«sacrificio»

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El plazo había vencido, el reloj marcaba las 00:01 del día más oscuro que cualquier habitante de Greendale hubiera vivido jamás.

Frente a la parroquia se encontraba Demian de pie, observando con orgullo como sus discípulos habían cumplido con sus deberes tal y como se los había ordenado. Sus rostros manchados de la sangre de los corderos robados, y la carencia total de culpa en sus consciencias.

Se miraban entre ellos y aguardaban nuevas indicaciones por parte del rizado que lucía más radiante que nunca antes; con sus manos enfundandas en guantes negros de látex, su traje impecable, zapatos relucientes y capa azul marino cayendo con gracia sobre el suelo.

-Señor, el hombre ya está ubicado donde nos lo pidió...-habló la rubia junto a él, tiritando por el frío y el miedo.

-Perfecto. ¿Timothy?-llamó, apenas girando sobre su eje, observando a su primo llegar de prisa, con la cabeza gacha y el traje salpicado de sangre-. Estoy listo, ¿sabes que hacer?

-Sí... Demian, ¿debemos esperarte a tí para partir o...?

-Zamir llegó aquí en una jodida limosina. Si no alcanza, toma el auto de tu madre. Nos veremos en Londres, primo. Comenzaremos a trazar nuestro futuro y creeme que nunca nada será más glorioso que este día-se giró por completo para analizar el rostro juvenil del rubio; sus ojos miel cansados a causa de no haber obtenido las respuestas que tanto anhelaba antes de que todo sucediera-. Te prometo que no los necesitas, Tim. Me tienes a mí, tienes a toda esta gente que ahora es tu familia-le acarició una mejilla y lo vió sonreír. No era cierto, pero era mejor que nada. Cualquier cosa era mejor que nada en esos momentos-. Necesito hablar con Gala, ¿puedes traerla?

-Si es sobre tus amigos, puedes confíar en mí, Demian. Están siendo muy bien atendidos, aunque parece que el castaño cree que es una broma. Está realmente alterado.

El ojiverde sonrió al imaginar el mal rato que estarían viviendo sus amigos con los desconocidos.

Nick y Logan lo tomaron como un juego, como los desvaríos de un loco que, alejado por completo de la religión y resentido por los acontecimientos fatídicos que rondaban su vida los últimos años, simplemente se creía tan malvado como para acabar con todo y todos. Pero no eran supuestos, ni bromas, ni cuentos de terror para contarle a los niños.

No. Demian estaba de pie frente a la entrada ensangrentada de la parroquia, donde lo esperaba el padre Arthur.

Desde allí desataría la plaga que aniquilaria a los niños, hombres y mujeres de Greendale. Y solo sus doce elegidos y él se salvarían de la tan dulce agonía que sufrirían a manos de Ahazu, el demonio de las pestes.

-Solo llama a Gala. Y asegúrate de que Nick y Logan estén bien atendidos-sonrió ladinamente mientras volvía la mirada a la entrada-. Y dile al rubio que le tengo una sorpresa al llegar a Londres. Un viejo amigo que lo extrañó demasiado.

Timothy simplemente asintió y se perdió entre los demás, yendo en busca de la pelinegra que muy seguramente se encontraría fumando lejos de los que ella consideraba lamebotas de su hermano. Aunque, en realidad, desde su perspectiva todos eran comemierda, exceptuando a Tim, él era el único que valía la pena ente tanta carroña.

Demian se volteó y los observó a todos con la adrenalina recorriendole el cuerpo entero. Había valido la pena, tanto tiempo de espera... Estaba apunto de hacerlo, y nadie lo detendría.

-¡El día llegó, mis dulces criaturas, el día de hoy Dios abandona Greendale y le damos paso a la oscuridad eterna!-los discípulos intercambiaron mirada con anchas sonrisas-. Se refugiaran en la Iglesia, donde no se atreverá a tocarlos. Cenarán los corderos, cortesía del buen padre Arthur-rió sin demasiadas ganas y echó la cabeza hacía atrás levemente-. La cruz invertida en sus frentes, con la sangre de los corderos, no lo olviden. Y tan pronto como amanezca, partirán. Una nueva vida nos espera en Londres, y les aseguro que nada me hará más feliz que complacer sus deseos más oscuros de ahora en más.

AntichristDonde viven las historias. Descúbrelo ahora