XV. Cállate

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Candice.
18 años.

-Te lo contaron, te dijeron que soy un monstruo que asesinó a su propio padre - susurra con pesar, analizando mi expresión con cautela, antes de comenzar a elevar sus manos con una lentitud impropia de él, dudando entre tocarme o no, pero al final haciéndolo de todos modos y tomando mi cintura con delicadeza.

Un pequeño suspiro sale de mis labios cuando siento su calidez en aquella zona y un nudo se instala en mi garganta al ver el dolor y la desesperación en sus claros ojos en lo que me acerca a su cuerpo, acortando los centímetros que nos separan y pegando mis pechos contra sus duros pectorales.

En un acto reflejo, llevo mis manos a sus bíceps para sostenerme de ellos cuando su masculino olor y la calidez de su cuerpo chocando contra el mío me abruman y hacen temblar mis piernas como gelatina.

Solo él puede hacerme sentir de esta manera solo con un toque.

-Nik... - comienzo a hablar con suavidad, pero soy interrumpida por él.

-Déjame explicarte - se apresura, tomando mi cintura con fuerza y pegándome todo lo que puede a su cuerpo -. Sé que suena horrible y que no hay excusa para lo que hice, pero por favor no me dejes, te lo explicaré todo, yo... - comienza a hablar atropelladamente.

-Nik... - intento interrumpirlo, para que se calle y me deje hablar, pero parece no escucharme y, en cambio, sigue explicando.

-... no podía seguir viviendo así. Te habían alejado de mi y ese imbecil se burlaba cada que podía de mi miseria y... - explica con la misma actitud acelerada, mientras sus ojos se pasean con frenesí por mi rostro, buscando cualquier indicio que le pueda decir lo que estoy pensando.

-Niklaus, ya cállate - ruedo los ojos, volviendo a interrumpirlo y esta vez posando uno de mis dedos sobre sus labios, logrando hacerle callar abruptamente y hundir su entrecejo en confusión -. Sé que me explicarás todo, pero no tienes que hacerlo porque creas que voy a dejarte. No voy a hacerlo - le aseguro con suavidad, dejando de cubrir sus labios con mi dedo y, en cambio, llevando ambas manos para darle suaves caricias a sus mejillas.

Un gran suspiro sale de sus labios cuando siente mis caricias y una pequeña sonrisa se cola en su rostro al entender que no me iré a ningún lado y que debe calmarse o le dejare sin descendencia si sigue dudándolo.

-No eres un monstruo, Niklaus, no para mi. Te amo y no creo ser capaz de dejar de hacerlo nunca, ni siquiera por todo lo malo que hayas hecho - expreso con seguridad, antes de ponerme de puntas de pie entre sus brazos y llevar mi boca a la suya para dejarle un suave y corto beso sobre sus labios que deja picando los míos con ansias de más -. Además, está claro que tú nunca me dejarías huir, ya tienes nuestra boda planeada y todo - bromeo sobre sus labios, dedicándole una dulce mirada.

Nik parece completamente sorprendido por mis palabras por unos segundos, mientras sus manos se aferran con fuerza a mi cintura y su mirada no deja de pasar de mis ojos a mis labios y viceversa, analizando mi expresión en busca de algo.

Sin embargo, luego de lo que parece una eternidad, una pequeña sonrisa se estira en sus labios y aquel brillo que tanto amo se asienta en sus claros ojos, antes de bajar su rostro al mío y rozar nuestras narices en un tierno contacto que me hace sonreír al tiempo en que sus brazos se tensan alrededor de mi y me obligan a elevarme por unos centímetros.

-También tengo planeados a nuestros hijos y el cómo vamos a concebirlos - susurra con ronquedad, para luego bajar sus labios a los míos con una lentitud desquiciante y dejar un húmedo y suave beso sobre ellos, logrando sacarme un pequeño gemido y agrandando la sonrisa de Niklaus sobre mi boca.

Pero poco dura el contacto, ya que el susodicho vuelve a separarnos y, en cambio, pega nuestras frentes con suavidad, observándome desde arriba con aquella sorprendente mezcla en su mirada de dulzura y oscuridad que me vuelve loca y me asusta en partes iguales.

Su paraíso en el infierno ✔️Where stories live. Discover now