«doce»

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—Quiero doce. Como él, que fue tan importante e hizo tanto de la mano de sus amigos.

—Pero ellos no serán tus amigos; estarán contigo por lo que tú les des, hijo. ¿Crees que vale la pena?

—La valdrá. Yo haré que valga la pena. Y escúchame bien, padre; cuando consiga a mis doce discípulos, le haré saber a la humanidad que estoy aquí, que el final de este mundo que creen que les pertenece está más cerca de lo que quisieran.

El rizado sonrió ampliamente, con sus hoyuelos ensangrentados y sus ropas salpicadas del líquido espeso y carmín.

—Esta es una noche especial—alzó la voz, subiendo al escenario. La madera crujió bajo sus pies, y él se posicionó al centro, con las manos enfundadas en los guantes negros hacía el frente, observando a los hombres y mujeres que formaban parte de su iglesia, que eran su familia—. Quiero que cada uno de ustedes recuerde muy bien este día. ¡Ya no tendrán hambre, porque yo seré su alimento, yo mataré para que ustedes puedan beber la sangre de los impíos, y cumpliré todos sus deseos, incluso los más banales!—alzó sus manos y sus espectadores comenzaron a aplaudir y vitorearlo—. ¡Ya no tendrán sueño, ni tampoco sucumbirán a los placeres carnales, porque haremos algo mucho más grande, hijos míos!

Bajó del lugar, de aquel pedestal que de modesto no tenía absolutamente nada. Se colgó del brazo de Agatha, su sacerdotiza y le acarició la mejilla al llegar frente a los demás.

—Ustedes, que se entregaron a mí en cuerpo y alma. Los más viejos, los que salieron en mi búsqueda cuando aún no estaba preparado—vió a los miembros de la iglesia de la noche sonreír, colmados de alegría. Agatha, Veronika, Baltazar, Frederick y Charles. Cada uno más presioso que el anterior, pero igualmente entregados—. Los que mi padre puso en mi camino—tomó la mano de Timothy, que permanecía serio tras ellos, de pie. También observó a Ash, quién en algún momento fue Ashley, la muchacha de trenzas que frente al espejo lloraba al ver su busto desarrollado, soñando con ser un hombre; quién ahora era Ashton, un castaño de musculatura formidable, ojos café majestuosos y barba espesa. A su lado, Olivia, quién, casi en otra vida, fue el señuelo de Simon, para ocultar su sexualidad; y ahora, gracias a Demian había encontrado el verdadero amor—. Los que corrían descalzos, en busca de alivio y terminaron por encontrarme a mí, que fui sin lugar a duda su salvación, ¿no es así?—preguntó a los mellizos que meses atrás había conocido mientras se fugaban de la cárcel, sentenciados a veinte años de prisión cada uno después de asesinar a una familia; le habían prometido su alma al Diablo, pero cuando Demian los acogió, viendo la maldad en sus corazones juraron servile a él, y a nadie más que él.

—Salve Satán—respondió en un murmuro el que llevaba una chaqueta de cuero negro, con su barba oscura perfectamente trenzada al frente y su piel aceitunada brillante; su nombre era Michael.

—Salve el anticristo—dijo con orgullo la mole calva, Thomas.

—Nuestra familia se completa hoy, amados fieles. Con Zamir Mercan, este hermoso ser que me demostró que está dispuesto a dejar su pasado atrás para unirse a mí, a nosotros—se corrigió de inmediato, girandose para llamar al moreno, que aún permanecía en shock junto a la pelinegra y a su bull terrier infernal.

—Yo que tú no lo hago esperar, está dando su discurso—susurró Gala mientras le daba una calada a su cigarro. Aunque no la hubiera nombrado, sabía que formaba parte de aquella lista de los doce elegidos, sin haberle entregado su alma en una misa negra, era de él, y lo sería hasta que Demian lo decidiera. Y sabía que aún después de ello lo seguiría siendo.

El moreno asintió con lentitud y se dirigió hasta el rizado, que lo acogió bajo su brazo derecho y le dió un beso en la mejilla.

—Y yo les hablé durante tanto tiempo de este día, que pensé que jamás llegaría... No haremos historia, nosotros seremos historia. ¡Ustedes me ayudarán a destruir este maldito mundo, y cada malnacido que habita en él! Y con el cumpleaños de Greendale tan cercano, no veo mejor forma que poner al pueblo en el mapa, ¿no lo creen?

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