«con las manos en la masa»

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El castaño saboreaba la amargura de aquel tierno músculo entre sus dientes, con los ojos cerrados y una sonrisa en sus labios.

—Jamás lo habías hecho, ¿no es así?—consultó la mujer de pie frente a él y simplemente negó—. Es igual con todos. No hay nada mejor que tomar una vida entre tus manos, o eso crees hasta que pruebas su corazón... Tan exquisito. Debiste de quedarte con su último suspiro, es el que te acompaña por las noches...—hizo una pausa y lo analizó con una sonrisa ladeada—. Ven conmigo a la sala, supongo que tienes preguntas, y yo tengo respuestas. Y no seguiremos arruinando mi hogar—comenzó a caminar en dirección al estrecho pasillo, perdiéndose en la habitación ubicada a la derecha.

—¿Y qué harás con su cuerpo?—preguntó Demian cuando llegó a la pequeña cocina, con la sangre cubriéndole las comisuras de los labios y las manos. Ella le señaló el lavatorio.

—Se lo daré a Nerón, es un buen niño, se lo merece.

—¿Nerón?—repitió, abriendo el grifo, comenzando a limpiar sus manos.

—Sí, Nerón. Mi perro, es tan precioso, en un momento lo conocerás—habló orgullosa mientras se sentaba en una de las sillas de madera. De quién sabe donde sacó un largo cigarro y lo encendió con otro chasquido, llevandolo a sus labios—. Sécate, ya te dije que no seguirás ensuciando mi hogar.

El rizado frunció el entrecejo y con su propia camiseta secó sus manos y su rostro, y le sonrió por una fracción de segundo al finalizar, sentándose en la silla frente a ella.

—¿Quién era esa mujer?

—Que pregunta más aburrida con la que escogiste empezar—cruzó sus piernas y se echó hacía atrás—. Nadie en particular, una simple repostera con una cabaña que necesitaba. Llegué hace un par de días, nuestro padre quería que te cuidara y te guiara y...

—Entonces eres hija de Lúcifer.

—Lo soy. Lilith y Lúcifer, dos malditos idiotas y egoístas, blasfemos y apasionsdos. También demasiado sexys, ¿no es así? Puedes decir que lo son luego de verme a mi.

—Lilith—repitió el anticristo, jugueteando con sus dedos—. ¿Es tan maravillosa como la pintan?

—Aún más—no dudó ni un instante en responder—. Y yo estoy aquí para ti, a tus servicios, pero ni pienses que podrás tratarme como a una puta asistente, ¿bien?

—Bien—declaró, sonriéndole con hoyuelos.

Mientras ella inhalaba profundo el humo del cigarro, Demian admiraba cada detalle; su fina y respingada nariz, sus largos y lacios cabellos, y sus labios llenos.

—¿Qué ocultas tras las gafas?—consultó, curioso.

—No querrás saberlo—se limitó a responder.

†††

—Entonces, sabes lo que debes hacer Gala—repasó de pie junto a la puerta, con el cabello levemente alborotado. El tiempo había pasado volando, y la hora del almuerzo se acercaba. Ahora debía de hacer como si nada hubiera ocurrido, después de todo, sus tíos aún estaban en el hospital y ahora el padre Arthur hablaba con ellos.

—Te veré en aquel lugar a media noche, y me aseguraré de que las malditas niñas no estén en la cama, ¿bien?—repitió el plan que había compartido con ella—. Intenta no ser tan evidente, ni impulsivo. Deja que tu trabajo sucio lo haga alguien más. Debes ser astuto.

—Lo soy—aseguró y cerrando los ojos se teletransporto hasta el final del bosque, donde se encontraba el pueblo.

Caminó por las calles sobrepobladas con un rumbo fijo. Iba a ver a sus tíos y fingir que lo que había sucedido durante la mañana en la parroquia le había afectado.

AntichristNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ