IV. Ámame

11.8K 964 107
                                    

Candice.
15 años.

El gruñido de Niklaus me hizo encogerme en mi lugar, mirándolo con miedo desde el rincón donde sabía que él no podría llegar debido a la restricción en su tobillo. Estaba aterrada por lo que me había dicho hacia unos momentos y, en consecuencia, había huido de él al único lugar al que, por lo menos, sabía no podría llegar hasta mi, prohibiéndole tocarme, lo cual lo hizo enojar de sobremanera.

—Candice, no lo volveré a repetir. Ven aquí en este mismo instante — Niklaus soltó aquellas palabras con dureza mientras me dedicaba una irritada mirada.

Pero yo no estaba dispuesta a acercarme a él, sus anteriores palabras me habían asustado, logrando hacerme reaccionar como una chiquilla, huyendo de él y de los sentimientos que su declaración de amor me habían transmitido.

Niklaus me había dicho que me amaba y mi corazón se había roto en miles de pedazos en ese mismo momento, porque eso era exactamente lo que había querido oír desde hacía días, pero no era lo que quería que él sintiera. Estaba mal.

—¡No! — mi exclamación irritada perdió fuerza cuando un pequeño sollozo escapó de mis labios, dirigiéndole una mirada suplicante.

Niklaus, al reparar en mi tristeza y miedo hacia el, dejó de intentar acercarse a mi y se desplomó sobre el suelo, derrotado, quedando de rodillas a un poco más de un metro de mi, mirándome desde abajo con tristeza, herido porque pensaba que estaba rechazándole.

Pero era todo lo contrario, yo lo amaba con todo mi corazón y pensar que él solo me amaba porque era lo único que conocía, me estaba matando.

En los últimos dos meses, sus actitudes y, algunas veces, sus palabras, me habían dado a entender que Niklaus nunca había estado fuera de estas paredes, que este había sido su destino desde siempre, lo cual explicaría tantas cosas, como el hecho de su inexplicable obsesión con observarme todo el tiempo. Tal vez yo era la primera chica que él veía y esa era la razón de su fascinación por mi.

En ese caso, él merecía más. Niklaus merecía conocer más, merecía ser libre y explorar, experimentar. Él no podía amarme sin saber lo que allí afuera había, sin saber qué podría conseguir algo mucho mejor que yo.

—Por favor, bebé. No me hagas esto — su voz salió rota mientras me miraba desde el suelo, pareciendo a punto de romperse —. Te amo, Candice. Por favor, ven a mi. Ámame como yo te amo.

Su voz termino de romperse en aquella ultima palabra y las lágrimas se agruparon en sus ojos, logrando sacarme un pequeño sollozo herido antes de dejar caer todas mis barreras y caer de rodillas en la misma posición que el, observándolo con dolor.

—Yo te amo, Niklaus, per....

No pude terminar de hablar, porque, en un descuido, le había dado el poder de alcanzarme, lo cual no dudó en hacer, para, en un ágil movimiento, tomar de mi brazo y tirar de él con fuerza, agarrandome por sorpresa y sacándome un jadeo cuando me dejó bruscamente en el suelo y se subió sobre mi, dejando sus piernas entre las mías, reteniéndolas con fuerza, y sus manos tomando mis muñecas para llevarlas sobre mi cabeza, dejándome sin salida de su agarre.

Su cuerpo se pegó completamente al mío, su pecho presionando sobre el mío y su abultada entrepierna sobre el vértice de mis piernas, sacándome un pequeño gemido que acalló presionando sus labios sobre los míos, devorando mis labios con fervor y quitándome el poder de pensar con claridad mientras me obligaba a seguirle el beso.

Sus labios se movían con furia y deseo sobre los míos, mientras mi cuerpo temblaba de excitación por el balance que sus caderas comenzaron a hacer sobre mi, rozando su abultado miembro escondido dentro de sus pantalones de gimnasia, contra la tela del desgastado jean que cubría mi entrepierna.

Su paraíso en el infierno ✔️Where stories live. Discover now