[08]

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[Jungkook, 7 años ― Jiho, 8 años]

La lluvia no fue un impedimento para que Jungkook escapara de casa ese día. Como era costumbre, su madre había llevado a un extraño a casa y la situación se volvía más y más incómoda para él. Además, debido a que su padre decidió no darle importancia al asunto, su madre parecía estar más descontrolada esos últimos días. Solo el día anterior, habían sido dos hombres extraños en casa en lugar de uno, y Jungkook ya no quería saber qué hacía con ellos. Sin importar cuanto la mujer riera y coqueteara con ambos, algo en el corazón de Jungkook seguía pesándole y por eso había decidido, finalmente, escapar.

Al menos, lo haría con regularidad hasta que su padre volviera del trabajo por la noche. Así su madre no podría culparlo de ser una molestia y esos hombres tampoco lo mirarían raro.

Tras caminar varias cuadras lejos de casa, se detuvo en el parque de juegos que cruzaba cada día para llegar al colegio. Había decidido que la casita era su mejor opción de resguardo y no demoró en correr a ella, queriendo refugiarse del viento y la lluvia. No obstante, para su sorpresa, no era el único niño que había deducido aquello, porque, dentro de la casita, acurrucada en la arena, una niña sollozaba y temblaba mientras abrazaba sus piernas.

―¿Estás bien? ―preguntó en voz bajita, arrodillándose junto a ella.

La niña apenas lo miró, asustadiza. Aún con el cabello revuelto y los ojos rojos y llorosos, Jungkook reconoció a Kim Jiho, su vecina. Para ser alguien que todo el tiempo lucía como una princesa, era extraño encontrarla en ese estado.

―Jungkook ―llamó ella, más calmada al reconocerlo―. ¿Qué haces aquí?

―Supongo que lo mismo que tú ―el niño se acomodó en la arena, abrazando sus piernas como ella―. Escapé de casa, me estoy escondiendo de mamá. ¿Qué hay de ti?

―Me escondo de papá.

Jungkook asintió, aceptándolo con normalidad. Sin embargo, por la forma en que la niña continuaba llorando y temblando, temía que algo más estaba pasando. Pero ¿no era irrespetuoso obligarla a hablar cuando ella ni siquiera parecía tener ganas de contarlo?

―¿Por qué te escondes de tu madre? ―preguntó Jiho, intentando dejar de llorar―. ¿Te hizo algo malo?

―No lo sé ―Jungkook apoyó su barbilla contra sus rodillas, pensativo―. Estoy confundido. Ella no me ha hecho nada, directamente. En realidad, por lo general solo me ignora o me dice que desaparezca ―susurró―. Siempre lleva hombres extraños a casa y eso me incomoda ―admitió.

―¿Tu padre lo sabe?

―Lo sabe ―musitó―. Pero no le importa. Él dice que está bien, porque, de todas formas, ella está casada con él. ¿Tiene sentido para ti? Papá dijo que eso era el amor.

―Tampoco... tampoco entiendo a los adultos ―admitió con la mirada baja―. ¿Es así como se siente el amor?

―¿Asqueroso? ―respondió el niño―. Estúpido y nauseabundo.

―Solo palabras malas...

―¿Cómo se siente el amor para ti, noona?

―Para mí... creo que también es asqueroso ―admitió, aferrándose más a sus piernas mientras escondía su rostro―. Da mucho miedo y duele. Papá siempre dice que me ama y que soy la niña de sus ojos, pero su amor duele ―sollozó, temblando con más fuerza.

Jungkook la miró en silencio. Acercando su pequeña mano a ella, intentó no asustarla cuando tocó su cabeza. Jiho se encogió y estremeció, como un animalito asustado, pero no dudó en aferrarse a esa mano y llorar con más fuerza, diciéndole al menor que el amor dolía. Jungkook, aun con sus 7 años, la consoló y la abrazó, sintiendo su dolor y temor como si fueran de él también.

Y ese fue solo el comienzo.

Y ese fue solo el comienzo

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Hoy somos azul [TaeKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora