo dudoso.

Miraron al chico entre todos aun más asombrados que él mismo.

- Recuerdo ir por la calle con algunos amigos e ir a parar al instituto. Allí, nos dirigimos al patio y empezamos hacer pintadas, entonces apareció ella, con una propuesta. - El chico se cayó de golpe. Respiro. - Si nos uniamos a ella, tendriamos todos los lujos posibles y todo aquello que desearamos más que el respirar. Podiamos pedir lo que quisieramos, cualquier cosa, no había normas, no había excepciones. Todo aquello a cambio de beber un poco de su sangre.

Ahora empezaba a recordar, no había pensando en nada de eso hasta ahora. Estaba viviendo el presente. Y recuerda en que pensaba él cuando esa mujer les prometía lo que quisieran. Él la quería a ella, él deseaba a Serena, el poder estar con ella, el poder tocarla y besarla. Pero no quería hacer daño a su amigo, a su ''hermano'' pequeño, a Dean.

- ¿Qué más recuerdas Scott? - Preguntó la madre de su amigo a la vez que se sentaba en una de las sillas de la biblioteca.

Volvío en sí.

- Algunos de ellos aceptaron, se acercarón a ella, y desaparecieron. Yo, al ver eso, empecé a correr, a correr por el instituto. Intentaba huir de ella, pero me encontraba. Llegué al laboratorio, y allí fue cuando ya perdí la memoria. Recuerdo que... me tiró hacía la pizarra. Ya está. - Finalizó el mundano.

Todos se miraban entre ellos, Serena y Dean estaban asustados.

- Está formando un ejército. - Dijo Luke anulando el silencio.

- Pero un ejército mundano.

La puerta se abrió de par en par, los tres chicos que habían salido a buscar a los adolescentes habían vuelto, pero llenos de cicatrices y de sangre. Icor.

- No los hemos... Están aquí. - El rubio habló.

Los tres se acercaron a los cazadores.

- ¿Qué os ha pasado? - Preuntó Serena preocupada. - ¿Estáis bien?

- Serena, estamos bien, tranquila. - El más moreno de los tres abrazó a la pequeña.

Scott estaba empezando a alucinar. Otro que se comportaba como el novio de la chica, y como si ella hubiera oido los pensamientos de él, se alejó de su amigo y se acercó al mundano y a su novio.

- Ellos son Dalton, el rubio; David, el moreno; y Dana, el pequeño. Los tres son amigos nuestros, son como nosotros. Pero forman parte del Instituto de Los Angeles.

Los tres se acercaron.

- Dean, Serena, ¿Quién es este?

- Chicos, es un amigo nuestro, mundano, del instituto mundano dónde ibamos. Ya sabéis lo ocurrido allí, así que no pregunteis más.

Los tres pusieron los ojos en blanco. Se despidieron y salieron de la sala. La familia, Lightwood, la Herondale y la Fairchild, se quedaron solos. Scott estaba callado, encima de la mesa. Serena estaba encima de un reposa brazos, y Dean en el sillón.

- Creo que deberiamos ir a cenar. - Dijo Magnus levantando la mirada del suelo.

- Vayamos. Luego le explicaremos todo a Scott. - Comentó Simon.

Todos, poco a poco y en silencio, fueron abandonando la sala. Los tres adolescentes, Dean, Serena y Scott, fueron los últimos en salir de allí. Cerraron la puerta. Ella estaba enmedio de los dos, pensando en que le podía valer, a un demonio, un ejército de mundanos contra una espécia medio humana y medio ángel, o contra los brujos y las hadas, en las que se podía confiar, o ya en lobos o en vampiros. Era algo que a todos les resultaba difícil de explicar, ninguno de ellos les resultaba fácil de entender. Pero el hecho era ese, Lilith estaba creando un ejército, un ejército de aquellos a los que ellos protegían. Dean pensaba en lo mismo que su chica, en los acontecimientos anteriores. Repasandolos hasta el punto de entender y averiguar la creación a la que se estaban apunto de enfrentar. Y Scott, él pensaba en todo, pero en lo que más pensaba era en la propuesta de la mujer demonio, como sus amigos la llamaban. Ahora que miraba su deseo de cerca, dudaba en si había hecho bien de rechazarla, pero no podía saber cual sería la reacción de su amiga. Pero verla, era como ver a un ángel, su piel balnca como el márfil, su pelo dorado, y su runa de la nuca. Era perfecta para él, le encantaba, y cada día le gustaba más. Los tres salieron de la nube cuando llegaron al comedor, el cual estaba abarrotado de cazadores con bandejas con comida. Lo único que esperaban, Dean y Serena, era que Izzie, la madre no él, no cocinará.

- Chicos, iros a buscar mesa, ahora vamos nosotros. - Dijo Alec ordenando a su sobrino, a su chica y al mundano, que fueran a sentarse.

- Vale.

Los tres salieron en busca de una mesa cuando de repente, Will, otro cazador llegó corriendo por el comedor.

- ¡Clary! ¡Jace! - Gritó el muchacho.

El cazador se acercó hasta ellos, rojo como un tomate, sin poder respirar. Todos se acercaron a ellos, Serena y Dean corrieron hasta sus padres. Los amigos de Will estaban en circulo ante ellos.

- ¿Qué pasa? - Preguntó la madre de la pelirroja.

- Me han dado esto para vosotros.

Era un sobre rojo con letras en dorado.

Volvemos a estar la familía entera. 

OS QUIEREN

Jonathan y Valetine.

Cazadores de Sombras: Ciudad del Infierno InfinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora