XIII. Bájala

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Candice.
18 años.

Incomoda, doy un leve apretón sobre la nuca de Niklaus, quien se encuentra a mi lado, sentado sobre un enorme sillon de cuero frente a un imponente escritorio dentro de un enorme despacho, mientras yo estoy parada a su lado con una de sus manos alrededor de mi muslo, obligándome a mantenerme cerca de él con mi cadera pegada a uno de los apoyabrazos del sillón.

Mis padres también se encuentra aquí y están del otro lado del escritorio, sentados en dos sillas y observando al hombre a mi lado con frialdad y rencor mientras permanecen en silencio, intentando intimidar a Nik, pero, en cambio, intimidandome a mi sola.

Han llegado hace exactamente cinco minutos y, en cuanto repararon en que me encuentro en perfecto estado al entrar al despacho con muchos de sus hombres seguiendole el paso y siendo vigilados por los hombres de Nik -quienes le superaban en número por mucho-, solo se dejaron caer sobre los asientos y no me dedicaron ni una mirada más, dejando toda su atención y enojo en el hombre de imponente porte al lado mío.

Frustrada y nerviosa por el silencio, decido que lo mejor es hablar por primera vez, queriendo terminar con eso de una vez por todas, pero siendo interrumpida por Niklaus cuando ve mi intención y despega la dura línea que sus labios estaban haciendo mientras analizaba con superioridad a mis padres, antes de comenzar a hablar con frialdad.

-Debería matarlos por haber separado a mi mujer de mi lado por tres malditos años - espeta con seriedad, sin ningún sentimiento reflejado en sus celestes ojos, logrando tensar a mis padres en sus lugares y obligándome a mi a abrir mis ojos desmesuradamente al escuchar sus palabras.

Aterrada, poso mis ojos sobre Niklaus con rapidez y le observo con intensidad, esperando que me devuelva la mirada, pero siendo categóricamente ignorada por él mientras sigue reparando en mis padres.

-Nik... - susurro suplicante, cosa que también ignora, desesperándome y obligándome a presionar mis dedos con más fuerza sobre su nuca, logrando por fin tener su atención.

Niklaus gira su rostro al mío por fin y me dedica una mirada de advertencia cuando ve el miedo en mis ojos, antes de volver a ignorarme y poner su atención en mis padres, quienes analizan con tensión nuestra interacción y parecen estar al borde de la histeria.

-Sin embargo, son los padres de mi futura esposa y madre de mis hijos, por lo cual voy a perdonarles la vida con la condición de que me cedan el derecho a la mano de Candice frente a todos sus hombres y aliados hoy mismo - demanda con la misma desquiciante calma, logrando hacer que mis padres se levante con brusquedad de sus asientos y deteniendo mi corazón en el acto.

Maldición.

-¡Nunca! - grita mi madre hacia Niklaus, quien ni se inmuta y solo levanta una de sus cejas con petulancia mientras el brazo alrededor de mí se tensa y me obliga a mantenerme cerca de él -. ¡Nunca le cedería a mi hija a un sadico monstruo como tu, Pfeifer! - escupe con sorna, señalándolo y mirándole con asco.

Sorprendida por sus palabras y por las de Niklaus, no sé que hacer y solo puedo quedarme petrificada en mi lugar en lo que observo cómo el hombre a mi lado no parece ni inmutarse del enojo de mis progenitores y estos últimos están cada vez más coléricos.

-Es todo - gruñe mi padre, posándose a un lado de mi madre y dirigiéndome la mirada por segunda vez desde que han llegado hace unos minutos -. Nos vamos, Candice, ven aquí - demanda, dedicándome una mirada de advertencia.

Un gruñido gutural sale de los labios de Niklaus al escuchar a mi padre y, por primera vez, un sentimiento se enturbia en su mirada. Ira. Ira dirigida a mi padre, quien da un paso hacia atrás cuando Nik suelta mis piernas y se levanta con brusquedad de su asiento, dirigiéndole la mirada más aterradora que alguna vez he visto.

Su paraíso en el infierno ✔️Where stories live. Discover now