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Esa era una tarde feliz. Después de una semana lejos de Yeontan, Taehyung por fin podía salir con su can a pasear. El calendario pronto marcaría el final del verano y quería aprovechar al máximo esos días, por lo que no se sorprendió cuando, pensando igual, Jimin y Jeonjoo se colaron en su paseo, diciendo que el día estaba perfecto para andar en bicicleta y darle un vistazo a Hoseok.

Desde su adolescencia, Hoseok visitaba el parque y hacía baile callejero, reuniendo el dinero que los transeúntes le daban al pasar. Cuando Taehyung se enteró de eso después de su traslado a Seúl, temió que su nuevo amigo se estuviera forzando a hacer eso solo por su situación económica, sin embargo, el chico rio y dio palmaditas en su espalda, diciéndole que no era nada como eso. Ciertamente, era difícil sobrevivir en Seúl para un joven con su madre, pero Hoseok realmente amaba bailar en el parque y el dinero solo era un bonus. Así que, de vez en cuando, iban a verlo por las tardes, admirando la pasión que ponía en todo lo que hacía.

¿No era Hoseok un chico de lo más genial?

―Ahí está Hoseok ―Jimin señaló a su amigo a la distancia―. Pero hay niños mirándolo, no quiero interrumpirlo.

―Hay tiempo ―Joo lo calmó, viendo a Yeontan jugar entre las flores―. ¿Estás seguro de que él no quiere destrozarlas? Recién acaban de darlo de alta, pero luce como un perrito dispuesto a meterse en problemas.

―Hey, Tannie es un buen chico ―se quejó Taehyung, agachado junto a su mascota―. ¿Por qué no le demuestras lo bien portado que eres?

Yeontan olisqueó las plantas, mirando a su amo para después orinar sobre ellas. Jimin y Joo carcajearon al ver que el rostro de Taehyung enrojecía de vergüenza.

―Es un buen chico, pero sigue siendo un perro ―defendió, enfurruñado.

―Pobres plantas ―dijo alguien a sus espaldas.

―Para empezar, si la gente realmente ama las flores, debería saber que es una mala idea dejarlas en lugares donde los perros puedan orinar ―argumentó con molestia―. ¡Deberían ponerlas en altura o, como mínimo, hacer un cerco alrededor de ellas!

―Qué gran idea, ¿por qué no solo te conviertes en alcalde? Harías un gran trabajo en los parques.

―¿¡En serio!? ―Taehyung alzó la vista con entusiasmo, reaccionando al ver los rostros divertidos de sus amigos―. Espera, ¿quién...?

Taehyung dio la vuelta, encontrándose con los ojos curiosos de Jungkook. Una sonrisa burlona estaba grabada en sus labios y el rostro del mayor enrojeció al darse cuenta de que el contrario había presenciado el desquite de Yeontan sobre las flores. ¿Acaso su hijo no acababa de dar una mala impresión?

―Jungkook ―murmuró.

―Es mi nombre, sí ―enseñó una sonrisa torcida―. Hola.

―Oh, ¡hola! Pero miren la hora ―Jimin descubrió su muñeca, apurado―. ¿No deberíamos ir por las bicicletas, Joo? ¡Sería malo si las arriendan todas antes de que lleguemos!

―¡Cierto! ¡Nos vemos en un rato, Taehyung!

La pareja desapareció en cosa de segundos. Taehyung los maldijo mentalmente ante lo poco sutiles que eran, pues cualquiera diría que estaban desesperados por dejarlo a solas con el otro chico. ¿Era realmente necesario salir corriendo lejos de ellos mientras reían?

―Tu amigo apesta mintiendo ―señaló Jungkook, agachándose junto a él―. Ni siquiera llevaba reloj.

―¡Pero de verdad fueron a andar en bicicleta! ―contrapuso antes de que Jungkook pensara mal de él. ¿Y si pensaba que intentaba seducirlo y sus amigos lo estaban ayudando? ―. ¿Cuándo llegaste aquí?

Hoy somos azul [TaeKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora