II

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— ¿Qué tal? ¿Cómo te fue hoy? — Saluda Lentin1 , que iba al volante de la camioneta de su padre.

— Bien, nada nuevo.— Responde el pelirrojo entrando al auto con pesadez.

— ¿Ya terminaron parciales?— Pregunta saliendo sorpresivamente del asiento de copiloto Sabel2.

— Uhh si, al fin.—

Izeth se suelta la coleta que lo tortura durante toda la jornada académica, procede a quitarse el suéter azul oscuro, desabotonarse la camisa y recogerse las mangas. El uniforme de los varones no era tan cómodo en verano, prácticamente usaba tres tipos de prendas superiores convirtiéndose en un horno humano, así que tiene razones para acomodar su uniforme a conveniencia.

Los hermanos mayores vieron por el rabillo del ojo la sentencia de muerte que estaba firmando su hermano menor.

— No creo que a papá le vaya gustar recibirte sin el uniforme completo.— Comenta dudoso Lentin mirando de reojo a Izeth, que ya se encontraba cómodo en su sitio.

— Como si lo fuera a ver hoy.— Afirma despreocupado.

— Quizás sea así.— Dice retador Lentin.

— ¡Agh! ¿También vas a venir a joder por como uso el uniforme? ¡Cuando siquiera hace parte de la tradición y no estoy dentro de la institución! —


— ... —


Ambos mayores se quedaron en silencio.


Ellos saben que no han sido los mejores días que han tenido en casa, Lentin y a veces Sabel se convierten en una imagen paterna para evitar cargas cuando el menor no quiere cooperar con la causa.

Desde que su padre Olger vive todo el día metido en la panadería con Arlín, este vive estresado por el trabajo, su expareja e intentando cumplir su rol como padre Asrapse en la casa.

Ya todos sus hijos son mayores, exceptuando el pequeño que aún está en sus 17 años, después de criar cuatro hijos le cuesta aceptar que el quinto aún tiene que educarlo y no dejarlo solo.

— Eso no es decisión mía. Te lo digo para que no pelees con papá.— Concluye Lentin mordiéndose la lengua. Si no fuera porque está conduciendo ya le fuera premiado una bofetada por levantarle la voz.

Cuando se trata de peleas en la casa al ser todos hombres no existe blandura de ningún tipo, después de ser Olger con el que más fuerte se ha peleado Izeth, le sigue Lentin, que ha dado y se ha llevado buenos intercambios de puños con el peliteñido.

Sabel ya resignado de tanto aconsejarle sobre su comportamiento, decide callar, atenuar y dejar atrás la tensión, le sube volumen a la radio y la deja en su estación favorita.

Así conservaron el silencio por unos minutos, Sabel tarareando y comentando datos de las canciones que pasaba.

Hasta que Lentin decidido, apaga la radio, haciéndole ojos a Sabel de que iba a hablar para que este no pusiera problema por quitar su música.

— Izeth, debes dejar la costumbre de llevarle la contraria a papá, no es momento de hacer más peso del que ya hay. Él ya está viejo, hace lo que puede en casa y tiene suficiente peso mental ahora mismo con el divorcio.

Lentin se encarga de ver por el retrovisor si este está distraído con algo o si lo estaba escuchando. Efectivamente Izeth lo veía atentamente con disimulo desde su lugar. Así que este continuó.

— Escucha... todos tenemos reglas en casa y tú no vas a ser la excepción.—

Como hermano mayor, debe procurar que se cumplan las normas de la tradición y entre esas es siempre respetar la presencia formal a los padres. Cuando Izeth desgraciadamente evade las reglas, crea un efecto dominó, haciendo quedar mal a Sabel y por consiguiente a Lentin sin mencionar a los demás familiares mayores que están involucrados.

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