23 [EDITADO]

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Coloco mi mano sobre mi cabeza debido al dolor que siento en el momento que abro mis ojos.

—¿Cómo te encuentras, poginet? —la voz suave de Dustin llega a mis oídos.

—Algo mareada —susurro con voz ronca—. ¿Los niños? —me siento en la cama.

—Con Rita jugando —asiento lentamente.

—Perfecto, entonces tú me llevarás con Bruno —me levanto de la cama y él no se aparta de su lugar.

—No le hará bien al bebé ni a ti, Kylie —murmura.

—Quiero a Bruno con vida, no me importa lo que me pueda suceder a mí —gruño.

—Lo amas... —susurra.

—Cierra la puta boca —ordeno—. Debemos ir a Rusia para buscarlos y salvarles el patético culo —saco una maleta que tenía guardada y comienzo a colocar todo tipo de cosas.

—No pienso llevarte a Rusia —menciona y lo observo seria.

—¿Por qué eres tan terco?

—La terca eres tú que no asume que necesita cuidarse y quiere ponerse cada vez más en riesgo —dice con firmeza.

—Lo único que quiero hacer es salvar a mi familia —me observa serio—. Además, si tú no me llevas, iré sola —vuelvo mi vista a mi maleta.

Allí adentro guardo calzado, ropa, armas, en fin, todo lo que me hará falta allí.

—Bien, tengo todo listo —le observo fijamente.

—Llevaré eso al coche —suspira y toma mi maleta—. Seguramente quieras hablar con Rita —asiento y él sale con mi maleta.

Acaricio mi vientre y lo observo.

—Mami te ama —susurro y bajo en busca de Rita.

|| ... ||

Observo por la ventanilla del jet privado, me acomodo en el asiento e inspiro profundamente.

Dustin coloca su mano sobre mi rodilla y lo observo.

—¿Estás segura de lo que vas a hacer? —niego.

—Pero es lo única forma de que Bruno y mi hermano continúen vivos —murmuro.

—Él logró enamorarte —sonríe.

—Cierra la boca —ruedo los ojos.

Volteo mi rostro y me dedico a observar las hermosas nubes que decoran los celestes cielos.

No es mentira si digo que Bruno ha logrado cambiar muchas cosas en mí; años atrás estaba muy firme con el hecho de que no iba a tener hijos, en este momento tengo dos y estoy esperando otro, nunca estuve con un hombre más de un par de noches y en nadie he plantado tanta confianza como con el italiano.

¿Estoy enamorada?, no lo sé. ¿Podría seguir el camino si le llegase a suceder algo malo?

Rápidamente niego con mi cabeza; no estoy enamorada, no puedo estar pensando eso en este preciso instante.

—Si que eres difícil, poginet —susurra el francés pero hago oídos sordos.

|| ... ||

Observo los alrededores de la ciudad natal de mi desgraciado padre y cierro mis ojos con fuerza.

Varias veces pise ésta ciudad pero todas fueron a escondidas de mi madre; mi padre me traía unos días para que sus amigos y socios hicieran de mí lo que quisieran.

PERDICIÓN © #3 [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora