Cuesta Arriba

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Nos pusimos en marcha siguiendo el río, atravesamos el bosque desde su interior, luego de llevar caminando cinco horas, nos detuvimos a descansar.

Nos sentamos en un tronco y bebí el agua que había sacado del río anteriormente.

Me recosté en el húmedo suelo y mire hacia las finas y frondosas copas de los árboles, casi no se podía ver el cielo, a excepción de la pequeña línea azul que se podía ver entremedio de un pino.

Cerré los ojos, sentía una tranquilidad que jamás habria podido sentir en otro lugar.
Pero como siempre, ese momento fue demasiado bueno. Abrí los ojos de golpe, sentí las pisadas de varias personas. Las ramas que descansaban en el húmedo suelo se rompían a cada paso que daban.

Rápidamente desenvainé mi katana, Kane puso una flecha en su arco.
Nos quedamos hombro con hombro sin saber que esperar.
Las pisadas seguían, cada vez más fuerte.

–¿que fue eso? –se le notaba el miedo en la voz.

No podía responder. Se acercaban más y más. Cada vez más ramas rotas, cada vez el sonido de personas pasando por los árboles agresivamente.

En un pestañear nos encontrábamos rodeados.

–¡suelten las armas! –dijo una voz gravísima.

Mire a la persona que dijo tal cosa aun con mi katana en alto.
¿Que era esa cosa? Lo que hablo no era una persona. No era humano.

Tenía la piel viscosa y llena de ampollas, como la de un sapo. Sus diminutos ojos eran rojos, llorosos y malvados.

Me estremecí, su ejército tampoco era humano. No eran todos como el, pero la gran mayoría era igual de horrible.

–Kane –le susurre– ¿alguna idea que quieras compartir con el grupo?

Sus ojos estaban fuera de sus órbitas. Tenía el arco apuntando a cualquiera que respirace.

–no muchas –dijo.

–¡dije que suelten sus armas! –volvió a repetir.

Estaba sin ideas...o bueno ninguna muy inteligente.

–Kane... ¿A la de tres?

Suspiro ya sabía lo que le esperaba.

–a la de tres.

Disparó su flecha hacia la cabeza de uno de los acompañantes que nos rodeaban.
Saqué la última daga que me quedaba y la lancé hacia el pecho de otro.

Dos sujetaron mis brazos y uno pateó mi espalda, caí de rodillas. Tire mi cabeza hacia atrás golpeando a uno, le robe su espada y la use contra los que agarraban mis brazos. Me liberé y salte sobré el oponente más cercano, lo derribé y lancé la espada que tenía a mano a una bestia que corría hacia mí.

Kane sacó una flecha de su carcaj y la enterró en una de las criaturas.
Se le abalanzaban a montones pero siempre su montón terminaba reduciéndose.

Se asercaban cada vez más.

Juntamos espaldas, tomé mi katana caída y el tomo su arco de vuelta.

Lanzaron un hacha; rodé abajo de ella, se clavó en uno de los suyos. Saqué el hacha del cuerpo de este y se la lancé al que la tiro.

Posicioné mi katana en alto y ataque a el grupo que empezaba a abalanzarse sobre mi.

Poco a poco el número de atacantes redució. No quedaba casi nadie.

La cosa o criatura o monstruo que nos habló al principio aplaudió mientras se asercaba a nosotros. Tenía algunos guardias a sus espaldas amenazandonos con lanzas.

–miren lo que tenemos aqui –rió cómo enfermo –sin duda han sido mi mejor entretención del año. Guerreros... –suspiró –siempre tan dramáticos y vanidosos.

–no te acerques –le advertí.

Se acercaba cada vez más.

–¿porque pequeña niña? –dijo con falsa compasión –¿acaso me temes?

Rió aún más.

Lo ataque, rodé bajo sus piernas e intente clavarle la katana en su grumosa espalda, pero su piel era muy dura y sólo logre hacerle un pequeño tajo.

Era mucho más grande que yo, así que no le costó lanzarme por los aires. Me estrellé en una roca que me provocó un corte en la frente.

Me hervía la furia, me puse de pie dispuesta a atacarlo de nuevo.

Kane me miró, ese tipo de mirada que te pide que no hagas una locura.
Corrí hacía la cosa que me lanzó. Kane se adelantó para intentar detenerme, pero un grupo de guardias lo sujeta contra el piso.
Sigo corriendo, recojo una lanza que había en el piso e intento perforar su piel con ella. La lanza se rompe. No me importa. Salto sobre él y le hago una llave, cuando va a quedar en el piso, interpone su pie haciéndome una zancadilla.

Rió.

–no muchas personas harían lo que tú has intentado hacer –me miró divertido –¿cuál es tu nombre mi valiente guerrera?

Estaba en el piso, me puse de pie y apreté los puños. Sentía el hilo de sangre correr por mi frente.

No le respondí.

Su mirada se dirigió al collar que tenia en mi cuello.

Se quedó atónito.

–será ese...– empezó a decir.

Volvió a reír con su cruda voz.

–¡amigos míos! no tienen ni idea del favor que nos han hecho.

Hizo señas a los guardias que tenía en su custodia y dijo:

–Llevensela –me agarraron de los brazos me desice de ellos y golpee a uno que iba a golpearme con el mango de su espada –y a él también. Tienen el potencial que buscamos.

–¡sueltenme pedazos de rana! –peleó Kane.

Le asestaron un golpe en la cabeza y quedó inconsciente.

–¡paren! –grité.

Sentí un sabor amargo en la boca y caí dormida.

La Quinta Gema Del Infierno I Where stories live. Discover now