X. Quédate

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Candice.
18 años.

Lentamente, abro mis ojos y comienzo a desperezarme intentando estirarme en el cómodo colchón sin éxito alguno al sentir unos fuertes brazos rodeando mi cintura en un firme abrazo, lo cual logra tensarme por unos segundos en los que no entiendo nada, hasta que recuerdo en donde estoy y con quien.

Niklaus.

Él está detrás de mí, con un brazo haciendo de almohada debajo de mi cabeza y con sus dedos extendidos sobre mi estómago, presionando mi su firme pecho desnudo a mi espalda también desnuda. Sus piernas se encuentran entrelazadas con las mías y su entrepierna pegada a mi culo, haciéndome consciente de la ereccion mañanera que carga.

Ese hecho logra sonrojarme y dejarme dura entre sus brazos, sintiéndome avergonzada de repente y logrando erizar los vellos de mi cuerpo.

-Me encanta cuando te sonrojas por mi, bebé - la voz ronca y sexy de Niklaus logra sobresaltarme entre sus brazos al escucharla a un lado de mi oreja, avisándome que se encuentra tan despierto como su miembro.

Aún más sonrojada que antes, giro mi rostro y le dedico una tímida mirada, la cual él analiza con intensidad antes de subir sus ojos a los míos para observarme con aquel brillo que tanto me encanta.

Lentamente y un poco titubeante, subo una de mis manos y la llevo a su mejilla para regalarle una suave caricia que logra hacerle estremecer bajo mi tacto y cerrar sus ojos, disfrutando del contacto de mi piel con la suya.

-Buenos días - susurro con suavidad en respuesta, comenzando a girarme entre sus brazos, sin dejar de mimar su mejilla.

Los ojos de Niklaus se abren suavemente cuando me siente girar, y una de sus manos me ayuda, tirando con delicadeza de mi cintura y dejándome de lado frente a él. Luego baja por mi piel hasta llegar a mi muslo y tirar de él, obligándome a rodear su cintura con mi pierna.

-Buenos días, mi amor - susurra también, dedicándome una suave mirada, antes de comenzar a subir su mano en mi muslo en un desquiciante camino de caricias que no hacen más que estremecerme, frenando cuando su mano llega a mis costillas.

No logro evitar soltar un pequeño suspiro cuando le siento pasar su pulgar por debajo de uno de mis pechos y comenzar a dar caricias allí mientras me mira con tanta felicidad en su expresión que se me pega a mi también.

-Quisiera congelar este momento y estar entre tus brazos para siempre - susurro mientras sigo con las caricias sobre su mejilla y le miro con ilusión.

La sonrisa de Nikluas muere cuando escucha mis palabras u su cuerpo se tensa de pies a cabeza en lo que su brazo tira con más firmeza del agarre en mi cintura y me pega a su cuerpo como si fuera una segunda piel.

Su actitud logra confundirme y frunzo mi ceño mcuando un pequeño gruñido casi enojado escapa de sus labios, desconcertándome por ver cómo su expresión se oscurece mientras parece estar reparando en mis palabras.

-¿Nik? - susurro cuando el silencio se vuelve asfixiante y el susodicho parece perdido en oscuros pensamientos.

Mi llamado logra devolverme su atención, sin embargo, un jadeo escapa de mis labios cuando su mano baja a mi cadera y tira de ella con suavidad, obligándome a girar y quedar tumbada sobre la cama enun ágil movimiento que lo deja posicionarse sobre mi, con sus piernas una a cada lado de mis muslos y sus brazos aprisionando mi cabeza y sosteniendo su peso para no aplastarme.

Sus manos van hacia mis mejillas y tira suavemente de ellas en un acto que me obliga a subir mi sorprendida mirada por el repentino cambio de posición hacia la suya, encontrándome con sus ojos totalmente oscurecidos, los cuales me miran con una indescifrable intensidad, casi pareciendo analizarme, buscando...

Su paraíso en el infierno ✔️Where stories live. Discover now