VI. Cásate

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Candice.
18 años.

-¡No lo haré! - grito indignada, dedicándole una última mirada hirritada a mis padres, antes de levantarme del enrome sillón de cuero, con la intención de irme de la sala, dispuesta a llegar a la puerta principal y queriendo legarme de allí.

Sin embargo, la mano de mi padre me impide escapar, tirando de mi brazo con brusquedad para dejarme frente a él y dedicarme una mirada congelante, antes de comenzar a hablar.

-Lo harás y no discutirás al respecto. Esta es la única manera de mantenerte a salvo. Bennet Paltrov está dispuesto a darte la seguridad que nosotros ya no podemos darte, Candice - la seriedad en la voz de mi padre me hace temblar, no acostumbrada a recibir tanta dureza en su tono -. Eres mayor de edad desde hace doce malditas horas y dos narcotraficabtes ya exigieron comprometerse contigo ¡No dejaré que la mierda de esta familia te envuelva a ti también! - exclama de manera torturada.

La rabia estaba presente en sus palabras y también la desesperación, logrando sacarme un suspiro tembloroso y obligándome a soltarme de su agarre suavemente para luego envovler mis brazos en su cuerpo, dándole un cariñoso abrazo con el cual quiero transmitirle que todo estará bien, lo cual lo hace temblar bajo mi tacto y corresponder con la misma fuerza.

-Se suponía que tú serías la excepción en esta condenada familia, hija. Tu lograrías alejarte de todo esto y hacer una vida normal, la vida que tu padre y yo queríamos para ti. Por favor, Candice, cásate con él y haz una vida lejos de aquí - la voz suave de mamá se escucha detrás de mí mientras una de sus manos le da pequeñas caricias a mi espalda, logrando desinflarme en los brazos de mi padre, molesta por sus palabras. Molesta por saber que la forma en la que quieren protegerme es quitándome la libertad de elegir sobre mi vida.

Ellos quieren casarme con un estupido niño rico, con la esperanza de que el poder de su apellido me proteja del peligro del mío.

Hamilton. Nuestro apellido es popularmente asociado a una de las bandas más peligrosas de todo Seattle, más específicamente a los Dragones de Seattle. Mi madre es la líder de dicha banda, la cual se ocupa del lavado de dinero, tráfico de drogas y muchas cosas más que nunca me contaron, pero qué sé que no pueden ser buenas.

En consecuencia a ello, toda la familia Hamilton está marcada, nadie puede huir del turbio destino que la sangre corriendo por nuestras venas nos obliga a seguir. El liderazgo es transmitido de Hamilton a Hamilton, de padre o madre a hijo o hija.

En este caso, de mi madre a mi.

No hay excepción a la regla. Y yo soy la primogénita y única hija de Katerina Hamilton, lo cual me convierte en la futura heredera del corrupto trono de los Dragones de Seattle.

Sin embargo, mis padres no están bien con ello, ambos me aman lo suficiente como para evitar a toda costa que me involucre en esta mierda, entendiendo que yo no estoy y nunca estaré hecha para esto.

Ellos se han asegurado de alejarme del peligro, mandándome toda mi vida a internados, con la intención de alejarme del peligroso mundo que gobiernan. Y yo les estaré eternamente agradecida por ello, pero, esta vez, sus métodos de protección son erróneos.

Nunca permitiré que me casen con un hombre al que no amo y mucho menos sabiendo que lo estaré utilizando y poniéndolo en peligro al arrastrarlo conmigo si esto no funciona. Nadie se merece que lo arrastre conmigo al infierno.

Ya ha pasado antes y no podré soportarlo una segunda vez.

Un sentimiento amargo me embarga al pensar en aquel chico que no ha salido de mi cabeza en ningún maldito momento desde aquel último día. Su recuerdo me otorga más seguridad y me da la valentía de apartarme de mi padre y hacerle frente con una decisión que hace brillas sus miradas de molestia.

Su paraíso en el infierno ✔️Where stories live. Discover now