Capítulo 9

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[En Multimedia: Matt diciéndole a Emma una de sus frases épicas]


—¡No juegues! ¡¿Todo eso es de ustedes?!—escupo las palabras a lo que Jane e Isabella sueltan una carcajada inevitable. No se rían de mí, soy nueva en esto de los hoteles refinados y los eventos de gente con poder y dinero. Es más, ni siquiera debería estar aquí, me considero una super-suertuda y no me apena decirlo. 

Debo tomar una foto. Saco mi teléfono y enfoco el hotel en el lente  de la cámara antes que se pase la imagen tan alucinante que estoy viendo. 

—Sabía que te gustaría—declara Isabella admirando también el lugar tan majestuoso que tiene enfrente. Debe estar muy emocionada, porque en poco tiempo verá a Joseph.

La arquitectura del hotel es perfecta. Si mi intuición no me falla, está inspirada en un hotel estilo arábico. Es blanco, lo que me hace sospechar que es el color favorito de los Sinclair. 

Tiene un ambiente muy particular: tan cálido que incluso desde afuera se siente relajante. Una atmósfera que transmite la sensación que cada espacio debe ser descubierto. 

Creo que lo que más me gusta es la piscina que colocaron enfrente del hotel. El agua, con la ayuda de las luces nocturnas, reflejan espléndidamente el trabajo incansable de un arquitecto muy talentoso. 

Jane da una vuelta entera antes de pasar por la entrada principal. Quiere que vea todo en detalle, como si fuese un cliente nuevo. Luego, se dirige hasta el pabellón principal, donde tres hombres uniformados con saco y corbata nos reciben con una sonrisa cortés en su rostro. ¡Qué maravilla el servicio! Punto para los Sinclair. 

Bajo del auto sintiéndome como toda una estrella de cine y luego una fría brisa nocturna mueve mi cabello de lado a lado, lo que hace que tenga que sostenerlo con ambas manos para que no se arruine el trabajo de Stephanie. 

Siento una pizca de decepción en ese momento. La parte más cliché de mi alma deseaba que Matthew estuviera ahí parado, en la entrada, con su arma mortal dispuesto a recibirme, pero no lo veo por ningún lugar. 

—Emma—escucho la voz de Isabella desde adentro del hotel. Jane está a su lado y ambas me hacen señas para que las siga, por lo que me apresuro a entrar también.

Hay un montón de personas más dejando su auto en la entrada principal y entrando al lobby. Todos se ven tan refinados y podridos en dinero que siento que no pertenezco ahí, pero mi vestido disimula tanto mi pobreza que no me siento mal conmigo misma. Lo sé, lo sé, debería tener el autoestima más alto.

—Debo dejarlas aquí—indica Jane. Noto que está empezando a sentirse agobiada, seguro debe coordinar muchas cosas y se ha tomado el día libre para acompañarnos a una misión no tan importante. 

Le sonrío sin mostrarle los dientes.

—Gracias por todo, Jane—digo con timidez. Ella me agarra la mano y me ve fijamente a los ojos.

—Fue un placer, Emma—dice tan emocionada que no me lo creo—. Por favor, diviértete hoy con mi hermano. 

Hago que mi subconsciente encadene de inmediato a mis hormonas para que no me traicionen. Así que solo sonrío y mis mejillas no se enrojecen. Bien. 

—Lo haré—digo completamente calmada. 

Jane sostiene la mano de Isabella también.

—Nos vemos en un rato—le dice como si tuvieran que llevar a cabo una logística muy importante. Isabella solo asiente con un movimiento de cabeza y se voltea para mirarme. 

Factura al corazón © DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora