4 [EDITADO]

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Estoy sentada en el despacho con la vista pérdida en alguna parte del lugar.

Aún no he podido quitar la imagen del cuerpo sin vida de Anton frente a mis ojos. Él tenía que seguir vivo, debía conocer el verdadero amor y ser correspondido pero no, él está muerto por mi culpa.

Unos golpes fuertes se oyen en la puerta.

—¡¿Quién mierda es?! —exclamo alterada.

La puerta se abre y la cabeza de Dustin aparece por el hueco de la puerta.

—¿Qué te sucede, poginet? —me analiza con la mirada.

—Nada, déjame sola —me volteo en la silla.

—¿Crees que podrás echarme así de fácil, poginet? —sé que tiene un sonrisa burlona en los labios.

—Me da igual, sal de aquí, francés —bufo.

No obtengo respuesta pero dos segundos después el rostro de Dustin aparece frente a mí.

—Ya he dicho, Dustin —ruedo los ojos y él ríe.

—¿Aún piensas en que la muerte de Anton fue por culpa tuya? —dice serio.

—No lo pienso, fue mi culpa —Dustin niega.

—Anton estaba haciendo su trabajo, poginet —suspira.

—No debí haberlo metido en esa mansión, tenía que ir sola —desvío mi mirada.

—Es muy posible que tú hayas muerto —menciona tajante—. ¿En serio querías dejar a tus hijos huérfanos? —elevo mi mirada y lo observo de mala forma—. Perdieron a su padre, no necesitaban perderte a ti también, poginet —susurra.

—Anton estaba enamorado de mí —susurro—. Lo último que dijo antes de morir fue que me amaba —siento una opresión en mi pecho.

—No tienes la culpa de no haberle correspondido...

—Él no logró ser feliz, no formó su propia familia ni pudo cumplir sus objetivos —gruño.

—Tienes que ser fuerte, Ky —coloca sus manos sobre mis hombros y me observa—. Tus hijos te están esperando, estás vivas y ellos igual; la muerte de Anton tuvo un buen fin, poginet —habla en tono bajo.

—Pero no logró ser feliz, si quería formar una familia no pudo y eso es por mi culpa —cierro mis ojos con fuerza.

—Anton tuvo un hijo —en ese momento siento como si algo se clavase en mi pecho.

—¡Dejé a un niño sin padre, Dustin! —exclamo exaltada.

—El niño murió, tenía leucemia y Anton comenzó a trabajar aquí para pagar el tratamiento —me recuesto más sobre la silla—. Creo que murió dos años antes de que tú llegases a la mansión —explica calmado.

Suspiro profundamente y cierro mis ojos con fuerza.

—Me hace falta Bruno... —confieso por primera vez en largo tiempo.

—A todos nos hace falta —abro mis ojos y le observo—. Pero dejó todo esto en buenas manos, todo está saliendo bien, poginet —sonríe.

—¿Puedes cuidar de Naim y Benjamín? —me levanto de mi silla.

—¿Dónde irás? —me observa con una ceja arqueada.

—Necesito dar una vuelta... —al decirlo no le veo a los ojos—. Volveré pronto —murmuro.

—Yo los cuido, ve con cuidado —asiento y salgo del despacho.

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PERDICIÓN © #3 [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora