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Taehyung inhaló y exhaló profundamente un par de veces antes de animarse a tocar el timbre del departamento de Jungkook. Cuando horas atrás le había escrito al menor, insistiéndole para que fuera su ilustrador como pago al favor que le debía, nunca se imaginó que llegaría a ese punto. Jungkook no solo le había respondido una hora más tarde, sino que incluso su respuesta había sido un contundente no. Tras un largo intercambio de mensajes donde intentaba convencerlo de por qué ser su ilustrador era un pago justo, se sorprendió cuando repentinamente el menor le preguntó si tenía tiempo, para después invitarlo a su departamento.

Así que ahí estaba ahora: Con la cena atorada en la garganta mientras se preguntaba qué le esperaba. El departamento de Jungkook estaba ubicado en el mismo edificio y piso que el de Jiho, haciéndolo sentir mal de alguna manera. Pues, aunque sus intenciones no eran malas, era un hecho que sus pensamientos iban dirigidos a alguien con pareja. Después de todo, ¿sí estaba siendo un desvergonzado? ¿Había hecho mal en correr hasta ahí sin pensarlo? Pero ¿cuándo tendría una oportunidad como esa?

Solo quería ser su amigo; de verdad eso era lo único que deseaba. No obstante, mientras más se lo repetía, más sonaba como si intentara convencerse de ello y eso no le gustaba. Parecía que, sin importar qué, acabaría sintiéndose mal.

―Hola.

Taehyung hizo una leve reverencia cuando Jungkook salió a recibirlo, sacándolo de sus pensamientos. Dándole un vistazo al menor, quiso suspirar como un tonto al verlo con ropa tan común. Jungkook vestía unos pantalones deportivos holgados y una camiseta blanca; un conjunto bastante alejado de su usual negro motoquero. Y, de alguna forma, tuvo que esconder sus manos para no caer en la estupidez de revolver sus cabellos solo por lo adorable que le parecía verlo así de normal.

No oscuro, no frío, no distante; solo normal.

Normal estaba muy bien.

―¿No entrarás?

Taehyung asintió con torpeza, entrando para sacarse los zapatos. Mirando de reojo al menor, se sorprendió de verlo actuar incómodo de repente.

―¿Sucede algo? ―se atrevió a preguntar, temiendo haberle importunado. Pero ¿no era Jungkook quien le había dicho que fuera hasta ahí en primer lugar?

―Nada, solo es raro tener un invitado ―admitió, suspirando―. ¿Te ofrezco algo de beber? ¿Agua, jugo, leche, té, café?

―Es primera vez que alguien me ofrece leche al visitarlo ―admitió en una risita, notando cómo el rostro del menor enrojecía―. Lo siento, no es malo, solo me pareció adorable.

―Sí... bueno... ―Jungkook pasó una mano por su nuca, nervioso―. En realidad, usualmente es lo único que bebo.

¿Taehyung ya había dicho que Jungkook era adorable? Porque lo era. Su imagen era adorable, su voz era adorable e incluso su amor por las bebidas lácteas se sumaba a su lista de cosas adorables. Por qué no había podido aparecer en la vida de ese chico mucho antes, ¿eh? Como 20 años atrás, por ejemplo. Tendría una seria charla con sus padres por no haber conocido a la madre de Jungkook cuando esta apenas estaba embarazada. Quizás su futuro habría sido distinto de haber tenido esa oportunidad.

―Como sea, iré al grano ―Jungkook suspiró, reponiéndose―. No sé si recordarás, pero ya hablamos de por qué no puedo ser tu ilustrador.

―Lo recuerdo.

―Pero, por alguna razón, decidiste ignorarlo y volver a insistirme por el asunto ―se cruzó de brazos, luciendo un tanto confundido―. ¿Por qué?

―Me debes un favor. ¿Eso no cuenta?

―Y quedamos en que te haría un favor que sí pudiera hacer ―señaló.

Hoy somos azul [TaeKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora