Capítulo 17.

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Me acerco lentamente hacia la cuna blanca que es iluminada por una luz Blanca desde arriba

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Me acerco lentamente hacia la cuna blanca que es iluminada por una luz Blanca desde arriba.

Una bebé, una hermosa niña está con su manito dentro de su boquita la cual al verme se la saca y me sonríe.

Toco su pequeña y frágil mejilla, sus ojitos se mueven a todas direcciones al igual que sus piecitos y manitas.

A su lado hay un bebé, un barón hermoso, es un poco más grande que la bebé. Y tomo su manita que fuertemente la envuelve un mi dedo.

Escucho como una puerta es abierta detrás de mi , pero al momento en que me giro todo desaparece.

-Celeste tienes que despertar, ya es tarde – escucho como una voz me llama a lo lejos pero me volteo y me cubro mejor con la cobija pero no dura mucho porque empiezo a sentir como me zarandean el hombro.

- Cinco minutos más madre – tomo una almohada y cubro mi cara para evitar que la luz del sol me de directamente a mi rostro.

- No soy tu madre, vamos arriba que es muy tarde – reconozco la voz de Mateo fuerte y claro.

Ahhh, tenía que ser él.

- Está bien ya voy, ya voy – a regañadientes me levanto de mi comida cama o me bien trato ya que lo puedo sola por mi barriga - ¡oye! No te burles y será mejor que te calles y me ayudes – le digo cuando escucho sus carcajadas.

-Lo siento, es que fue muy gracioso ver como no te podías poner de pie – lo ignoro y solo entiendo mis manos para que me ayude.

-Gracias – llevo mi mano a mi espalda, duele horrores.

-De nada futura mamá y será mejor que te muevas – dice mientras camina hacia su escritorio para tomar su mochila junto que la mía que el día de ayer guarde mis cosas.

Mientras estoy en la ducha y paso mis manos sobre mi vientre pienso en el sueño que tuve. Se sentía tan real, es un sentimiento que me deja sin palabras y sin olvidar que los bebés eran tan hermosos y dulces.

Sonrió al ver que pude terminar de arreglar las tenis, me fue casi, casi imposible ya que mi pancita no me deja ver ni agacharme

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Sonrió al ver que pude terminar de arreglar las tenis, me fue casi, casi imposible ya que mi pancita no me deja ver ni agacharme.

Ya de pie camino hacia el espejo y acomodo la blusa gris que en realidad fue lo primero que vi y me dio pereza cambiarle.

Embarazada de él.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora