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El pueblo está bien.
Mi sueño de convertir mi reino en un lugar pacífico lleno de doncellas felices y hombres llenos en abundancia parece volverse realidad.
Drogon peleó valientemente junto a mi enviando a esos esclavistas de regreso al infierno.
Mis hijos están bien, cada día crecen más y más. El temor de que se comporten como Drogon mientras crecía se ha desvanecido. La gente respeta a mis hijos y pareciera que Drogon los guía como un hermano mayor.
Todos los niños pequeños que habitan Meereen ya no son entrenados para servir en burdeles bajo el mando de los esclavistas, ahora se educan como cualquier niño debería.
Daario Naharis ha sido enviado a Astapor a reinar junto a su nueva reina y la familia Loraq ha formado un consejo en Yunkai para gobernar justamente.
Todo bajo mis órdenes y control, aquel que me traicione será quemado vivo sin duda alguna.
- ¡jelmāzmo! ¡Daenerys jelmāzmo! -
El pueblo aclamo mi título más antiguo: Nacida de la tormenta. La lluvia que tomo lugar la noche del combate, fue algo sorprendente para la población. Las guerras con mi familia habían traído sequía a este pueblo por siglos.
Pero deseo que la tierra florezca y así será. Quizá la magia del dragón por la que he sido alabada sea la causante de las lluvias, o tal vez Kinvara este en lo cierto cuando habla sobre el hielo y fuego trayendo prosperidad al mundo.
Hace mucho tiempo no me sentía bien, no me sentía en paz. Ahora todo se siente como un hogar, las tierras extrañas en las que pase toda mi vida ahora me han dado todo lo que alguna vez desee.
El dolor nunca va a abandonarme, las cosas que hice y aquellas que me hicieron serán eternas cicatrices en mi alma. Desde la muerte de Rhaegal no me había permitido llorar como lo hice en los brazos de Robb Stark.
Todas las personas que amaba murieron por mi culpa. Cuando perdí a mi familia y fui traicionada por todos a mi alrededor, recibí rechazo de aquel a quien amaba.
Ni siquiera un millón de puñaladas se comparan a ese dolor.
Pero el orgullo no es tan fuerte como esperamos. Robb se ha convertido en una gran compañía estos últimos días, las cenas ya no son tan solitarias como antes.
Mi única compañía era Kinvara que también debe cumplir deberes. Pero a Robb parece agradarle mi compañía tanto como a mi me agrada la suya.
Luego de romperme a llorar como una niña pequeña, no se despego de mi lado. El odio entre nuestras familias pareció desaparecer y era todo lo que necesitaba.
Parece que la vida cobrara sentido de nuevo, mientras cumplo mis deberes como reina dentro de la pirámide, siento como mis pensamientos van acomodándose. Todo el bullicio de Meereen se siente bien, las voces animadas de las doncellas en una de las terrazas llaman mi atención. Al asomarme al balcón puedo ver el porqué inmediatamente.
Robb Stark.
Esta causando todo un entretenimiento para las doncellas mientras trabaja junto con otros hombres en los establos. No es un secreto que todas las damas que trabajan en la pirámide están de rodillas por Robb.
Las chicas están a punto de desfallecer y les concedo la razón. Robb Stark levanta montones de heno bajo el sol, despojado de sus usuales capas de ropa semejantes a las norteñas. Un simple pantalón cubre su cuerpo mostrando su abdomen lleno de cicatrices.
Un poco de diversión hace falta de vez en cuando y parte de mis tareas de este día es verificar la ampliación de los establos.
Los animales no merecen vivir bajo una pirámide llena de oscuridad como si estuvieran apresados. Quiero que la Bahía de Dragones brille como no lo ha hecho en siglos.
Escalón tras escalón llego a las enormes puertas donde la luz cegadora del sol me recibe de golpe.
Sin pensarlo todo aquel que trabaja fuera se detiene a reverenciarme y Robb Stark me da una sonrisa.
- Majestad, para el final del día tendremos sus órdenes terminadas. Las afueras se adornaran con jardines como usted lo pidió - Uno de los hombres que supervisa el trabajo me lleva por los establos
- ¿De dónde salieron estos caballos? - Hermosos animales están dentro de los establos pero dos llaman mi atención
- Fueron sacados de las pirámides de los esclavistas que fueron castigados. Esa yegua blanca es albina destrera, es muy valiosa vale diez veces más que un caballo común. El corcel negro de ahí es único en Meeren, majestad - La yegua me recuerda a la Plata, tan blanca que brilla a la luz
- Aasegurense que todos los animales tengan las raciones de comida que se merecen. Sigan trabajando así, todo esta quedando tal y como lo deseo - Sin más el hombre se retira con una reverencia dejándome dentro de los establos
Apenas se va me acercó a la yegua, trato de alimentarla con un poco de heno y la criatura me responde amablemente.
- Su majestad - Robb Stark aparece a mis espaldas sacándome un susto
- Vas a matarme de un susto, Robb - Toda mi atención estaba en la yegua. Ni siquiera lo sentí acercándose
- Flores, para que la reina pueda perdonarme - El joven lobo me sonríe acercándose a mi, tendiendome un ramillete de flores
- Estas perdonando, son hermosas. Gracias Robb - Oculto mis ganas de sonreír frente al Stark
No me atrevo a mirar los azules ojos de Robb y de repente me siento como una joven libre que se ha enamorado por primera vez en su vida.
No puedo permitirme esta clase de emociones.
- ¿Sabes que deseo, Daenerys de la Tormenta? - La voz de Robb no me deja si quiera pensar
- ¿Qué es lo que deseas, Robb Stark? - Una de sus manos va hacia mi rostro
Sus ojos fríos como el hielo me congelan a su merced y nada de lo que pasa a mi alrededor parece más importante que él.
- Besarte, ahora mismo. Eso es lo que deseo - No es algo que esperaba escuchar, simplemente me toma por sorpresa
- ¿Qué es lo que te detiene de hacerlo? - En este momento no me importa nada sobre el pasado o siquiera el futuro
Sus manos toman mi rostro y nuestros labios se unen en un beso ansioso, como si lleváramos miles de años deseando esto.
Mis manos alrededor de su cuello mientras me empuja contra la pared y su cuerpo me dejan sin aliento.
