Campamento - Parte 2

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A pesar de que Miku fuera naturalmente distante, Ichika sabía que algo andaba mal con ella por verla caminar hacia el frente como si nada le importara más que alejarse lo más rápido posible de donde estaba Jotaro y su mejor amigo.

—Miku, despacio... —pidió la mayor siguiendo el paso de su hermana—. Nos acabamos de encontrar con Jotaro-kun, pudimos quedarnos un poco más para hablar, ¿sabes?

Miku se detuvo en seco como si meditara su próximo diálogo.

—Es extraño. Tal vez sea nuestro tutor pero... —Ella se giró para ver de frente a los ojos a Ichika—. ¿Qué opinas de Jotaro?

Miku le preguntó a su hermana mayor lo que pensaba acerca de Jotaro, buscando obtener una respuesta a los pensamientos que había tenido últimamente.

—No entiendo la pregunta, ¿por qué quieres saber eso? —Ichika levantó una ceja confundida pero aún así, decidió responder con su frívola actitud—. Bueno, parece ser que Jotaro-kun está pasando por esa fase de la pubertad en la que se vuelve un chico rebelde y problemático pero...

—No me refiero a eso. —La interrumpió, para luego mostrar una sonrisa algo avergonzada—. Yo... Quiero invitar a Jotaro a bailar mañana.

Lo que Ichika escuchó decir de su hermana más tímida la dejó perpleja pero pudo procesarlo rápidamente. Su expresión sonriente solo se mostró orgullosa de Miku.

—¡Hermanita! ¡Qué atrevida eres! —dijo la pelicorto dándole un suave codazo a su hermana—. ¿Y por qué no lo invitas?

—Y-Yo...

—¡Descuida Miku, te ayudaré con eso! ¡Déjalo en manos de tu Onee-chan!

Más tarde en las cabañas, Jotaro se encontraba sentado en una de las mesas del comedor del campamento cenando solo, ya que su amigo Kakyoin, se había ido a dormir bastante temprano.

El solitario Jojo consumía sus alimentos en silencio como si nada a su alrededor le importase a pesar de sentir las miradas de algunas chicas que no eran discretas en absoluto. De todas formas, ya estaba acostumbrado y de ser necesario, sería grosero como de costumbre.

El joven Kujo se alimentó hasta quedar satisfecho. Levantó su plato y vaso para ir a dejarlos junto a los demás trastes sucios. Sin embargo, en su camino se topó con dos de las quintillizas, Miku e Ichika.

—Jotaro...

—Eh... ¡Me tengo que ir! ¡Los dejo solos! —mintió Ichika alejándose lo más pronto posible mientras le guiñaba el ojo con complicidad a Miku.

—¿Viniste a cenar? —preguntó Jojo.

—Este, yo... Jotaro, quería saber si pod...

—Tengo que ir al baño.

Jotaro dejó las cosas sobre la mesa más cercana y se fue sin decir nada más, dejando a Miku con las palabras en la boca. La castaña no sabía como reaccionar o que hacer después. El valor que había obtenido para invitarlo fue momentáneo.

Luego de que Jotaro saliera del baño, decidió dirigirse a los dormitorios para irse a descansar pero justo al salir del comedor, se encontró con uno de los profesores que se acercó a él.

—Oh, Kujo-kun, ¿podrías ayudar a transportar los troncos del almacén?

—Bien.

El joven de gorra se dirigió al cobertizo donde vio a varios estudiantes llevar de un lado a otro los troncos para armar la hoguera que sería encendedida al día siguiente. Sin perder más el tiempo, caminó hacia estos y se colocó uno en cada hombro.

Un tutor muy serioWhere stories live. Discover now